EMILIO TRIGO
La climatología
de Sevilla no invitaba a los toros. Una tarde gélida que recordaba al inverno
más cerrado, y en absoluto a la primavera. Lluvia, viento y frío fueron los
agentes que arreciaron durante todo el día. Ya lo dice el refrán: «En abril aguas mil”. Lamentablemente una
jornada inicial que ahogó las esperanzas de tres valientes que dieron la talla,
se jugaron el tipo, pero vieron cómo su esfuerzo no tuvo recompensa ni triunfó. Una terna que luchó contra todos los elementos, incluida la desrazada
pero noblona corrida de Hermanos Tornay. El debut ganadero de Manuel y Antonio
Tornay en la Feria de Abril se recordará por haber sido una tarde cruda.
Corrida limpia, fina de cabos y seria en presentación, pero venida a menos en
el último tercio por falta de raza.
La terna de jóvenes
toreros ofreció lo mejor de sí mismos. Nada de fisuras en tomar las decisiones
en común y entrega máxima ante sus particulares lotes. Se lo jugaban todo a una
carta. No dudaron en «tirar p´alante” en ningún momento tras inspeccionar el
irregular ruedo y tampoco escatimaron esfuerzos ante los seis. Por tanto, el
mayor triunfo de la tarde, fue la demostración de ganas e ilusiones con la que
la terna afrontaba la corrida. Importante compromiso adquirido para desafiar a
todo, con el convencimiento de que se podía triunfar y era necesario triunfar.
Así los tres fueron quemando sus cartuchos ante los seis, tras relucir que
cuando el toro no embiste lo tiene que hacer uno mismo. Atacar y acortar
distancias para montarse encima, para dejar ver a Sevilla las
ilusiones con las que se llegaba al festejo y para que otros empresarios, se
fijaran que hay toreros para mayores empresas. Esta vez la raza la han puesto
tres jóvenes y gallardos toreros, Esaú,
Fortes y Borja.
Esaú se fue a chiqueros para recibirlo a
portagayola. Cruzó el albero de forma contundente y serena. Se plantó allí y
recetó un vibrante saludo con el capote. Mientras el viento soplaba con
virulencia sin importarle al sevillano. Brindó al respetable, tal vez el único toro
que tuvo 15 arrancadas- posiblemente acusó el abreplaza la tremenda pirueta que
se pegó durante la lidia- las mismas que Esaúa provechó para dejar lo más artístico con la zurda. Naturales templados de
mano baja que llegaron al tendido con importancia. Brotaron largos y
despaciosos. Por el derecho, el toro hacía rectificar en el inicio de cada
tanda y tendía a soltar más la cara. Hubo un desarme inoportuno cuando aquello
cogía temperatura. Se metió entre los pitones con un sincero arrimón final que
tuvo relevancia. Fernández dejó ver
su serenidad y crecimiento como torero. Ante el cuarto, su labor resultó interesante.
Por entonces, la lluvia apretaba con violencia y el frío empezaba a meterse por
todos lados. Esaú lo intentó todo, pero no encontró astado colaborador. Se
agarró al suelo y se negó a embestir. Desrrazado, que tiró la cara arriba y que
se metía por dentro. Esaú lo intentó
con porfía pero acabó desesperado ante las nulas opciones del animal.
El segundo
espada del cartel, Fortes tampoco
escatimó en esfuerzos. Intervino en quites durante la tarde y expuso una
barbaridad sobre todo ante el desclasado quinto. Se la jugó Saúl con el incierto, un oponente que
llegó a la muleta descompuesto, con una embestida sin entrega y soltando la
cara. Valentísimo el malagueño en una faena en la que lanzó la moneda, se puso
en el sitio, donde los toros pegan fuerte y tragó tela. Su embroque era el de
un torero sincero, dando el pecho, como si el toro fuera o fuese a romper a
bueno. Un toro que venía en línea en cada muletazo y que arrollaba en el
encuentro. No quiso hacer presa el quinto pero sí mantuvo la incertidumbre en
el respetable. Transmitió peligro por estar más a la defensiva, que por malas
intenciones. Sin embargo, el malagueño demostró sin aspavientos que le sobra
valor y capacidad. Aguantó paradas y dudas ante dos astifinos pitones que le
rozaron en alguna ocasión. Fue Fortes quien embistió y Sevilla le reconoció el esfuerzo. El segundo de la tarde fue
un toro que ya desde salida se quedó corto en el capote. Viaje con chispa de
salida de poco recorrido. Se impuso el malagueño en una faena que no tomó el
vuelo requerido por la sosería del animal. También le tragó a este, más sordo
que el quinto. Al final de labor alcanzó lo mejor al sacar de uno en uno, muletazos
templados. Imprimió estética en ese bello pasaje con un toreo de planta erguida
y firmeza. Muy por encima el matador de la Costa del Sol a su lote.
Cerraba
cartel el sevillano Borja Jiménez. Al
igual que sus compañeros se estrelló sin opciones a un lote de nulo juego. Tiró
de oficio y vergüenza torera ante el deslucido tercero. Porfió sin tener distinción
el de Espartínas desde se abrió de
capote. Faena de muleta sin eco en los tendidos por la sosería y falta de casta
del animal. Borja intentó sacar agua
de un pozo seco a base de no aburrirse pero fue imposible. Otro que se pegó un
enorme arrimón sin recompensa. El sexto tuvo
volumen, hondo y largo con el que Borja sólo
pudo justificarse. Se puso el mono y se metió entre pitones. Nada que hacer
ante el cierraplaza que soltó la cara y se negó a embestir. Lo hizo a base de
insistir a regañadientes. De nuevo la baza del arrimón y por desgracia
nuevamente se estrelló de ilusiones. Arrancó con merito una tanda inicial en
los medios donde el toro soltó todo su ímpetu. Lo demás querer pero no poder.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Segunda de
la Feria de Abril. Tercera de abono. Corrida de toros.
Seis toros de Manuel y Antonio Tornay. Desigual de presentación y
desrrazados, de nulo juego.
Esaú Fernández, ovación y silencio.
Saúl Jiménez Fortes, silencio y ovación.
Borja Jiménez, silencio y silencio tras aviso.
Fotos: Álvaro Pastor