JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
Era
fiel este sábado Soria a su corrida de Adolfo Martín, en la que en esta ocasión
hacían el paseíllo Morenito de Aranda, Paco Ureña y Martín Escudero. A las seis
en punto de la tarde arrancaba la función, que tenía una gran entrada en los
tendidos.
Frío de
salida se mostró el primero de Adolfo, al que Morenito dejó varios capotazos
limpios a la verónica para que, en el primer encuentro con el caballo,
derribara al piquero y le partiese la vara. Le dio en el segundo puyazo pero
proseguía tras él y en el tercio de banderillas con una embestida dormida el
cárdeno. Listos anduvieron Pascual Mellinas y Zamorano en banderillas, al igual
que Martín Soto capote en mano. Brindó su labor al público, pero no rompía el
astado de Adolfo. A media altura lo llevó Jesús, que no se acopló a un astado
pasador, que proseguía con un tranco dormido y sin romper en los embroques. Fue
tomando sentido, quedándose más corto en el final del muletazo. Intentó alargar
la labor el torero burgalés, pero imposible resultó el lucimiento. Espada en
mano, Martínez dejó una espada tendida en los medios. Silencio.
Hincó
el mentón en el pecho Paco Ureña en el recibo al segundo de Adolfo, un toro que
esperó a los banderilleros y que, antes, pegó cornadas al peto. Decidido se fue
el murciano a brindarle al público un inicio muleteril en las mismas tablas que
tuvo muchísimas estética. Directamente se fue a los medios a plantearle faena
al cárdeno por el lado derecho. Tardaba mucho el toro en meter la cara, pero
aguantaba Ureña hasta el final la embestida del toro, muestra evidente de
valor. Intentó salir airoso en las siguientes series el murciano, tocando a
tiempo al natural y teniendo un sentido de la medida fenomenal con ese astado.
Al natural se crujió poco después el murciano, cuajando al animal en
extraordinarios momentos por la zurda. Le arrastró la muleta muchísimo al toro
y, tras un soberbio espadazo, le cortó dos orejas.
Bordador
llevaba por nombre el tercero de la tarde, un toro en el tipo de sus hermanos
al que sólo dos verónicas limpias le dejó Martín Escudero. Echó la cara arriba
el animal, algo que ejecutaría durante toda la faena el toro. Le tuvo que
aguantar para alargar los muletazos en la primera tanda Martín Escudero,
consintiendo al animal hasta que lo sorprendió e incluso le dio un varetazo en
el muslo derecho. No fue a más la labor del joven, que fue a por la espada para
dejar una estocada baja. Silencio.
Fue
devuelto antirreglamentariamente el cuarto toro de Adolfo Martín, un astado de
clara procedencia Saltillo y con pitones precisamente asaltillados que el
palco, ante unas protestas injustas por parte del respetable, decidió devolver.
Tras ver el pañuelo verde, salió un toro del mismo hierro, primer sobrero, que
fue un auténtico marmolillo que no permitió dar un muletazo limpio a Morenito.
Pasó las de Caín el torero de Aranda con la espada, pinchando delantero, sin
poder finiquitar con el astado.
No tuvo
demasiada suerte Paco Ureña con el quinto de la tarde, un toro que se mostró
complicado para los hombres de plata en los primeros tercios. Brindó al maestro
Juan Mora su labor, que estaba en el tendido: «Maestro, hay dos toreros en
mi vida que han significado, uno el maestro José Tomás y el otro el maestro
Juan Mora. La grandeza y la pureza del toreo es usted”. No tuvo suerte con el
animal. Pasó ligero de pies el torero murciano para, de forma eficaz, meter la
espada algo desprendida.
El
sexto, de nombre Monerías, era para Martín Escudero, un toro al que recibió de
forma airosa. Cumplió el animal en el caballo y, tras el brindis al público,
valiente anduvo el joven en los estatuarios en el centro del anillo, destacando
un natural de remate que tuvo gracia. Tmbién le aguantó en las siguientes
tandas por la zurda hasta que le robó el engaño. Se fue apagando el animal,
dejando con la espada varios pinchazos. Silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Soria. Tercera de Feria. Corrida de toros.
Seis
toros de Adolfo Martín.
Jesús Martínez «Morenito de Aranda”, silencio y silencio.
Paco Ureña, dos orejas y silencio.
David Martín Escudero, silencio y