MORÓN DE LA FRONTERA (SEVILLA)

Los sueños, sueños son


viernes 18 junio, 2021

El mal juego del ganado imposibilita el triunfo de una terna que congregó en Morón de la Frontera a una afición ávida de ver buen toreo. Juan Ortega paseó la única oreja de una tarde descafeinada.

El mal juego del ganado imposibilita el triunfo de una terna que congregó en Morón de la Frontera a una afición ávida de ver buen toreo. Juan Ortega paseó la única oreja de una tarde descafeinada.

PABLO LÓPEZ RIOBOO

Diego Urdiales, Juan Ortega y Pablo Aguado trenzaban el paseíllo en uno de los festejos que más expectación había creado en el panorama nacional por la concepción artística que cada uno de los diestros tiene en su tauromaquia. Tres conceptos del torero con el denominador común de la pureza. Tres toreros que traían ese ‘run run’ que hace tanto bien a la fiesta. Pero falló lo elemental, el ganado. Para torear despacio hace falta que un toro te embista con ritmo sostenido, entrega y humillación. Torear es mucho más que dar pases, torear es expresar, sentir, dejar fluir la embestida para crear una obra efímera, bella, arrebatadora. El bien torear está al alcance de unos pocos, hoy en Morón se citaban tres de ellos con dos ganadería que tienen la llave de la embestida enclasada. Pero las cosas no siempre salen como se sueñan, hoy ese sueño, se tornó en decepción. Como escribió Calderón de la Barca «toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son».

Se paladeó el toreo a la verónica en el recibo de capa de Urdiales al primero de la tarde. Lanceó con primor a un toro de Murube que embistió con un son especial. Se durmió el riojano en un ramillete de verónicas que tuvo su cénit en tres lances ‘arromerados’ de mano baja y cintura partida. Un monumento al bien torear. Tenía delante a un animal con la cualidad innata de la clase y la entrega, pero al cual no se podía apretar por su justa fortaleza. Embarcó la embestida a media altura de ‘Amistoso’, un Murube de casi seis años que sacó lo mejor de la casa. Todo lo quiso hacer despacio. Venía entregado el animal en cada cite, para acompañarlo Urdiales de mitad de muletazo en adelante. Faena que pese a su brevedad nunca perdió el ritmo. Ese ritmo que tenía como virtud el toro y que fue canalizado por un toreo que si de algo sabe es de torear despacio. De dormirse en cada muletazo, de atemperar la velocidad de un animal tan dulce como medido. Una estocada en el hoyo de las agujas dejó en una ovación una faena de indudable torería. El segundo de su lote, un marmolillo de Juan Pedro dejó inédito al riojano.

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Le cortó la oreja Ortega al simplón que hizo quinto, un toro de Juan Pedro con movilidad pero falto de clase y entrega. Ortega dejó un torerísimo inicio por bajo, abriéndole los caminos al animal con sumo temple y torería. Toro al que siempre le costó entregarse. Acertó en distancias y alturas, siempre citando de frente e intentando llevarse el toro tras la cadera. Le dio su altura y su sitio a un animal que se atemperó con la suavidad del sevillano. Toreó con cintura y muñecas, con temple y compás a un animal que nunca se deslizó con calidad. No se salía de los trastos, pero poco a poco lo fue metiendo en el canasto pese a  sacar siempre a relucir su geniecito. Soltó muñecas y cintura en una faena de gran temple y hondura. Toreó dentro y fuera de la cara de un astado muy justo de presencia. La oreja tras un gran volapié hizo justicia a una faena en la que solo Ortega apostó por el triunfo.

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Salió con más brío el segundo de la tarde, un animal que la tomó con cierta transmisión y al Ortega dejó un templado y estoico recibo a la verónica. Siempre ganándole un paso al animal para colocarse al siguiente lance. Aires trianeros los de un torero con sello propio. Bailó con el toro en un quite por chicuelinas rematado con una media detrás de la cadera, para más adelante realizar una faena breve pero con destellos de su particular toreo de trazo largo ante un ejemplar de Murube que duró un suspiro. Saludó desde el tercio tras dejar muletazos sueltos de buen corte.

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Basto y acapachado de cuerna fue un sexto de Murube de embestida descompuesta, pese a su fondo de nobleza. Tenía sus cositas el animal. La media distancia era una de ellas. Acertó Aguado en no apretarle en el inicio de faena, lo llevo a su aire en los primeros compases, para más adelante apretarle algo más. No fue fácil el animal, tenía que ir siempre muy tapadito y sin toques bruscos. Sus mejores muletazos vinieron cuando se relajó y tiró de muñecas. Aprovechó las querencias del toro para dibujar derechazos marca de la casa. Por el izquierdo tenían que ser de uno en uno, ya que tendía a reponer entre muletazo y muletazo. Se entretuvo con el descabello y escuchó dos avisos.

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Muy protestado de salida fue un tercero, un bonito animal que nunca quiso ir hacia adelante. De arisca condición siempre embistió a media altura y sin salirse de los vuelos. Un toro con ‘guasita’ al que Aguado pudo sostener en el tercio. El sevillano intentó a base de colocación y ausencia brusquedades robarle algún muletazo, pero el de Juan Pedro tendía a soltar la cara y defenderse. No hubo continuidad en un trasteo sin eco en los tendidos. Abrevió y fue silenciado.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Morón de la Frontera (Sevilla). Corrida de toros. Casi lleno en el aforo permitido. Toros de Murube (1º/2º/6º) y Juan Pedro Domecq (3º/4º/5º). Desiguales de presentación y de pobre juego. De gran clase, entrega y ritmo sin motor el justo de fuerzas primero. Con la raza medida el noble y a menos segundo. Con genio y cierta ‘guasa’ el rebrincado tercero. Apagado y sin fuelle el marmolillo cuarto. Con movilidad pero exento de clase el pasador y simplón quinto. De embestida descompuesta basto y mansurrón sexto.

Diego Urdiales (Pizarra y oro): Ovación con saludos y silencio

Juan Ortega (Verde botella y azabache): Ovación con saludos y oreja

Pablo Aguado (Berenjena y oro): Silencio y silencio tras dos avisos

 

INCIDENCIAS: Se desmonteraron ‘El Víctor’ y Juan Carlos Tirado en el cuarto, y Andrés Revuelta en el quinto. Diego Ramón Jiménez fue trasladado a la enfermería tras parear al tercero de la tarde. Sufrió un pinzamiento en la espalda provocado por el nervio ciático que no le dejó continuar la lidia.

FOTOS: ARJONA