MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
Román, Álvaro Lorenzo y Luis David Adame era la terna joven que hacía el paseíllo en la plaza de toros de Vista Alegre para la tercera de la Aste Nagusia. Una seria corrida de Torrestrella se lidiaba en el escenario norteño.
El colorao primero fue un animal de máxima seriedad, pero también de tremenda exigencia. Se le vino por dentro, le sacó la cara por arriba en cada muletazo y le cedió las pasadas con sacacorchos, pero la entrega del valenciano convirtió en virtudes los defectos del toro. Tuvo entrega para elegir la distancia, valor para acertar con ella y pulso para ejecutar. Siempre firme, siempre serio, siempre consciente de dónde estaba y qué quería conseguir. Hubo petición de oreja tras la estocada, pero todo quedó en ovación.
Al segundo se empeñó Lorenzo en lancearlo con cadencia, pero carecía de ritmo el burraco para embestir con franqueza en el capote del toledano. Por gaoneras quitó Luis David, conectando con facilidad con el tendido. Un gran tercio de banderillas fue el que protagonizaron Sergio Aguilar y Alberto Zayas, obligados a saludar. Y tuvo más entrega el animal en la muleta, pero le faltó clase para rebozarse y zobre todo raza para seguirla con empuje, que fue lo que le faltó a Lorenzo para que alcanzase vuelo el trasteo. Silencio.
El tercero, también burraco, se fue viniendo arriba a medida que avanzaba la lidia, hasta que llegó a la muleta con una importancia tremenda para quien quisiera apostar. Tuvo transmisión, tuvo bravura y tuvo exigencia máxima para que se le hicieran las cosas bien y estuvo en el límite del desborde para Luis David, cuyos errores menores convirtieron en genio por momentos el torrente de raza. Un arreón al matar terminó con el pomo del estoque en la boca del mexicano y la boca partida. Volvió a intentarlo en la suerte de recibir y cobró la estocada. Emocionó al tendido, que le pidió con fuerza la oreja para que la concediese el palco mientras el torero pasaba a la enfermería.
Con el cuarto dejó Román una impresión de recuperación constante, porque tuvo que apostar, tuvo que exponer y tuvo que tragar y en todas esas facetas anduvo acertado Un toro serio que hasta le puso los pitones en la cara al valenciano antes de que le metiese mano éste y se impusiese con mucha seriedad. Incluso dejó dos tandas de muletazos de mucho fuste que conectaron mucho con el tendido. Hubo petición de oreja, similar a la que hubo para Luis David, pero en esta ocasión Matías no la concedió. Vuelta al ruedo.
Con el quinto anduvo seguro y sin complicaciones Álvaro Lorenzo, pero se encontró con un toro que se movió y se movió sin entrega y sin orden, por lo que el público se puso de su parte sin importarle la falta de clase. Hubo momentos de reunión, algunos muletazos sueltos, pero no tomó vuelo la faena del toledano, que no tuvo opción. Silencio.
Luis David cerró el festejo con la cara partida, pero con la misma voluntad de triunfo con que se había enfrentado a toda la tarde, Emotivo el toro, entregado el mexicano, fue tirando de raza y de técnica para someter la movilidad del toro que había brindado al público por segunda vez. Lo mató con brevedad y salió del Botxo entre el cariño del tercio de entrada que había en Bilbao.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Tercera de la Aste Nagusia. Corrida de toros. Un tercio de entrada.
Toros de Torrestrella. Exigente y pasador sin humillación el áspero primero; sin clase ni raza el espeso segundo; enrazado y con exigencia el temperamental tercero, ovacionado; atolondrado y serio el informal cuarto; desordenado y sin entrega el trotón quinto; con movilidad y codicia el sexto.
Román, ovación y vuelta al ruedo.
Álvaro Lorenzo, silencio y silencio.
Luis David Adame, oreja y oreja