Un guerrero que casi llega a Príncipe y un poeta incomprendido en una Maestranza de contrastes. Tras dar un serio toque de atención con la corrida de Victorino, De Justo llegaba a Sevilla para trenzar su segundo y último paseíllo del abono. Una tarde donde cuajó a uno de los toros de la Feria en una faena de gran contenido. Únicamente la condición del sexto le dejó sin la posibilidad de tocar el cielo con las manos.
Morante realizó dos faenas donde el pulso y el tacto fueron claves para exprimir a un lote desigual. Un José Antonio que se sintió incomprendido tras ver como no se valoraba su actuación al primero del festejo como él esperaba. Talavante soltó muñecas ante un lote que tuvo en el pitón izquierdo su mayor virtud. Gran corrida de la casa Matilla que vuelve a reeditar el triunfo de la historica Feria de San Miguel pos pandemia.
Morante dibuja el toreo con una faena al ralentí al enclasado primero bis
Tras devolverse el primero por falta de fuerzas salió en su lugar un animal de Olga Jiménez también justo en su fortaleza pero de gran calidad. Morante salió desde el primer momento a torear dejando de salida un recibo capotero donde destacó una verónica catalogada como una escultura. Se le midió en el caballo antes de llegar a un tercio de banderillas donde todo se hizo a favor de obra. Morante sabía que pese a estar cogidito de con alfileres podía sacar fondo. Y eso hizo el animal de la casa Matilla, siempre queriendo tomarla con calidad a diestras, por ahí José Antonio dibujó una primera tanda de gran cadencia. Todo lo realizó con suma despaciosidad, dándole tiempo al animal entre tanda y tanda. Poco a poco fue exigiendo a un toro que se desplazó con largura por ese pitón. Morante anduvo muy dispuesto en un trasteo marcado por la despaciosidad. Se enroscó al toro en la cintura en una tanda eterna, dibujó el muletazo como si de un cuadro se tratase. Acertó en alturas y distancias ante un ejemplar que fue corrigiendo los defectos que presentaba por el pitón derecho. El final de faena tuvo reminiscencias del pasado con muletazos por alto y un macheteo de otros tiempos. Tras dejar una estocada algo trasera y tendida la presidencia no vio mayoría de pañuelos, quedando todo en una cerrada ovación.
Talavante pierde la oreja por la espada tras una interesante faena al natural al emotivo segundo
El segundo capítulo de la tarde nos deparaba la vuelta de Talavante a Sevilla casi cinco años después. Y lo hizo ante un toro de García Jiménez que se movió mucho en los primeros tercios. Con la capa el extremeño soltó muñecas para dejar un templado saludo en el que se gustó toreando a la verónica. Lances de menos a más, tanto en intensidad como calidad. La media con la que cerró su recibo fue de cartel. Tras pasar por el caballo destacó Miguel Murillo con los palos en un tercio donde saludó montera en mano. Se puso de hinojos para comenzar una faena sin ub patrón preestablecido. Talavante caldeó la plaza con unos comprometidos pases por la espalda intercalados con una serie a derechas donde el toro se embistió con largura. El pase de pecho ya cantó que el pitón iba a ser el izquierdo. Por ahí se iba tras los vuelos, siempre tomándola con clase y humillando una barbaridad. Lo pulseó Alejandro, le abrió el muletazo para que este ganara en largura, por ahí se sintió más y mejor que por un derecho donde faltó un puntito de templanza. El toro venía como un cohete, pero no tenía la condición de reducirse. Por ese lado derecho era un punto agonía en sus embestidas, haciendo hilo y volviéndose sobre las manos. Acertó en perderle pasos, jugó siempre con esas distancias tan necesarias para que el muletazo ganara en prestancia. Un toro que pese a tener virtudes cambió en ocasiones de ritmo, algo que dificuló que la faena fuera limpia y uniforme. Talavante recitó un carrusel de pases en un trasteo donde también destacó una enorme y extraordinaria trinchera, así como varios pases de pecho. Falló a espadas, sonó un aviso, cambiando la oreja por una cariñosa ovación por parte de la afición sevillana.
De Justo cuaja a un extraordinario Filósofo de vuelta al ruedo y le pasea las dos orejas
La tarde acabó de romper con la lidia y muerte de Filósofo, un toro de bandera premiado con la vuelta al ruedo. Toro al que Emilio de Justo cuajó de pitón a rabo tras una labor de enjundia. El de Olga Jiménez siempre lo quiso todo por abajo, embistiendo con largura ya en el saludo capotero. Un animal que sin hacer una pelea espectacular en varas si empujó con clase al peto. De Justo recordó al añorado Manzanares con un quite por chicuelinas con las manos muy bajas. Se arrebujó con un toro bravo de verdad, de esos que no perdonan un fallo. Sobrevoló el percance cuando el animal derribó al cacereño en un momento de gran angustia. De Justo no acusó el golpe comenzando su faena con una antológica serie con la mano izquierda. Doblones con la rodilla genuflexa. El toro era un volcán de bravura, embistiendo con una largura y una entrega bárbara. Sabía De Justo que este era un toro para coronarse en Sevilla, y así lo hizo. Le echó las bambas al encastado animal para que este derramase su vida en embestidas de gran profundidad. Se fue siempre a los vuelos, buscando con ahínco los belfos de la muleta. Se encajó Emilio en series macizas por lo importante de las mismas. A derechas el toro no bajó su intensidad. La gente se puso en pie, la faena no era para menos. Paró, templó y mandó las embestidas de un toro de vacas, uno de esos animales que engrandecen la fiesta. De Justo andaba roto, desmadejado, había perdido la noción del tiempo. Filósofo, toro de una de las reatas más importantes de la casa, exigió siempre que lo llevaran sometido y muy por abajo. A mayor calidad más calidad. La ultima serie a zurdas unida a una estocada hasta las cintas puso en su mano las dos orejas del animal.
Morante exprime al noble cuarto y le pasea una oreja
Tras el suceso acaecido en el tercero de la tarde salió en cuarto lugar un animal de la casa Matilla con nobleza y ritmo pero al que le faltó el tramo final del muletazo. Morante lo cuidó en los primeros tercios para llegar a la muleta con sus posibilidades intactas. El sevillano es de los toreros que no necesita un animal excelso delante para llegar a los tendidos. Y así fue en esta ocasión. Morante consciente del ejemplar que tenía delante optó por aprovechar desde el inicio aquello que este le diera. Muy torero fue ese inicio donde hubo verdaderos carteles de toros, un comienzo en el que destacó una trincherilla que paró los relojes. Este cuarto tuvo la nobleza suficiente para que el de La Puebla dibujarla muletazos bellísimos por su composición y posterior ejecución. La tomó con temple en un trasteo donde los tiempos, la colocación y las alturas fueron la clave para dibujar una labor de gran empaque. Faena breve y bella a partes iguales, un trasteo realizado con la montera calada, esa que en el primer toro había arrojado al callejón tras el enfado ocasionado por la no concesión de la oreja. En esta ocasión Gabriel si concedió ese premio tras enterrar Morante el acero a la primera.
Silenciado Talavante con el manejable y profundo a zurdas quinto
Y llegó nuevamente el turno de Talavante un torero que emborronó su actuación por el mal uso de los aceros. El extremeño tuvo delante a un animal con nobleza de García Jiménez, un astado que tuvo mejor comportamiento a zurdas, viendo por ahí sus mejores pasajes. Alejandro analizó al toro desde salida, viendo que para que no se aburriera al final del lance había que llevarlo empapado en los chismes. Un animal que no realizó una buena pelea en varas, dejando clara su condición de mansito. Sabía Alejandro que las embestidas más francas iban a ser a zurdas, por ahí quiso irse a los vuelos un toro con Matices en su comportamiento. Para ello había que llevarlo enganchado y perderle un par de pasos para que el muletazo ganara en largura. El noble animal la tomaba con despaciosidad y ritmo a zurdas, por ahí Alejandro dejó muletazos largos, unos más encajados que otros, pero siempre buscando llevárselo tras la cadera. Por el lado derecho dejó una serie donde apretó a un toro que ya en las postrimerías de la faena se sintió más cómodo pegado a tablas. Pese a la intención del torero, el trasteo nunca tomó el vuelo, ese en el que el respetable entró de lleno en el mismonen momentos puntuales&. La última serie a pies juntos cerró un trasteo que malogró con un bajonazo y varios descabellos.
De Justo se topa con el un sexto que no le dio ninguna opción
No tuvo ninguna opción Emilio de Justo con el parado y soso sexto, un toro que se defendió en el último tercio por su justeza de fuerzas. Emilio intentó cuidarlo, buscarle el fondo que tiene esta ganadería, pero el toro nunca quiso irse tras los vuelos. El cacereño buscó sacar agua de un pozo vacío. Lo mejor la estocada. La Puerta del Príncipe tendrá que esperar.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Octava de abono. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes.
Toros de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez, de vuelta al ruedo el tercer dentro de un comportamiento más que interesante.
José Antonio «Morante de la Puebla», ovación y oreja.
Alejandro Talavante, ovación tras aviso y silencio.
Emilio de Justo, dos orejas y ovación.
CUADRILLAS: Saludó Miguel Murillo tras parear al segundo.
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA