Cerró plaza el “Albaserrada” de mayor romana, único por encima de los 600 kilos, un toro lleno y hondo, con esqueleto, el más bastote del parejo envío, aunque también el cabeza más pobre. Cumplió en varas y se dejó en banderillas, donde hubo que llegarle. Lo comprobó pronto también Jarocho -que había brindado a sus compañeros de terna-, pues fue un toro agarrado al piso. Apostó por el pitón izquierdo el burgalés y logró dos tandas notables. De una dulzura exquisita, sin un tirón, echando los vuelos para enganchar cada embestida hasta el final. Asentado y encajado. Sedosos naturales, ya sin inercias del cárdeno. Cada vez más parado, no quiso jalar más y Jarocho, sin salirse de su elegante clasicismo, acortó las distancias en el tramo final. Lo mató de pinchazo y estocada baja, obstáculos que le alejaron de un justo trofeo.
SANTANDER
Jarocho justifica su inclusión en Santander en una tarde de gran poso, valor y madurez
viernes 25 julio, 2025
Dio una vuelta al ruedo tras pinchar al sexto, labor donde volvió a enseñar esas virtudes que le pusieron en el foco ya como novillero
