Llegará un día en que nos acordaremos. Amanecerá la jornada en que ya no estén en activo los que llenaron Las Ventas hoy y habrá que preguntarse si lo soportarán entonces los que recojan el testigo. Porque nos regocijábamos hoy, en nuestra distancia social del metro y medio, cuando regresaba el toro a la primera plaza del mundo y el himno de España ponía los pelos como escarpias a los que contemplaban en el ruedo a los más grandes de hoy. Era emotivo porque volvíamos, porque regresaba, porque lucía de nuevo y porque se hacía presente la esperanza a dos días de las elecciones de la Libertad. Y todo eso lo habíamos echado mucho de menos.
Tanto como echaremos a El Juli cuando ya no toree más. A pesar de sus encuentros y desencuentros con este coso, esa forma de echar el pecho sobre la suavidad de la verónica, esa forma de cambiar la mano con la sutileza de un orfebre y que el cambio fluya redondo para arrancar el olé. Sorpresivo, barriguero. Rotundo. Tanto como mostró Julián hoy que se hace el toreo cuando lo has echado tanto de menos en la reclusión de El Freixo, donde el toreo no se hace en un ruedo con 6.000 personas. Y a Las Ventas no se viene si uno no tiene intención de apostar. Y dicen que no le hace falta…
Tampoco se la hace –o no debería- a un Diego Ventura que parece gozar una barbaridad cuando Fabuloso aguanta la carrera del de Capea y hasta quita las manos para macerar el quiebro. Y sale rotundo, limpio, tremendo en la ejecución y en el resultado. Sabe Ventura llegar a las teclas de esta plaza, pero se echará de menos su presencia cuando lo imiten al torear sin cabezada y dejar que Bronce se doble ante la cara del toro para torear casi él solo. Se le echará de menos porque no será él, y ya debería existir el recambio.
Como tendría que tenerlo un Ponce que hoy bailó con la fea, y a eso no está acostumbrado. Una hora había pasado cuando salió al ruedo el animal de Capea que hoy le tocó matar. Los dos Juampedros que trajo debajo del brazo se fueron por donde vinieron por no traer un mínimo de fuelle para embestir. Pero tampoco el valenciano dio con las teclas del Murube charro, y sólo a retazos recobró el interés. Lo de matar…
Eso lo borda Manzanares, que sentó de culo a un Victoriano asperote y enrazado que se empeñó en amargarle la fiesta al que venía de una lesión. No fue una tarde fácil para Josemari con el toraco de Guadalix, pero supo encarar el problema, asentar planta y aportar solución, de modo que hasta llegó el toreo con la diestra después de mucho sobar, de mucho soportar vencidas, coladas y queos. Por eso paseó una oreja que debió saberle a dos.
Como le supo a un Perera que se plantó de rodillas en el centro del anillo para pegarle un cambiao al correoso Fuenteymbro. Y tirar de muñeca, y alargar los viajes, y cerrar la mano para abrirla en el final, cuando debe el vuelo volar muy largo. Es tan perfecto en la técnica, tan superior al ejecutar que parece demasiado fácil templar como lo hace él. Y el que quiera, que pruebe…
Como puede probar cualquiera a ser Paco Ureña y apostar, aunque encontrar el mismo resultado ya no será igual de fácil. Pero si no vas a jugarte nada y vas a enfriarte en el ruedo como el fondo del toro es mejor que no comparezcas. Aunque pegues muletazos buenos y haya alguno con corazón.
Porque corazón tuvo Guillermo García hasta que se fue del ruedo, pero opciones de que pasase algo sólo existieron antes de la primera voltereta. Hasta entonces tuvo confianza para sustentar el descaro con que salió; largas cambiadas en el tercio para tomar contacto, gaoneras de ceñido perfil para que no le olviden. Porque quiere que le echen de menos y ahora todavía siente que está de más. Por eso se empeña en que vuele el trapo. El trapito más bien, porque no parece que su muleta diminuta sea la mejor opción.
Pero eso el tiempo lo dirá. Como dirá también lo que echaremos de menos, porque si hay algo claro en el toro de hoy es que es necesario el recambio de mañana. Y en el recuerdo de hoy sólo queda la reinvención que Juli demostró en Madrid. Donde hasta para volver a volver hay que ofrecer algo más…
Grandes triunfos de Diego Ventura y El Juli en el festival de reapertura de la plaza de Las Ventas. Oreja para Manzanares, Perera y el novillero Guillermo García. pic.twitter.com/aSc25qXdDf
— Toros (@toros) May 2, 2021
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Festival con picadores de reapertura de la plaza. Lleno en el aforo permitido -6.000 espectadores-.
Toros de El Capea (con ritmo, calidad y buen son el primero; de noble bondad sin espíritu el segundo tris); Juan Pedro Domecq (devuelto por flojo el segundo y devuelto por inválido el segundo bis); Garcigrande (bravo, emotivo y enclasado el buen tercero), Victoriano del Río (exigente, enrazado y asperote el complejo cuarto); Fuente Ymbro (díscolo pero con muy buen fondo el agradecido quinto); Jandilla (frío y sin sustancia el insulso sexto) y El Parralejo (con movilidad, repeticiónj, humillación y calidad el gran utrero séptimo).
El rejoneador Diego Ventura, dos orejas.
Enrique Ponce, silencio tras aviso.
El Juli, dos orejas.
José María Manzanares, oreja.
Miguel Ángel Perera, oreja tras aviso.
Paco Ureña, ovación tras aviso.
El novillero Guillermo García, oreja.