Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Pablo Aguado hacían el paseíllo, este miércoles, en la decimoséptima de abono de la Feria de San Isidro, en la que se lidiaba un encierro de Juan Pedro Domecq.
Morante, abroncado tras acortar faena ante el primero, un toro de brusca embestida
“Valedor” se llamaba el primero de Juan Pedro Domecq, un castaño bragado meano de 586 kilos, con caja, número 206, nacido en febrero de 2019 y primero del lote de Morante de la Puebla, que le dio una verónica aislada y luego lo lidió de salida Curro Javier antes de las varas de Pedro Iturralde. Buenos pares de Joao Ferreira, que saludó, y Alberto Zayas. Pleno de gracia el inicio de faena de Morante, que dejó dos trincherazos de sabor, y un molinete a la antigua. Pero empezó a ser brusca la embestida del Juampedro, al que dejó una primera serie por la diestra de buena intención, mas no limpia porque el toro derrotaba. Pero luego acortó obra, inesperadamente. No estuvo tampoco acertado con la espada. Bronca.
Talavante intenta limpiar el feo derrote del segundo, que acabó parado
“Triunfador”, número 94, era el segundo de la tarde, un toro al que dejó verónicas a pies juntos de buen trazo Alejandro Talavante. Tras humillar en las telas y en el caballo, empezó a desentenderse más en el quite a la verónica de Pablo Aguado. Fue un toro que no terminó de romper en las telas de Alejandro, que inició comprometido su faena de rodillas en el centro del ruedo, pero luego fue poco a poco diluyéndose la obra debido a la condición del astado. Además de acortar obra, no estuvo acertado con la espada el extremeño. Silencio.
El sublime capote de Aguado y un bello inicio de faena, antes de que se desinflase la condición del tercero
“Tamborilero” se llamaba el tercero, negro listón bragado de capa, de 597 kilos, número 64, nacido en enero de 2019 y primero del lote de Pablo Aguado. De enjundia las verónicas y la media, naturalísima, de Pablo Aguado, que sujetó con suma belleza al astado de salida. Y luego el milagro llegó en la primera vara de Salvador Núñez, que cayó en la misma cara del toro y por fortuna no resultó herido. Intentó limpiar Juan Sierra en la lidia el trazo del animal, y quitó Morante en ese momento por verónicas, redimiendo lo del primer toro. Alguna de ellas, excelsa. Y respondió Pablo Aguado por chicuelinas, de trazo de nuevo naturalísimo, armoniosas y bellas. La plaza estalló en una tremenda ovación. Tras el tercio de banderillas, dejó un inicio también con sabor Pablo Aguado, toreando con plena naturalidad a un animal que le respondió con codicia y motor, aunque muy a su aire y queriéndose ir siempre a terrenos de tablas. Le planteó gobierno el sevillano, tocando fuerte y cruzándose ante su cara. La segunda parte de la faena fue más deslucida por la deslucida embestida del animal, de buen embroque pero desentendido después de éste. No acertó con el acero Aguado. Silencio tras aviso.
Morante intenta ordenar las embestidas del cuarto, pero todo acaba en silencio tras el mal uso del acero
“Ollero” llevaba por nombre el castaño cuarto, nacido en enero de 2019, número 213 y de 593 kilos. Embistió brusco en los primeros compases de la lidia, y aunque intentó domeñar Joao Ferreira capote en mano, no rectificaba su condición el voluminoso animal. Buen inicio de faena de José Antonio, ordenando las embestidas de un animal al que llevó despacioso en ese prólogo. Pero le costaba tirar hacia adelante al toro con boyantía. Y luego se vino soberanamente abajo el de Juan Pedro, dejando algún detalle sin más José Antonio. Falló de nuevo con el acero y acabó dejando un feo bajonazo. Silencio.
El gran Talavante regresa con una importante faena al quinto: corta una oreja de peso
672 kilos lucía el quinto, “Rebeco” de nombre, negro listón de capa, nacido en noviembre de 2018 y segundo del lote de Talavante. No rompió en los primeros tercios el animal, a pesar de que intentó Ambel de abrirle los caminos, pero Talavante, sin probaturas, se puso a torear directamente por la mano izquierda y acabó rompiendo por ese lado el de Juan Pedro. La segunda serie, por ese mismo lado, tuvo también eco arriba, cruzándose Alejandro y dejándole siempre la muleta en la cara al animal. Por la derecha el toro era otro, pero no Talavante, que dejó otra serie de gran calado rematada por una arrucina y un pase de pecho. Y fue in crescendo una faena en la que el único que vio al toro fue Talavante, que fue ahondando en su genial concepto en series de mucho calado arriba, especialmente al natural. El final, por doblones, llegó con mucha fuerza a Madrid, alguno de ellos mirando al tendido. El gran Talavante regresó. La pena fue la estocada baja con la que acabó con el animal; no obstante, cayó una oreja de peso en sus manos.
Aguado, sublime capote ante el desinflado sexto
De 643 kilos era el sexto, un colorado ojo de perdiz de nombre “Pasajero”, número 62, nacido en diciembre de 2018 y segundo del lote de Aguado. Y lo cuajó el sevillano a la verónica, toreando con suma despaciosidad. Una delicia los lances que le recetó Pablo. Inexplicablemente, el palco le obligó a darle una tercera vara. Por ayudados inició faena Aguado, también acariciando la embestida del animal, rematando con un molinete ese prólogo. Pero se paró muy pronto el animal, que comenzó a defenderse. Y no pudo hacer más. Fue silenciado tras despacharlo con el acero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. 17ª de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. No hay billetes.
Toros de Juan Pedro Domecq. Áspero y de sucia embestida el deslucido primero; humillador y con entrega la serie que duró el segundo; de gran clase sin fondo de raza el tercero, desentendido tras el embroque; de Enclasado pitón diestro el cuarto; de extraordinaria clase y fijeza el buen quinto, ovacionado en el arrastre; con calidad pero descompuesto por la falta de fuerza el castaño sexto.
Morante de la Puebla, bronca y silencio.
Alejandro Talavante, silencio y oreja.
Pablo Aguado, silencio tras aviso y silencio.
CUADRILLAS: Buenos pares de Joao Ferreira, que saludó en el primero.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO