POR MARCO
A. HIERRO
Morenito
de Aranda volvía a hacer el paseíllo en su tierra tras la triunfal actuación en
la encerrona en la Cubierta la pasada temporada. Lo hacía con un gran ambiente
tras su puerta grande madrileña esta temporada y con un encierro de Charro de Llen
como materia prima. Le acompañaban en el paseíllo Enrique Ponce y El Fandi.
Desistió Ponce de gastar la calidad enclasada del primero al comprobar lo justo de su fuelle. Sí lo probó en el suave quite a ña verónica, mimando mucho su feble condición. Tanto lo era que fue todo almíbar sin una pizca de chispa, mantenido siempre en pie por la muleta que mejor lo hace. Suave en el trazo. Compuesto en la figura y siempre con intención de torear, pero el inválido animal no puso de su parte para que rompiese la faena. Un pinchazo y una estocada precedieron al silencio.
Dos largas cambiadas en el tercio sirvieron de preámbulo a un saludo a la verónica de Fandi de vuelo suave y cintura acompañadora. Por chicuelinas lo galleó para colocarlo al caballo en un picotazo, dada la escasez de fuerza del animal. Zapopinas en el quite, con una media de rodillas y una brionesa para remate. Con su habitual espectacularidad cumplió David en banderillas, con el tendido entregado. Y mantuvo el nivel en una faena de muleta en la que buscó mucho el calor popular a falta de chispa y transmisión en el nobilísimo toro de Charro de Llen. Obedeció a la muleta a media altura con la que basó David la faena en la zurda, se mantuvo en pie para embestir andando y le sirvió al granadino, tras el estocadón, para cortarle las dos orejas.
También Morenito de Aranda echó las rodillas a tierra para saludar al primero con una larga cambiada en el tercio y con un manojo de verónicas de natural encaje y temple exquisito ante la llegada enclasadisima del tercero, que se abría qurriéndose ir pero con mucha calidad. Abrió el compás el Moreno en el quite para deletrear los lances y solventar con chicuelina la llegada corta, rematando después con una cordobina eterna. Se encajó el burgalés desde el principio con la embestida de calidad, de rodillas en el inicio, templando al ralentí la pasada humillada. Con la derecha más tarde, en una demostración de abandono y gusto. Y al natural finalmente, buscando más el poso que la ligazón, la profundidad que el ritmo. Pero pinchó el arandino, y el doble premio se quedó en oreja.
Al cuarto le costó repetir en el capote de Ponce y le faltó ritmo para que hubiese brillantez en el saludo del valenciano, que cuidó mucho al animal en el penco. Fue faena de construcción, de limpiarle los fondos con la mano izquierda, azuzarle el celo con el vuelo largo y ponerlo en ritmo con el cite preciso, de bamboleo más que de vuelo, siempre con la suavidad por lema. Y a más fue el trasteo, siempre con la altura precisa Ponce en la muleta, siempre aliviando y apretando en el momento justo. Hasta le sonó un aviso toreando a un animal que no pareció estar boyante de fuerza. Derecho se tiró para cobrar la estocada y pasear las dos orejas.
El quinto tuvo desliz y humillación por el pitón derecho en el percal de Fandi, pero sacó la cara a su aire a zurdas, haciendo intermitente el saludo del granadino. Por gaoneras galleó esta vez a un animal que empujó en el penco con un sólo pitón. Tampoco tuvo ritmo el animal en el quite por chicuelinas y tafalleras de David, que cuajó, eso sí, un vibrante tercio de banderillas. De carril fue el animal en el inicio, sin gran entrega, sin clase, sin chispa, pero de una obediencia diocesana en la tela de Fandi. Variado el granadino, le pasó despacio la arrancada por la tela hasta que se hizo presente de nuevo el pitón zurdo para reponer y hasta remontar en ocasiones. Mucha suficiencia fue la mostrada por el granadino, que le pegó una estocada contundente y le cortó las dos orejas.
Brillante por eficaz y fácil fue la brega con que saludó el Moreno al cierraplaza, corto en el recorrido, áspero en la llegada y revoltoso en el embroque solvente del burgalés. Compuso en el inicio como si fuera bueno el arisco toro de viaje corto y punteó final por la falta de raza, que nunca se entregó a la muleta que le echó Morenito siempre con fe. Asentado y firme, supo extraer las arrancadas y meterlas en la muleta con la mano por abajo, aunque viajasen siempre por encima del palillo. Lo pinchó, sin embargo, y en ovación se quedó el esfuerzo del local.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Aranda de Duero, Burgos. Segunda de Feria. Corrida de toros.
Seis
toros de Charro de Llen, almibarado e inválido el primero, noble y obediente sin raza ni transmisión el segundo, de gran clase y entrega a menos el tercero, de tremenda calidad y buen fondo el cuarto, pasador y obediente a diestras el quinto,
Enrique Ponce (grana y oro), silencio y dos orejas.
David Fandila «El Fandi” (barquillo y oro), dos orejas en ambos.
Jesús Martínez «Morenito de Aranda” (tabaco y oro), oreja y ovación.