Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado trenzaban, en la tarde de este 17 de marzo, el paseíllo en el cuarto festejo de abono de la Feria de Fallas, en el que se lidiaba un encierro con el hierro de Juan Pedro Domecq. A las cinco arrancaba el paseíllo.
Un afligido primero que Morante sólo pueda ofrecer toreros detalles en su obra
Dos buenas verónicas y una buena de remate de inicio dejó Morante de saludo al primero, un animal al que le costaba humillar de inicio. Aurelio Cruz tuvo que rectificar la primera de las varas. Tras el tercio de banderillas de Juan José Trujillo y Francisco Javier Sánchez Araujo ante la lidia de Lili, se sacó con tres muletazos toreros Morante al animal a las rayas del tercio, donde dejó especialmente un cambio de mano de mucho gusto. Pero el animal estaba totalmente afligido y sin vida por el lado izquierdo. Tras más detalles ante un animal a menos y pasaportarlo con el acero, fue silenciado.
Detalles toreros de Juan Ortega con otro segundo de Juan Pedro sin vida
“Legislador”, negro mulato, era el segundo de Juan Pedro Domecq, primero del lote de Juan Ortega, con el que salió a relucir el soberbio capote de Juan Ortega en media docena de verónicas y una media de tremenda personalidad y naturalidad. José Palomares midió el puyazo. Justo en el momento de comenzar la faena, comenzó a diluviar sobre el ruedo de Valencia, dejando Juan Ortega en ese instante dos muletazos de plena personalidad que cantó el tendido. Por el lado izquierdo se puso a torear el sevillano, pero se le vino muy a menos un animal con el que, tras despacharlo sin acierto a la primera, fue silenciado.
Pablo Aguado también se topa con otro deslucido tercero de Juan Pedro y con una climatología a la contra
Pablo Aguado también se topó con otro deslucido tercero de Juan Pedro y con una climatología a la contra. Inspirado en los primeros lances de capote anduvo el sevillano con el animal. Buena fue la primera serie por la mano derecha, muy firme ante la falta de emoción y vida del toro. Momentos más enrazados por la derecha en la segunda parte de la obra, en la que el viento molestó mucho más y el toro tuvo querencia hacia tablas. Tras pasaportarlo con el acero, fue silenciado.
El barroquismo de Morante lo borda de capote y se entrega de muleta frente al cuarto
Excelso el toreo a la verónica de Morante de la Puebla para saludar al cuarto, un animal que se mostró correoso en los siguientes compases de la lidia. Las verónicas de Morante fueron sublimes, algunas de ellas parando incluso el tiempo. Y la condición correosa que tenía el animal en el segundo tercio pareció transformarse en aplomo en el inicio de faena de Morante, pero en cuanto comenzó a sonar la música todo pareció tornarse en alegría en la obra, incluso la condición del animal, que pareció venirse arriba sorpresivamente. Las series de Morante, plenas de personalidad y gusto de genio, llenaron la escena: la primera, por la diestra, impregnó de barroquismo la obra; y más en corto le planteó el toreo al natural en la siguiente serie en redondo y en la siguiente de nuevo por la diestra, en la que logró momentos de toreo caro en esa distancia muy cerca de los pitones. Todo ello, teniendo en cuenta que hacía viento, lo que dificultaba mucho más la faena. Lástima el pinchazo previo a la estocada, lo que evitó el premio. Ovación.
Juan Ortega, tampoco con el deslucido quinto
Algunas protestas por su trapío recibió “Sobadito”, de diciembre de 2017, el quinto del festejo. No rompió tampoco la tarde en este toro, con una climatología a la contra y con un animal anodino y deslucido. Juan Ortega quiso dejar detalles, pero no pudo ante tal animal. Además, un desarme en el ecuador de la faena puso más a la contra todo. Silencio tras pasaportarlo con el acero.
La naturalidad de Pablo Aguado hace buena la media virtud del sexto, al que le corta una oreja
Al sexto le quiso volar el capote con mucha intención Pablo Aguado, aprovechando la docilidad con la que llegaba al embroque, pero el pequeño tornillazo final deslucía la armonía de la verónica. Vio, sin embargo, Pablo la bondad del de Juan Pedro, aunque a esas horas el público, que ya rajaba de la juampedrada, no entendiese el brindis al respetable. Otra cosa fue cuando se descargó sobre las caderas con esa naturalidad tan suya y se empeñó Pablo en darle muleta sin exigencia, dejarle el trapo sin imposición, encelando la media virtud de un Juampedro medio que, entre la corrida, parecía superior. Pero no lo era, y tuvo que tirar de naturalidad, de embrujo y de acero Aguado, porque lo reventó de un espadazo desprendido que le puso una oreja en la mano.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Cuarta de la Feria de Fallas. Corrida de toros. Dos tercios de entrada.
Toros de Juan Pedro Domecq.
Morante de la Puebla, silencio y ovación.
Juan Ortega, silencio y silencio.
Pablo Aguado, silencio y oreja.
FOTOS: J. J. DIAGO