Una corrida del hierro jiennense de Román Sorando esperaba en los chiqueros de la primer aplaza del mundo para la segunda corrida de La Juventud. Un cartel que abría el confirmante Calita, acompañado por el peruano Joaquín Galdós y el onubense David de Miranda. Un cartel con argumentos que ponía la primera marcha a las siete en punto de la tarde. El minuto de silencio más respetuoso en años en Las Ventas, que honraba los 7 años que hoy hacía que perdiese la vida Víctor Barrio en la plaza de Teruel, sirvió para romper el paseíllo en la tarde más calurosa y más escasa en los tendidos de la temporada presente.
Una estocada de Calita casi sirve para cortarle la oreja al buen primero de Román Sorando
Muy sobrio se fue Calita a lidiar por abajo a un toro bien comido pero sin estridencias que pegó alguna frenadita en la tela pero fueron más las veces que humilló la pasada y no tuvo mal comportamiento en varas, con un gran segundo puyazo de Israel de Pedro en una intervención brillante. Al público fue el brindis tras la ceremonia y en los medios se quedó, con la muleta planchada, para esperar la llegada emotiva y hasta templada del buen toro de Román Sorando. Mucha voluntad, pero mucha corrección en la colocación fueron los dos pilares sobre los que se cimentó una faena que pudo ser y no fue por no tener una regularidad en el temple y una belleza mayor en el trazo. Ejecutó muy despacio la suerte para cobrar una estocada sensacional que hizo brotar algunos pañuelos en el despoblado tendido. Pero la petición terminó en vuelta al ruedo para empezar.
Galdós destroza con la espada una faena de torero maduro
La humillación del segundo le sirvió a Joaquin Galdós para echar a volar un capote preñado de solvencia torera a pesar del viento. Más le molestó a David de Miranda en un quite que comenzó en tafalleras y culminó en ceñidas saltilleras. Hubo esperanza en el animal, pero en cuanto le firmó Joaquín un inicio de doblones sometedores y un par de tandas bien medidas y con mucha estructura. Pero una cosa era el toro antes de estar en la muleta y otra distinta después, cuando se afligió ante la perseverancia de buena forma de Galdós. Entonces se paró y no hubo para más. Los cinco pinchazos del peruano arruinaron lo que había sido una faena reunida e importante. Silencio tras aviso.
Un De Miranda muy de verdad se estrella contra el aplomado y gordo tercero
David de Miranda tuvo claro desde el principio a qué venía a Madrid. Por eso aprovechó la codicia humillada que sacó el tercero de salida para soplarle un saludo por delantales con media bien cimentada que marcaba la diferencia de la tarde. Igual que los pares de banderillas de Fernando Sánchez. Con la muleta, sin embargo, no hubo para mucho más. El de Sorando, que parecía de Cuadri, se cansó pronto de seguir el trapo, por muy bien colocado que estuviese David en cada cite. Terminó metido entre pitones, más no se podía hacer si tenía que ser de verdad. Pero eso en Madrid no vende. Tras una estocada a toro parado, escuchó silencio.
Otra vuelta de Calita tras faena de mucho eco entre los paisanos con el cuarto
El cuarto se recibió en la contraquerencia con una ovación al trapío. Y lo tenía, sin grandes estridencias. Pero corrió mucho de acá para allá en el primer tercio, le dieron lo suyo en varas y se dolió con profusión en banderillas. Lo lidiaron con sentido, pero llegó a la muleta muy a la expectativa exigiendo mucha verdad al que llevaba el trapo. Pero la verdad de Calita fue la de provocar mucho las embestidas, destemplarse por momentos para que el toro midiese la arena y ligar con algo de ritmo un par de series que, por ligadas, se aplaudieron entre los turistas. Eso y una estocada espectacular valió para pegarse otra vuelta al ruedo por negarse la Presidencia a conceder el trofeo que se le pidió.
Las ganas de Galdós se estrellan contra la carencia de ellas del deslucido quinto
El quinto fue, quizá, el toro con mejores hechuras del encierro, pero no se le molestó demasiado en los primeros tercios, precisamente por esa condición. Solo en el quite de sinceridad de David de Miranda por gaoneras, que fue donde cantó su condición de manso desentendido. Se puso con él Galdós, necesitado, como andaba de pegar un zambombazo, pero se mostró remiso y desentendido el animal. Joaquín terminó por desistir. Media estocada y un descabello bastaron para terminar en silencio.
De Miranda le pone al sexto toda su verdad, pero el animal no le llega
El sexto fue el más serio de la corrida de largo, y se desplazó en el capote peor de lo que lo hicieron sus hermanos de camada. No destacó en el caballo, ni dijo mucho en banderillas, ni pareció estar definido cuando David de Miranda brindó a los tendidos. Por eso se quedó en los medios para pasarse muy cerquita los pitones por delante y por detrás del vestido. Luego la línea que aliviase un poco la presión del toro, bien ligada, bien colocada y vaciada hacia afuera. Cuando llegó el momento de la zurda ya estaba el toro muy mermado, pero aún así continuó proponiendo el toreo David tal como lo estaba haciendo. Hasta menguó una cuarta el de Sorando cuando tenía delante la figura verde hoja seca y oro. Lo exprimió sin mácula, sin un pero que ponerle, pero sin enemigo para grandes batallas. Aunque buscase darle emoción en ceñidas manoletinas al final. Una estocada hasta la gamuza pasaportó al animal tras el aviso y se llevó intacta, con una vuelta a ruedo, la dignidad de Madrid.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 9 de julio. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Segunda corrida de toros de ‘La Juventud’. Un cuarto de plaza.
Toros de Román Sorando. Emotivo, humillado y con calidad el buen primero; Con nobleza y calidad sin fondo el afligido segundo; Pasador y de poca duración el gordo tercero; De buen fondo y serios ademanes el exigente cuarto; Desclasado y sin codicia el colorado quinto; Con cierta movilidad muy a menos el sexto.
Ernesto Tapia “Calita” (Azul cobalto y oro), que confirma alternativa: Vuelta al ruedo tras petición en ambos
Joaquín Galdós (Tabaco y oro): Silencio tras aviso y silencio
David de Miranda (Verde hoja y oro): Silencio y vuelta al ruedo
INCIDENCIAS: Se guardó un minuto de silencio por el 7º aniversario del fallecimiento de Víctor Barrio.
FOTOGALERÍA: Ángel Huéscar
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