JUAN GUILLERMO PALACIO / FOTO: MIGUEL MORALES
El venezolano Jesús Enrique Colombo recibió centenares de emoticones, mensajes “Me gusta” y dos orejas, y es ahora tendencia en las redes sociales que comentan su aceptable desempeño ante una exigente corrida de Santa Bárbara en Medellín.
La concepción del mundo que tienen los Milenial (nacidos entre 1984 y el 2000) ha significado una ruptura con las maneras tradicionales de vivir y de torear. Son jóvenes universales, cortoplacistas, que privilegian el momento, rompen las normas y posan de autosuficientes. Así, más o menos, toreó Colombo en Medellín.
Los jóvenes toreros que hacen parte de ese grupo poblacional -Colombo, Galdós, Garrido, Román y Roca Rey-, rompen el molde, mezclan indiscriminadamente la escuela clásica, el tremendismo y la temeridad, con tal de llamar la atención, marcar tendencia, cortar orejas y figurar: aspirar a ser figura.
Colombo, por ejemplo, es capaz de alternar series del toreo más clásico con los muletazos más altos o el pase más riesgoso, sin pudor. Así lo hizo hoy en Medellín con el sexto toro. Semejante libertad le permite mantener en crescendo el interés del espectador y manipular, a su libre albedrío, la capacidad de asombro. Solo le resta hilvanar series con paciencia hasta lograr someter también al público, que se emociona y pide las orejas para él.
Hay que dejar claro que lo más hondo y espiritual de la tarde lo hizo uno de la generación X, el francés Juan Bautista Jalabert. Nuevamente sorprendió su particular forma de bailar el vals. Jalabert es capaz de dotar de profundidad el toreo a media altura: los toros meten riñones y, sin humillar, rematan hipnotizados persiguiendo los vuelos mágicos de su muleta, o enfrentan en contravía molinetes de ejecución visceral. Luego de cuatro años de ausencia, regó a Medellín con el mismo hechizo que deslumbró a Manizales. A pesar de que solo cortó una oreja, por culpa de un pinchazo, herró con fuego el alma de quienes lo vimos torear.
El toreo bueno, el vaso de “fino”, también estuvo a cargo de Luis Miguel Castrillón. Con su primer toro casi calcó lo que hizo en Cali: tauromaquia de clase alta, de buenas maneras y alta escuela. Su mala suerte con el estoque permitió que las mulillas de arrastre se llevaran al toro y sus orejas.
Aunque no todo es color palo de rosa y oro para los de esta generación. Juan Bautista, por ejemplo, tuvo que resolver el algoritmo del poco recorrido que tenía el primer toro. Gracias a su oficio, le alargó las embestidas haciéndolo ver mucho mejor. Es evidente su evolución, especialmente en las dos últimas temporadas.
Colombo también sintió las complejidades de su primer toro. Fue un duelo que por momentos ganó Colombo (capote de mano muy baja, espectacularidad con las banderillas, un cambiado por la espalda escalofriante y series y muletazos intermedios), pero que al final el toro desequilibró a su favor. El venezolano le perdió el respeto y el toro le pasó la factura a Datacrédito.
Castrillón también se tuvo que enfrentarse a la dura realidad. El quinto pidió carnet de lidiador. Se la pasó rebañando y queriendo enganchar. Luis Miguel expuso sus buenas intenciones y sus argumentos, que resultaron insuficientes. Un sector del público no le valoró las ganas y terminó publicando trinos a favor del animal.
Si la tauromaquia de las próximas décadas va a ser como la de hoy, estaremos medianamente a salvo. Los toreros Millennial recorrerán el mundo y llenarán sus cuentas de dólares mientras nosotros, los de la generación X, llenaremos las nuestras de caritas felices, pañuelos blancos, emoticones, besos digítales, muletazos por alto y cambiados temerarios por la espalda.
FICHA DEL FESTEJO
Medellín, 27ª Feria de la Macarena. Sábado, 10 de febrero. Tercera corrida. Tarde soleada. Más de media plaza del sector de la plaza habilitado. Se lidiaron toros de Santa Bárbara (Domecq y Nuñez), bien armados, dos terciados; interesantes, con juego desigual; destacados el segundo, tercero, cuarto y sexto. Sueltos en varas, salvo el quinto.
Juan Bautista Jalabert (Generación X): saludo y oreja.
Luis Miguel Castrillón (Millennial): silencio y saludo; palmas al quinto toro.
Jesús Enrique Colombo (Millennial): silencio tras dos avisos y dos orejas.
La temporada de Medellín finaliza el sábado 17 de febrero con los toros de Ernesto Gutiérrez para Enrique Ponce, Julián López “El Juli” y Juan de Castilla.