Fue para tocarle las palmas. La presentación del encierro de Martín Lorca en Málaga fue la precisa para esta plaza. Ni más ni menos. Con su cuello largo, su morrillo prominente, su badana justa, su cara generosa y sus cabos finos en pezuñas y puntas. Con la cara seria pero torera, las hechuras apretadas pero armónicas. Sensacional, ganadero. La lástima de tan buen augurio fue que la raza se quedó en casa, y eso es como vivir a la sombra de una fachada de atrezzo. De madera parecieron en cuento llegó la exigencia, cuando se acabaron las inercias; cuando debía comenzar el toreo.
Humilló con buen son de salida
el serio primero en el capote de Salvador
Vega, genuflexo y animoso en el saludo, con una media de rodillas de mucho
sabor. También lo tuvo el quite por chicuelinas, toreando despacio la llegada
del serio castaño en el deletreo del vuelo. De milagro se escapó Fernando Rey del susto que le dio el
toro en un apretón contra las tablas en banderillas. Con quietud y los talones
atornillados y juntos en el centro del platillo inició Vega la labor, en línea recta, empujando la llegada repetidora a
media altura. Pero se le apagó pronto la chispa al de Martín Lorca, y tuvo que rebuscar entre los dos tremendos petacos Salvador el pasaporte del triunfo. Allí
se metió con seguridad en circulares bien buscados, con poca continuidad por la
renuencia del toro, pero con una magnífica actitud. Bien ejecutada la estocada,
saboreó Vega la vuelta al ruedo tras
aviso.
El cuarto, serio y montado de
salida, se le entregó una docena de veces al percal de Vega, rebozándose en el magnífico saludo de verónica encajada,
vuelo suelto de riñón metido, mentón al pecho y a recogerlo de nuevo ganando el
paso. Rompió La Malagueta con el
torero recorte a una mano. Cuidó al animal el malagueño en varas, atisban
calidad en su forma de arrancar. Tuvo motor y transmisión el animal en una
primera tanda diestra, pero fue gaseosa. Eso sí, le quedó la humillación de
cierta profundidad cuando se acabó la inercia, y esa fue la que aprovechó Vega
para decir el toreo al natural. Despacio, sin urgencia, de uno en uno, pero con
sentimiento y alma en la propuesta. A menos se vino el toro por la entrega
derramada, y allí tiró de ataque Salvador para ligarle muletazos con la
derecha. Torerísimo el final de doblones genuflexos, con el mentón en el pecho
y siempre adelante. Voló la estocada sobre el aviso y paseó una oreja.
Al bajo y apretado toro que
hizo segundo le costó centrarse en el percal de David Galán, pero humilló después con más voluntad que ritmo en el
saludo a la verónica que remató el malagueño con un personal recorte. Le faltó
fijeza al funo en el primer encuentro con el caballo, pero salió más templado y
hasta con desliz en los capotes, pero con la raza muy al límite. Muy cerca se
lo pasó Rey en el quite, pero
terminó parado el de Martín Lorca.
Saludó Javier Ambel tras dejar dos
extraordinarios pares. A penas una tanda le embistió por abajo el díscolo
bragado, que soltaba la cara en el embroque, se vencía por dentro sin franqueza
a diestras y negaba la repetición por norma. Buscó el sitio Galán y se la ofreció por abajo, más
pendiente de eludir las asperezas que abandonado a la obra: eso era muy
complicado. Aún, así anduvo animoso y porfión, dibujando muy despacio cuando
lograba engancharse una arrancada con mucho mérito. Desprendida le cayó la
estocada, tardó en caer y escuchó una ovación. Con un farol de rodillas,
delantales ajustados y chicuelinas de mano baja saludó Galán al precioso quinto, fino en los cabos y generoso en la
humillación y en el empleo, que apretó con fijeza en el peto y lo sacó Javier Ambel para que no se rompiese.
Perfecta fue la brega de Ambel en
banderillas para que llegase el toro a la muleta con transmisión, entrega y
calidad en el inicio para tomar la tela que le ofrecía Galán siempre desde la exigencia. La mano por abajo, el trapo a la
rastra, el vuelo al morro y a torear al natural. Pero no le cogió tan bien el
aire por ese pitón David, que cuando
volvió a la derecha ya no encontró al toro boyante del inicio. Pero fue bravito
el de Martín Lorca, que tuvo más
virtudes que defectos. Tiró el malagueño por la senda del arrimón, lo mató de
una estocada desprendida y la tardanza en caer enfrió el tendido, que le
tributó una ovación.
Bajo, reunido y enmorrillado
era el tercero, de mano corta y generosa cuna que llegaba dormidita y zorrón a
la tela que manejaba Fernando Reysin opción de estirarse. Llegó con ímpetu al caballo para empujarla abajo en el
peto, pero sin entrega ni fijeza. Lo midió perfecto Iturralde en la segunda vara, antes del quitemos vistosas navarras
de Vega. Le empujó Fernando la llegada en el inicio y no
caminó; le buscó la inercia en la embestida y no pasó de la segunda arrancada.
Protestó los cites el animal, punteó los finales sin raza y le puso las cosas
complicadas a un malagueño con necesidad de triunfo. Se descaró Rey con el castaño, le ofreció el
frente y le fue robando derechazos de uno en uno sin venirse abajo, metiéndolo
en el trapo en un circular que duró un mundo. Fue de arrancar muletazos, de
pasar miedo en las revueltas y de mostrar voluntad. Y de pinchar para que
quedase en silencio tras aviso una actuación meritoria. Con los brazos muy al frente y
marcando mucho el toque abajo recibió Reycon el capote al sexto, más reunido, más corto, pero con sus dos puntas
coronando los cabos finos. Humilló en los percales sin gran entrega, fue
vulgarón a chocar con el penco y no se fue lejos tras cada chicuelina del
galleo de Fernando. Una pena fue que
tuviese el toro tan poca raza, porque gateaba el trazo cuando le permitía su
escaso fondo, pero no había más que dos gotas en el pozo. Faena de esfuerzo y
de porfía la de Fernando, sabiendo
que no estaba el triunfo que necesitaba en el mortecino negar arrancadas del
castaño, a regañadientes cuando acudió. Lo pinchó, además, hizo guardia el
segundo intento y en silencio concluyó su labor.
FICHA DEL
FESTEJO
Plaza
de toros de La Malagueta. Segunda de Feria. Corrida de toros. Más de media plaza.
Seis toros de Martín Lorca. 1º Aflijido, noble y con bondad pero de
poca raza. 2º Remiso, desclasado y áspero. 3º
Deslucido, sin raza y protestón. 4º Buen fondo pero sin inercia. 5º Bravo y con transmisión a menos. 6º Con buen aire en el fondo y mortecino, desrazado.
Salvador Vega, (rioja y oro); Vuelta al ruedo y oreja.
David Galán, (sangre de toro y oro) Vuelta al ruedo y ovación.
Fernando Rey, (azul pavo y oro) Silencio tras aviso y silencio.
Cuadrillas: Saludó tras grandes pares Javier Ambel en el segundo y bregó de dulce en quinto.