Viendo sólo la estampa de la corrida de Lola Domecq que saltó esta tarde al ruedo de Las Ventas, el aficionado cabal debe exigir sin demora la dimisión del responsable de reseñarla o su inmediata destitución. Porque para que embista una corrida de El Torero es muy importante que parezca de El Torero, que se reconozca su procedencia en el tipo y, a partir de ahí, reseñar la mejor hechura en el tipo correcto. Pero lo que hoy salió a la arena -para disgusto de la terna- fue una colección insufrible de músculos con cuernos -de nuevo antinaturalmente astifinos- que podían proceder cada uno de un encaste distinto.
Dos girones hubo, con la trana escasa, la pata fina, el cuerno blanco y estrecho y el pitón generoso. Si la tablilla nos hubiera anunciado que eran de Alcurrucén, nos lo hubiésemos tragado con patatas. Igual que si nos dicen que el segundo era de Palha o el tercero, cornipaso y descompensado entre los cuartos traseros y los pechos, que era de Escolar. De muchas semillas pareció haber goterones en los seis de Lola que salieron al ruedo, pero ninguna era de Domecq. Al menos, de lo que se espera del Domecq por la rama de Salvador, que siempre tuvo la embestida algo más ligera pero era el gran fondo de bravura del origen común.
Pero como la bravura hoy la elegía el que doma los cabestros, fue tan difícil atisbarla en la plaza que ni un pelín apareció en las dos horas que duró el festejo. De todas formas, ¿alguien la esperaba viendo en directo ese encierro? ¿Me quiere alguien convencer de que los ganaderos tenían fe en el envío certificado por el de los cabestros? Pues, no contentos con todas estas fechorías que perpetró contra ellos el domador de cabestros, le dedicaron la ovación de la tarde por tardar seis minutos y cuarenta segundos en devolver a los corrales al cuarto.
Hasta eso fue muy curioso, porque ese cuarto fue el único que dejó caer una brizna de entrega en las verónicas macizas de un Daniel Luque en estado de gracia que no se acordará de la tarde de hoy. Por eso, porque tuvo algo más de empuje que los demás, lo protestaron los custodios y para atrás se fue el bicho. Ahí fue donde salió el amo de los bueyes a lucir sus conocimientos para que se los ovacionasen los que ignoran que también fue él el que mantuvo en el parque jurásico que guarda en corrales al zambombo Montealto que se había dejado el cuello en casa. Mira que abultaba el funo. Pues ni rastro había de cuello sobre la generosa badana. Y ¡cómo creerán que embistió…? Pues eso.
Y mal está que le caiga en las manos eso a Ferrera o a Luque, con tres paseíllos cada uno en Las Ventas este mes, pero a Gonzalo Caballero, que torea menos y menos le cardenean también las sienes, le valió a penas media embestida del tercero para llegar al pagano con su ambición, más que con su brillo. Todo se lo debe al hombre que domaba cabestros, que fue quien reseñó esta corrida que de El Torero no tuvo más que el hierro.
Me dirán que también él fue el responsable de reseñar otros toros que han embestido en esta plaza, pero los ganaderos de esos tienen mucho que decir en la elección, porque no son precisamente de los que se pueda malear…
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Quinta de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada. 16.291 espectadores.
Toros de El Torero y un sobrero 5º de Montelto. Serio y astifino mas feble de condición el primero; A peor la embestida sin entrega de un segundo que acabó dando tornillazos; Andarín y poco colaborador el mansurrón tercero, de imponente estampa; Nada humillador también el serio cuarto; Protestón y deslucido el quinto bis de Montealto; Más duradero pero también desclasado el sexto.
Antonio Ferrera: Silencio y silencio
Daniel Luque: Silencio y silencio
Gonzalo Caballero: Palmas y silencio
INCIDENCIAS: La plaza de toros de Madrid obligó a saludar a Gonzalo Caballero tras finalizar el paseíllo. José Chacón y Fernando Sánchez saludaron en el cuarto de la tarde.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
