Sevilla abría hoy domingo su ciclo continuado con una seria corrida de Fuente Ymbro, un encierro al que le faltó raza para irse tras los vuelos de la muleta de tres jóvenes que venían buscando ese triunfo que les hiciera subirse al vagón de las ferias. El único que pescó premio fue Lama de Góngora ante el gran cuarto, un toro de bandera que nunca se cansó de embestir. Una faena en el alambre que dejó con la miel en los labios a una afición que no dudó en ovacionar en el arrastre a un toro de apuesta. Ese alambre por el que se movieron Calerito y Navalón, dos toreros que mostraron a la Maestranza su interesante concepto del toreo. Al primero le echó un capote la Macarena tras colgarlo del pitón el completo quinto, un susto que le podía haber llevado directamente a la enfermería pero que quedo en eso, en un monumental susto. El de Aznalcóllar se libró del hule y Navalón cruzó la raya en varias ocasiones mostrando este un valor seco que asusta. El valenciano torea de verdad y no se alivia en la suerte suprema, los quiere matar.
Ovacionado Lama de Góngora con el geniudo primero
Hondo y largo fue el primero de la tarde, un toro de Fuente Ymbro que poco se parece al prototipo de animal que se busca en Sevilla. Un astado serio, pero sin esa armonía en sus hechuras que siempre ha salido en esta plaza. Dibujó Lama algunos lances sueltos de salida ante un astado que tendió a desplazarse mejor por el lado izquierdo. Tras cumplir en el jaco estuvo a un tris de echarse a los lomos a Calerito cuando este quitaba por chicuelinas. No fue fácil de banderillear, de ahí el mérito de los pares que colocaron Javier Crespo y Fernando Sánchez. Ya había cantado que por el derecho su viaje iba a ser corto y en línea recta, de ahí que los mejores pasajes del trasteo de Lama vinieron cuando supo cogerle la velocidad por el izquierdo a un toro que pesó mucho en la muleta. Dibujó algunos naturales sueltos en una faena que nunca llegó a romper a un toro al que había que llegarle mucho y tragar cuando este embestía con todo. Ya con el ejemplar gaditano venido a menos acortó distancias en un final sin demasiada historia. Tras dejar una estocada algo tendida fue obligado a saludar desde el tercio ante un toro que nunca se entregó.
Calerito dibuja dos tandas de fino trazo antes de apagarse el noble segundo
Tampoco se entregó de salida el castaño que hizo segundo, un toro más fino de cabos que su hermano lidiado en primer lugar. Ejemplar que embistió siempre media altura en el saludo capotero pese a tener cierto temple a zurdas. Dicha cualidad supo aprovecharla Navalón para cincelar un cadencioso quite por chicuelinas rematado con una media de gran cadencia detrás de la cadera. Levó a rajatabla el sevillano aquello de “pronto y en la mano” nada más brindar su faena al primero de su lote. El de Fuente Ymbro galopó desde la larga distancia dejando Calerito dos tandas marcadas por el temple. Pese a no humillar en exceso se fue largo tras la pañosa de un espada que nunca lo apretó por abajo, acompañando este el muletazo con la cintura. Tras esas dos tandas el nimal bajó la persiana imposibilitando que su labor acabara de romper. Tras una desigual tanda a zurdas volvió a tomar la mano derecha, pero el astado ya no podía ni con el rabo. Cesó la música y el sevillano se fue a por la espada. Tras un primer encuentro donde la espada topó con una banderilla lograría enterrar el acero saludando una ovación desde el tercio.
Navalón muestra su personal concepto en una labor firme y de gran poso, y da una vuelta al ruedo en el tercero
Se fue a la puerta de chiqueros Navalón para recibir al tercero en un claro gesto de compromiso con la afición. Aguantó la embestida del astado gaditano para soltar una larga antes de saludarlo con un ramillete de verónicas que no siempre salieron templadas. Galleando por chicuelinas llevó al ejemplar al jaco, toro que tampoco se empleó con bravura en la cabalgadura montada por Antonio Muñoz. Con las ideas muy claras salió a muletear al tercero, animal al que se lo dejó llegan en un inicio por alto de exposición junto al tercio. Atornilló las zapatillas en el albero y le corrió la mano al astado aprovechando la movilidad de este. Un ejemplar que tendía siempre a echar una miradita antes del embroque, algo que no pareció minar el valor del valenciano, un torero mostró desde el principio su vertical y asentado concepto del toreo. A zurdas aguantó la colada de un toro que estuvo a punto de echárselo a los lomos. Por ahí dibujó algún natural suelto donde demostró su gran oficio pese a estar poco placeado. Volvería a la derecha con el astado ya muy agarradito al piso, alargando este una faena que ya no podía tomar vuelo. Paciente se vio a una plaza que se mostró respetuosa y siempre atenta a todo lo que hacía un espada que pondría el corazón en un puño -a esta- con un ceñidísimo final por bernardinas. Sonaría un aviso antes de enterrar el acero al primer intento dando este una vuelta al ruedo tras una petición no mayoritaria de oreja.
Lama de Góngora le pasea la oreja a un importante Tramposo cuarto de Fuente Ymbro
Espoleado por su compañero también se iría Lama de Góngora a la puerta de chiqueros a recibir al cuarto del festejo, animal que embistió con transmisión al capote de un espada que no consiguió templarse con un toro que embestía con todo. Cortito fue el quite de Calerito tras emujar con clase en el peto, espada que dejaría dos chicuelinas y una media que llegaron rápidamente a los tendidos. Realmente bien volvió a estar un Fernando Sánchez que se ganó una justa ovación de la plaza tras un par de gran exposición en un tercio de banderillas donde también saludó Juan José Domínguez. Le puso expresión Lama al inicio de su trasteo con muletazos de su personal concepto. El de Fuente Ymbro embistió con largura y humillación a la muleta de un espada que intentó canalizar en su pañosa su trasmisora y boyante embestida. Citó desde la larga distancia -para aprovechar su inercia- a un animal al que siempre había que perderle un paso y apretarlo por debajo de la pala del pitón, un toro que exigía una apuesta total por parte del toreo. Cierto es que faltó mayor ajuste y sometimiento en varias fases de su trasteo, pero no es menos cierto que se entregó en una labor de gran compromiso. Tramposo no hizo honor a su nombre, nunca negó una embestida, ni tan siquiera cuando bajó su volcánica embestida, esa que se engrandecía cuando venía enganchada y sometida por abajo. Pese a faltarle rotundidad al trasteo el sevillano nunca dio un paso atrás dibujando este varios de los mejores muletazos de su faena en las postrimerías de la misma. Ahí deletreó naturales de gran cadencia, muletazos con sabor que llegaron a unos tendidos que se quedaron con la miel en los labios tras un trasteo sincero, pero que requirió de un paso más por parte del espada. Tras una estocada en buen sitio cortó una oreja que debe valerle para, al menos, volver a esta plaza en 2026.
Calerito se libra del hule y da la vuelta al ruedo tras una sincera labor al complejo quinto
Poquita fuera tuvo el quinto, animal que embistió con las manos por delante en el recibo capotero de Calerito. El hispalense buscó pulsearlo con gusto, poniéndole expresión a un recibo que llegó rápidamente a los tendidos. Tras cuidar al toro en el jaco entró Navalón en su turno de quite para volver a hacerse presente tras su sincera labor al tercero. Variado estuvo el valenciano ante un astado pronto, pero todavía por definirse, ese que se iría como un avión a la muleta de Calerito en la primera tanda de su trasteo. Colocó la cara por el lado izquierdo un astado que exigió en colocación y alturas. Se volvió a poner en sitio ante un toro que no acudió con la misma entrega. Fruto de ello vino el percance que heló a la Maestranza. El de Ricardo Gallardo cogió de fea manera a un espada que afortunadamente no tuvo que pasar a la enfermería. Volvió a la cara del animal para torear en redondo, por ahí asentó zapatillas y templó de forma excelente la embestida de un toro al que acertó en no dejarlo pensar y llevarlo empapado en la pañosa. Esa continuidad -en los muletazos- que no tuvo la serie posterior, algo que menguó el diapasón de su trasteo. Con el de Fuente Ymbro ya muy metido en tablas este soltó la cara en uno de los remates, golpeando la rodilla de un espada que mostró visibles gestos de dolor. Tras enterrar el acero al segundo intento se le pidió la oreja -de forma no mayoritaria-, no siendo esta concedida por Fernando Fernández Figueroa. Pese a no pasear premio este daría una calurosa vuelta al ruedo tras mostrar gran disposición ante un animal con disparo, pero con una serie de aristas difíciles de resolver para un torero con tan poco bagaje en los ruedos.
Silenciada la porfía de Navalón con el parado sexto
Por segunda vez se volvió a ir Samuel Navalón a la puerta de chiqueros. Se puso de hinojos el valenciano para recibir al castaño de Fuente Ymbro que cerraba plaza, otro toro serio y bien armado que embistió sin emplearse en demasía en el capote. Tras un tercio de varas sin demasiada historia fue Lama de Góngora quien quitaría con garbo por chicuelinas a un nimal que siguió evidenciando que no iba a tener la virtud de la entrega. Navalón volvió a quedarse en el sitio con el incierto astado, animal que embistió en línea recta pese a venir empapado de muleta. El valenciano le dio distancia, esa que tuvo que ir recortando hasta llegarle hasta el mismo hocico. Lo trató con suavidad, le hizo las cosas perfectas en colocación y alturas, pero el toro nunca tuvo la intención de irse tras los vuelos. Porfió sin encontrar ese premio que venía buscando al chocar contra la falta de casta del ejemplar propiedad de Ricardo Gallardo. Faltó limpieza a un labor condicionada por un animal que le avisó en varias ocasiones al acortar su embestida y quedarse debajo cuando pasaba por la jurisdicción de su oponente. Tras pasaportar al astado sería finalmente silenciado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Segunda de abono. Corrida de toros. Media entrada.
Toros de Fuente Ymbro. De desigual y genuida embestida un primero pesador en los trastos; con temple y buen ritmo a derechas un segundo que duró un suspiro; de movilidad pasadora un tercero al que le faltó raza y empuje en los trastos; de volcánica y entregada embestida el importante y bravo cuarto; con disparo y cierta desigualdad un quinto de compleja embestida; sin celo ni entrega el parado sexto.
Lama de Góngora, de obispo y oro: ovación con saludos y oreja.
Calerito, de verde Esperanza y oro: ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición.
Samuel Navalón, de blanco y oro: vuelta al ruedo tras petición (aviso) y silencio.
INCIDENCIAS: Tras el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Alfonso Ordóñez.
CUADRILLAS: Se desmonteraron Juan José Domínguez y Fernando Sánchez en el cuarto.
PARTE MÉDICO CALERITO: “El sevillano sufre un traumatismo a nivel de rodilla derecha, presentando este limitación en la flexo-extension con dolor en las maniobras de flexión y extensión de la articulación. No deformidad ni signos inflamatorios. Pulsos femoral, popliteo, tibial posterior y pedio conservados. Hemodinámicamente estable. Eupneico. Sin afectación de nivel de conciencia. Se recomienda estudio radiológico complementario para determinar alcance de la lesión. Se traslada al hospital. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia. Firmado: doctor Octavio Mulet”.
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA
