LA MÉXICO

Luis David pesca el premio entre la mala espada de Roca Rey


lunes 22 enero, 2018

El mexicano cortó una oreja de raza y gusto al sexto mientras el peruano dejaba dos faenas de quilates sin premio por la espada; voluntad de Silveti en una tarde de tres toros buenos de La Joya

El mexicano cortó una oreja de raza y gusto al sexto mientras el peruano dejaba dos faenas de quilates sin premio por la espada; voluntad de Silveti en una tarde de tres toros buenos de La Joya

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: @LaPlazaMexico

Un cartel internacional compuesto por Diego Silveti, Andrés Roca Rey y Luis David Adame era el que llegaba en la tarde de este domingo 21 de enero a la Monumental Plaza México, en un festejo enmarcado en la segunda parte de su Temporada Grande Internacional. Se lidiaba un encierro con el hierro de La Joya.

Compacta y de muy buena llegada al tendido fue la faena de Diego Silveti al serio berrendo que hizo primero, que humilló y se desplazó, pero nunca terminó de rebozarse. Llegó al tendido Diego con las gaoneras del quite y con las bernadinas de final de faena, y supo mantener siempre el tono con el toreo de mano diestra, en la línea, con el compromiso muy justo, pero la estética disparada. Así fue el trasteo del mexicano, que de no culminarse con una estocada desprendida y muy defectuosa es más que posible que hubiera recibido premio, pero quedó en ovación.

El peruano Andrés Roca Rey quiso dejar claro lo que significa tener valor en un quite por saltilleras de infarto al chorreao segundo de La Joya, serio, cuajado, con remate. Terrorífico fue el inicio de faena, con los pies atornillados a la arena mientras hacía que pasase por delante y por detrás el toro sus pitones, hurtando el cuerpo en ocasiones por no haber espacio por dónde pasar. Arrollador el peruano, con la muleta siempre por abajo pero la exigencia media, sabiendo lo que pedía a un animal que no estaba sobrado, pero ofrecía cierta entrega en el corto viaje que regalaba. Lento, parsimonioso, quieto Andrés, templado y suave, sin brusquedades para que durase más la virtud del chorreao y siempre seguro de su colocación. No así la de la espada, que cayo trasera, desprendida y a medio filo, lo que dejó sin premio una asentadísima labor.

Más solvencia que brillo tuvo Luis David Adame en el saludo que le dejó con el capote al armónico y cuajado tercero, castaño y con remate, que embistió andando, más que al galope, en el percal del sevillano. Pero le faltaban a este las virtudes de sus hermanos, y su pasar insulso y anodino impidió que el toreo solvente de Luis David llegase a la grada. Con la cara a media altura y sin empleo, regateando la embestida cada vez más y a más también en la brusquedad, no fue este tercero el toro que necesitaba el mexicano, que cumplía su tercera comparecencia en el Embudo esta temporada. Silencio.

Tampoco con el cuarto pudo Silveti pasar de voluntarioso y de dispuesto con un animal que se movió sin estilo ni clase para dejar en silencio el esfuerzo del mexicano. Tuvo facilidad con las telas y acierto en la colocación, pero no alcanzó la raza del de La Joya para componer faena de mayor calado. Silencio.

El quinto no tuvo nada que ver con ninguno de los anteriores. áspero, complicado y molesto, puso en srias dificultades los recursos de Roca Rey para domeñar embestidas mal encaradas y cobardía sin raza. Brusco, violento y siempre a la defensiva, desarrolló sentido, se resabió y sólo el valor del peruano sirvió para hacer frente al bicho de La Joya. Lo mató de estocada desprendida y se lo quitó de en medio.

El sexto fue el menos serio de un bien presentado encierro de La Joya. Acapachado y abrochadete de cuerna, tuvo cierto empleo en el capote de Luis David Adame, que varió los lances de recibo con chicuelinas bien intencionadas. Quiso citar por zapopinas al mansurrón animal, que vino andando y no tomó los engaños como debiera. Tremend fue la voltereta que le pegó el animal en el inicio muletero, cuando lo citaba en los medios para los cambiados. Visiblemente dolorido, tiró de casta el hidrocálido ante el animal, que se empleó con cierta calidad en la muleta mientras ponía el corazón un maltrecho Luis David. Hasta que se templaron los dos y comenzaron a hacer el toreo con lentitud y con gusto mediada la faena. Llegó a arrebatarse el chaval, viendo que lograba conectar con el tendido, le pegó un estoconazo y con un golpe de verduguillo se fue a pasear una oreja.

El mal sabor de boca de la falta de triunfo hizo que Diego Silveti regalase un toro, que salió en séptimo lugar y lució el hierro de Xajay, pero le faltó empuje para terminar los viajes. Por eso lo montó en la línea y vio cómo le soltaba la cara con cierto peligro cada vez que le tocaba la tela. Decidido y con voluntad se mostró el mexicano, pero le faltó continuidad en las embestidas para construir un trasteo de mayor calado. Con habilidad le metió el brazo al matar para escuchar silencio.

Al último de la noche, también de regalo, lo supo esperar a la perfección Roca Rey con el capote, porque siempre vino andando, pero vino siempre para saber esperarlo. Supo hacerlo Andrés. Vaya si supo, en un quite por gaoneras de pastill bajo la lengua, con caleserina y revolera de regalo. Este sí valió para el toreo del peruano, que se llevó una voltereta nada más coger la muleta por atropellar la razón. Pero estaba justificado en esta tarde, porque allí se lió el de La Joya a embestirle a un torero que confió, le exigió y le ligó las embestidas sin tocarlo, pasándoselo siempre muy cerca, sintiendo la entrega del público. Completamente entregado Andrés, fundido con el buen toro de La Joya. Pero pinchó arriba un par de veces antes de dejar la estocada y allí se quedó el premio. Ovación.

FICHA DEL FESTEJO

Monumental Plaza México. Segunda parte de la Temporada Grande Internacional. Corrida de toros. Dos tercios del numerado cubiertos.

Siete toros de La Joya, bien presentados y con cuajo. De buen son y entrega a menos el berrendo primero; importante y entregado el chorreao segundo; insulso y sin ritmo el anodino tercero; mansurrón y sin raza el deslucido cuarto; violento y defensivo el manso y orientado quinto; con movilidad y cierta humillación el acapachado sexto; humillador y con transmisión el octavo de regalo. Y uno de Xajay, séptimo de regalo, de corto viaje y justo empuje. 

Diego Silveti (blanco y plata): ovación, silencio y silencio en el de regalo.

Andrés Roca Rey (tabaco y oro): ovación tras aviso, silencio y ovación.

Luis David Adame (canela y oro): silencio y oreja.