Llegaba el gran día para el torero malagueño José Antonio Lavado, que se vestía de luces para tomar la alternativa en la primera corrida de toros de la Feria de Málaga. En los chiqueros esperaba una corrida de Pallarés y junto al toricantano hacían el paseíllo José Garrido como padrino de la ceremonia y David de Miranda como testigo. Con un minuto de silencio por el picador Salvador Herrero, fallecido en la tarde de ayer, rompió el paseíllo.
Un muy digno Lavado saluda una ovación en el toro de su alternativa
Supo Lavado sacarse el toro hasta los medios viendo la humillación que le pregonaba, pero sin exigirle embestidas para brillar con la capa. Marró Navarrete en el penco y no se picó al animal hasta que ya había estado mucho rato bajo el peto. Horrible el tercio. Y más, comparado con la delicosa verónica y la deletreada media de José Garrido en el quite. Tras la ceremonia se dio cuenta Lavado de la nobleza del animal, pero también su carencia de raza. Por eso mimó mucho cada decisión, tuvo paciencia y cuando terminó la primera tanda con vibración con la mano derecha ya estaba la banda sonando. Anduvo mejor en los primeros naturales que después, cuando ya le costaba mucho humillar al animal. Pero lo defectuoso de la colocación de la estocada arruinó cualquier posibilidad de trofeo. Ovación.
La inteligencia de Garrido y su conocimiento del oficio le cortan una oreja al segundo
Al segundo, un toro serio y cuajado, le sopló José Garrido un manojo de verónicas de mucha calidad, rematado con una media de sentimiento puro. Extraordinario el extremeño con la capa. Pero salió con mucha menos alegría cuando salió del caballo, y ya en el quite de David de Miranda le costó pasar al animal. Saludó Javier Valdeoro en banderillas y, tras la devolución de trastos, tuvo mucho cuidado Garrido de no hacerle nada mal. Tuvo que sobarlo mucho, tirarle mucha línea para desengañarlo y con paciencia para que desarrollase el toro. Faena profesional del extremeño, que supo variar también las manos para ir perdiendo pasos y ponerlo en ritmo, porque no quiere nada en la distancia corta. Inteligente y valeroso, el estocadón que dejó Garrido le valió pasear una oreja.
Una espada que hizo guardia se lleva la recompensa para De Miranda tras una sensacional actuación
La actuación de David de Miranda con el tercero fue tremendamente precisa, a pesar de que no desarrolló el animal lo que cantaba de salida, con el gran saludo a la verónica del onubense. Se le cantaron los olés a la verticalidad valerosa de David de Miranda, que no se empeñó en ligarle los muletazos, sino en pegárselos de uno en uno y muy buenos, sobre todo con la mano izquierda. Muy despacio estuvo David con el toro, pisando un terreno muy comprometido para tener delante a un toro de Santa Coloma que se lo echó a los lomos en cuanto tuvo ocasión. Siguió en la cara David, que lo único que hizo mal fue dejar una estocada que hizo guardia.
El oficio de José Garrido se quita de en medio a un peligroso cuarto de Pallarés
El cuarto fue uno de esos toros alimañas que le suelen salir a las ganaderías de Santa Coloma y que esta vez le cayó en suerte a Garrido y esa fue la suerte, porque su oficio fue la que salvó a los demás del animal. Un toro costoso, duro, desagradable u desagradecido que bastante hizo Garrido con tirarse encima para quitárselo de encima. Silencio.
El compromiso y el valor de Lavado se ven empañados con la espada con el deslucido quinto
El quinto tuvo que matarlo José Antonio Lavado por haber pasado David de Miranda a la enfermería con una cornada producida por el primero de su lote. Por eso tuvo que ser el malagueño el que se enfrentase a un animal que no dio opciones de torear, pero sí de mostrar su compromiso y su actitud, que fueron los que le valieron el reconocimiento de sus paisanos, a pesar de que no funcionase la espada. Silencio.
José Garrido lidia con suficiencia y poder a un semoviente de Pallarés que cierra plaza sin brillo
José Garrido tuvo que matar el sexto, el segundo toro que no pudo matar David de Miranda por su cornada. Y fue todo un regalito. Sin fijeza, sin entrega y sin humillación, se convirtió en un semoviente con el que José Garrido, deseoso de triunfar, tuvo demasiada paciencia para mantenerlo en el ruedo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Malagueta, Málaga. Segunda de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Toros de Pallarés, correctos de presencia y trapío.
José Garrido (visón y oro): oreja, silencio y silencio.
David de Miranda (botella y oro): ovación y herido.
José Antonio Lavado, que toma la alternativa (celeste y oro): ovación y silencio.
PARTE MÉDICO DE DAVID DE MIRANDA: