SANTIAGO ROMÁN
Con una corrida de Vellosino regresaban las corridas de toros con público a las plazas de toros en España. Lo hacían en la tarde de este 18 de julio en un festejo en el que tomaban parte Finito de Córdoba, Ernesto Javier «Calita» y Alberto López Simón. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las miles de víctimas de la Covid-19.
Además, el alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez, fue el encargado de entregar una placa conmemorativa de parte de la afición de la ciudad al que ha sido durante 35 años presidente de la plaza de toros, Juan Carlos Nava Gómez. Esa misma placa fue colocada posteriormente en el palco de la plaza de toros.
Tuvo presencia el abreplaza de Vellosino, que careció, sin embargo, de raza y de espíritu para que Finito terminase de aprovechar la nobleza que enseñaba. Y prometió el primer encuentro, en un saludo a la verónica propio de un gran capotero como el cordobés, pero ahí murió la pelea. Porque tras el puyazo, largo, la faena de muleta fue un aseo pulcro y bien intencionado del Fino con un animal que no tenía fondo para que llegase emoción alguna. Un pinchazo previo a la estocada dejó la labor de Finito en una ovación.
El mexicano Calita se encontró de cara con la imponente presencia del colorao segundo y con los nervios propios de llevar tanto tiempo sin torear en público, por lo que sufrió un susto mientras manejaba el capote que le hizo espabilar. Pero no terminó de entenderse con el animal en la muleta, a pesar del afán y la intención. Lo mejor, la estocada antes de escuchar silencio.
Fue frío el saludo capotero de López Simón al tercero, que fue lo único frío en una faena tan a más como se vino el toro a menos. Asentado y seguro, supo Alberto comprender las cualidades de una embestida entregada pero cada vez más corta por la fuerza limitada del animal. Sin embargo, cuanto menos enseñaba el toro su boyantía, más despacio se lo hacía López Simón, firmando una faena de altura, centrada y con los tiempos muy medidos. Una estocada contraria sirvió para pasear una oreja, a pesar de la doble petición.
De nuevo emergió la pintureria taurina de Finito con el capote para recibir al cuarto. Vistoso fue el tercio de varas, con un astado empujando y un picador colocando la puya en todo lo alto. Luego no lo pararon a tiempo y se llevó otros dos varazos del que guardaba puerta, que a la postre resultó excesivo castigo. A las primeras de cambio perdió las manos el burel ya en el tercio de muleta. La humillación y bravura brillaron por su ausencia con un Finito intentando sacar algo donde no había. Alargó la faena de forma innecesaria. Mal con el acero. Necesitó varios descabellos. Obtuvo ovación tras aviso.
Algo más entonado se mostró Calita con su segundo, llevando largo el brazo en cada embestida del Vellosino. Un astado al que le costaba emplearse bastante por el pitón derecho, quedándose corto en los cites y por el que el mexicano insistió, a pesar de que la condición del animal parecía mejor por el izquierdo. Al final hubo de volver al natural, pero ya fueron menos limpios los pases. Lo pasaportó de una entera algo trasera que terminó dando para pasear una oreja.
Con el compás abierto saludó López Simón al cierraplaza en un lanceo brillante que tuvo su continuación en las chicuelinas al paso para llevar al toro al caballo. Y también por chicuelinas fue el quite, abrochado con una revolera. Fue en la mano derecha donde cimentó su faena de muleta. Tres factores caracterizaron la actuación del madrileño: ligazón, temple y despaciosidad, en un torero muy decidido que usó la serenidad como arma para andar muy despacio delante de la cara. Una estocada certera le puso una oreja en la mano, a pesar de que volvió a haber doble petición y gran bronca al palco por no concederla.
Al final, López Simón se hizo acreedor de la Puerta GRande, que no se abrió debido a las medidas excepcionales contra la Covid-19.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Ávila. Primera de feria. Corrida de toros.
Toros de Vellosino, con presencia pero sin fuelle. Noble y con calidad sin raza el anodino primero; con transmisión el segundo; de buena clase a menos el tercero; sin raza el cuarto, muy castigado; noble y pasador el quinto; con entrega y calidad el sexto.
Finito de Córdoba, ovación y ovación tras aviso.
Ernesto Javier «Calita», silencio y oreja.
Alberto López Simón, oreja y oreja.