TEXTO: FERNANDO ESPERILLA
Con unos minutos de retraso comenzaba el paseíllo en la plaza de toros del Cerro de San Albín, donde Miguel Ángel Perera, Daniel Luque y Ginés Marín estaban anunciados para enfrentarse a una corrida extremeña de Cayetano Muñoz.
Un burraco muy en tipo de la casa fue el que abrió plaza en el Cerro de San Albín, donde los recibió Miguel Ángel Perera con soltura y suavidad con el capote, aunque fue en el quite, por chicuelinas y tafalleras, donde entusiasmó la quietud y la verdad del extremeño. Sólo una vara se llevó el de Cayetano, que llegó a la muleta con cierto brío para que luciese su temple Perera, siempre muy asentado y sin perder pasos. Rayó a gran nivel la faena por ambas manos, tanto que logró pasear una oreja pese al pinchazo que precedió a la estocada.
Bien presentado estaba el segundo cuando salió de chiqueros para que lo saludase Daniel Luque con su habitual facilidad capotera, que se constituyó en verónicas de sello muy personal. No le hizo quite el sevillano a este segundo, porque ya intuyó que su duración no iba a ser mucha, pero la faena que dejó Daniel habla de su fantástico estado de madureza, con una preclaridad de estructura de figura del toreo. Sin embargo, tras una estocada hasta las cintas el palco dejó en una merecidísima oreja el premio para Daniel.
Más presencia aún tuvo el tercero, al que recibió Ginés Marín con un manojo de verónicas de cadenciosa fábrica y quitó después por chicuelinas, para no dejarse ganar la pelea del percal. En el centro del ruedo inició faena de rodillas tras brindar al público, en un comienzo fulgurante que metió al tendido en la faena y ya no salió de allí. Especialmente con la muleta en la mano izquierda, porque fue la profundidad al natural de Ginés la cota más alta de una faena de alta nota. Culminó con una estocada el extremeño y cosechó las dos orejas de un toro al que se le premió con la vuelta al ruedo, aunque nadie la había solicitado.
El cuarto confirmó que Perera había sorteado el peor lote del envío de Cayetano Muñoz, y cuando llegó a la muleta ya estaba completamente rajado. Por eso tiró de verdad, de raza y de valor el de Puebla del Prior para inventarse la faena al manso, jugándose los muslos al hilo de las tablas, poniendo emoción con su entrega al trasteo con un manso con peligro que amenazaba hule constantemente. Se entregó el tendido a la verdad de Perera, que pinchó al animal y utilizó el descabello y, aún así, paseó una más que merecida oreja.
Muy bonito pero muy flojo fue el jabonero que hizo quinto, que cantó pronto que su fuerza no andaba boyante en el percal de Daniel Luque. Muy protestado fue, además, por el público, pero era lo que el sevillano tenía como segundo de su lote, y cuando se puso con la muleta fue capaz de exprimirlo con maestría y con una inteligencia superior. Magnífica la actuación de un Luque que volvió a matar con contundencia y a pasear una oreja mientras arrastraban a su oponente entre pitos.
En el último acto de la corrida saltó el toro de más presencia, que se entregó en las verónicas del saludo de Ginés Marín con el capote, pero no duraría mucho más, una vez concluyeron los exigentes primeros tercios, donde se desmonteró un magnífico Antonio Manuel Punta en banderillas. Tenía buen son el de Cayetano y comenzó a sonar la banda en los primeros compases, pero mandó que callase Ginés al ver que el toro no servía. Para el toreo, almenos, porque el arrimón sincero y sin tacha del extremeño sí valió para cortar la última oreja del festejo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Mérida, Badajoz. Primera de abono. Corrida de toros. Media entrada en los tendidos.
Toros de Cayetano Muñoz, correctos de presentación. Noble y repetidor el primero; de buen aire y escasa duración el segundo; repetidor y noble el entregado tercero, premiado con la vuelta al ruedo; manso y rajado el cuarto, con peligro y pitado en el arratre; escaso de fuerza y de fondo el también escaso jabonero quinto, pitado en el arratre; noble y de buen son sin duración el serio sexto.
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja.
Daniel Luque: oreja y oreja.
Ginés Márín: dos orejas y oreja.
FOTOGALERÍA: ALFONSO PLANO
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