EMILIO TRIGO
Juan José Padilla, ha dicho adiós a Las Ventas. Lo ha hecho como él quería, en pleno San Isidro y con el papel acabado. Lo ha hecho a lo grande, humilde como nadie y con el cario y el respeto de una plaza tan exigente como la madriñeña. Seguramente hubiera querido salir por la Puerta Grande, pero ya se sabe que “El hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone”.
‘El Ciclón de Jerez’ todo un emblema de triunfo y un ‘Icono’ para heroico para toda la sociedad ha puesto el punto y final a su particular carrera en la capital del reino. Un punto y seguido en la temporada de la despedida. Padilla, ha sido fiel a su estilo y defendiendo al máximo su personal tauromaquia. Raza, entrega, variedad y verdad delante del toro y transparencia ante los aficionados. Ya lo afirmó Belmonte “Se torea como es” y Padilla es un digno y fiel ejemplo de esa histórica frase.
Hoy Madrid, ha vuelto a ser esa plaza que marca todas las diferencias y que sabe entregarse y exigir como la primera plaza del mundo. Mostró su cariño y aliento al jerezano en el inicio de una tarde tan especial, con una atronadora ovación, nada más finalizar el paseíllo. Y guardó sus respetos y admiración cuando Juan José Padilla abandonaba la plaza.
Madrid ha dado una enorme lección de caballerosidad a una figura del toreo, que se ha ido sin poder triunfar a lo grande de Las Ventas, pero que se lleva el triunfo de haber dejado una gran huella en la afición de la primera plaza del mundo.