JUAN GUILLERMO PALACIO
Al abuelito Iván,
para que se crezca como el toro.
La ética es un asunto tan escaso que hasta es una materia obligatoria en la universidad.
Después de ver desfilar los tres primeros toros de la ganadería de Santa Bárbara, ya era una obligación escribir sobre un tema filosófico y en apariencia poco seductor. Fue tan pareja la presentación de los seis toros del capitán Barbero, todos en la gama de los tierra (castaño, requemado, colorado, barroso…) y tan bien definidas sus formas físicas y de embestir, que se merece un homenaje.
Los Barbero, padre e hijo, despachan siempre encierros bien presentados, de toros que no se quitan la edad. Bien comidos, musculosos y serios de pitones; expresivos, francos y nobles, aunque no exentos de carácter, como sus progenitores. Una forma de ser que ambos dicen haber heredado del abuelo Julián, el viejo piloto soñador (como buen republicano)…
–¿Qué le enseñaba su padre sobre la ética en los toros, capitán?
–Haberme llevado a todas las plazas y mirar cómo se debe sacar un toro, que debe ser un toro para la afición, independientemente de lo que le guste o no a los toreros. Lo más importante es presentar un toro con todas las condiciones y el trapío que se merecen.
–Sus toros salen siempre bien comidos, a pesar de la sequía…
–Hay que darles heno, concentrado, no importa el verano, el invierno, hay que conservar al toro para venir aquí a esta plaza que es tan importante con el trapío y el estado en que se encuentran.
Más allá está su hijo Juan Carlos, un aprendiz de notario que se enreda en el bosque de árboles genealógicos y hojas de computador…
–Yo creo que tiene que ver mucho con el profesionalismo, uno tiene que saber que el toro pone a todo el mundo en su lugar. Desde que lo crías tienen que venir con el peso, la edad y el trapío que está esperando la gente, esa es la ética del ganadero. Mi papá se levanta todos los días a trabajar, él siempre está pensando cómo sacar el toro que quiere y merece la afición.
Justo después de las entrevistas, la corrida cambió. El cuarto toro fue reservón; el quinto, presentó un problema motriz y debió ser cambiado por un sobrero de otra ganadería y el sexto ofreció un buen pitón izquierdo que apenas aprovechó Roca Rey. Los toreros no aportaron mucho para entender sus formas de ser. El Cid, con una voluntariosa pero extraña faceta de lidiador, y Roca Rey, quetodavía se raja en las pruebas del toreo fundamental. En otras palabras, la tarde se volteó, la suerte se vino a menos.
Pero la ética también es amabilidad y señorío, incluso cuando el viento lleva al barco del destino hacia otros rumbos. Aunque había cierta decepción porque los tres primeros toros debieron salir de últimos (y porque a los de la segunda parte no les dieron la lidia que se merecían), los ganaderos siguieron exhibiendo su don de gente.
Si Belmontehizo famosa la frase «Se torea como se es”… me lanzaré al hall de la fama de la tauromaquia con la sentencia: «los toros se parecen a sus ganaderos”. Los toros de Santa Bárbara, por ejemplo, son nobles y bravos a la vez, le llegan a todo el mundo. Son amables, afectivos, respetuosos y trabajadores. Los toros del capitán son buenas personas.
En tiempos de vacas flacas, de cédulas que se adulteran, de pitones que se retocan en photoshop, de externalidades en el mercado y altas tasas de interés, hay que agradecer al capitán y a su hijo que todavía nos permitan volar.
FICHA DEL FESTEJO
25ª Feria de la Macarena. Segunda corrida, 6 de febrero del 2016. Más de media plaza. Se lidiaron toros de Santa Bárbara (Domecq), serios, con trapío, parejos hasta en el color. Con buen juego los tres primeros. Destacó el segundo «Cantaclaro”, que mereció la vuelta al ruedo. El cuarto fue reservón, el quinto debió ser cambiado por uno serio y cuajado de Achury Viejo, y el sexto tuvo juego hasta donde se lo entendió Roca Rey.
El Cid: Saludos en ambos.
Manuel Libardo: oreja con vuelta al toroy saludos.
Andrés Roca Rey: oreja con petición de la segunda y silencio.