Morante cuajó otra obra soberana al cuarto, un colorado de la rama Osborne que tuvo bravura y fondo. Ya quiso el cigarrero ligarle las verónicas casi sin enmendarse, y esa economía de terrenos la exportó luego a la faena de muleta. Imposible enganchar, reducir y embraguetarse en tan reducido espacio. Por eso la obra tuvo, además de la hondura y el aplomo propios del valor que tiene este torero, una intensidad brutal. Tanta, que incluso se pasaron por alto algunos enganchones, porque en ocasiones el toro no tenía espacio físico para seguir embistiendo. Como además la firma vino en forma de estocada en la suerte de recibir, nadie dudó que la obra era merecedora de las dos orejas. Se demandaron con la misma fuerza que tuvo la obra.
ARANJUEZ
Morante y una tarde para que escriban los poetas en Aranjuez
domingo 1 junio, 2025
El espada sevillano paseó las dos orejas del cuarto tras una memorable faena
