Hoy, al finalizar el
festejo, el mayoral de la ganadería, ha saludado tras una gran ovación. Madrid ha
reconocido a sus toros y de paso sus interminables jornadas de trabajo que van
de Sol a Sol. La ganadería de Rehuelga, además de lidiar uno de los mejores
toros de la temporada madrileña, deja el listón de su cotización de cara a la próxima
temporada muy alto.
Estos hombres la mayoría anónimos,
desconocidos para la gran masa, suelen tener la piel curtida por el sol, la
forma en la que la intemperie esculpe su fisonomía, pero lo que caracteriza a
todo buen mayoral es la humildad. Ese respeto hacia los demás que alcanzó con
matrícula de honor en la particular Universidad de la Dehesa brava.
Sin un buen mayoral no hay una buena ganadería. Y el mayoral
reconoce a simple vista de dónde viene cada toro, «por las pintas y por las
hechuras”. Como un almirante de secano, pero sin entorchados ni más empaque que
su certidumbre, la que le da llevar toda una vida cuidando y seleccionando
toros, hablándoles, porque los toros reconocen su voz. Se mueve por su territorio con
su bastón de mando, y su antiguo puro en la boca. El caballo su amigo y su compañero
de vida. Seguramente cuando define los rasgos de «su” ganadería diría «Un toro hondo, serio, encastado,
con entrega, de comportamiento muy serio. De mucho respeto”.
El mayoral es un enamorado del ganado de lidia, y es el encargado principal de una explotación de reses de
lidia. Junto
al ganadero, vive las
24 horas con los toros, conoce a cada animal, sabe sus orígenes y organiza la
seguridad, el herraje, los tentaderos, el saneamiento. Hay un proverbio chino que dice «los momentos de crisis son de limpieza y
depuración, en los que perdurará lo que tiene que quedar…Van a quedar los que
son de verdad” Cuanta razón tiene esta moraleja oriental, porque de verdad, que
han perdurado la bravura de Buendía ‘Santa Coloma’ en Rehuelga.