LA CRÓNICA DE SEVILLA

Un no hay billetes con cuatro gatos


jueves 11 abril, 2024

Juan Pedro Domecq bajó la presencia y la raza de los toros de la feria con una corrida que dejó inéditos a tres consentidos

Morante
Morante de la Puebla regresa cabizbajo a su lugar tras despenar al cuarto de Juan Pedro Domecq © Eduardo Porcuna

Primer cartel de ‘No hay billetes’ en las taquillas de la calle Adriano. Primera corrida con verdadero tirón de un ciclo que marchaba viento en popa, con dos corridas perfectas para la afición sevillana, marcando un notable listón de seriedad y armonía. Primera presencia en La Maestranza de los consentidos de Sevilla con la de Juan Pedro Domecq. Y primera pedrada en la cara para el que paga un tendido con el sudor de su frente. Porque había un no hay billetes, es verdad, pero salieron cuatro gatos.

Cuatro, quizá alguno más, fueron los toros del encierro de Juan Pedro que tenían todas las hechuras, pero ninguna presencia. Y menos cuando se saca el rasero de los dos días anteriores. Salvando al primero y al sexto de la quema, todos los demás hubieran sido perfectos para lidiar… en Salamanca. Y se le puede reprochar a Juan Pedro que no tuviera raza alguna el encierro que envió este año, pero ninguna culpa tiene que lo que se reseñó para hoy. ¿Quién sufre las consecuencias? El que llena los tendidos. Aunque es verdad que dicen que las figuras no se apuntan a la de Santi Domecq, pero el público tampoco. Y eso debería hacernos pensar.

Pensar en que un torerazo de leyenda como Morante de la Puebla, al que hay que ir a Sevilla para ver su mejor versión, necesita un toro que le aguante la exigencia, porque no brilla demasiado con el que tiene que medir. Así fue con el primero, el más apto para hacer el toreo de cuantos salieron a la arena, aunque su primera impresión fue de falta de entrega y de raza. Y serlo, lo era, pero tenía fondo para embestirle a Morante medio saludo a la verónica y cinco o seis muletazos soberbios que quedaron dando valor a una faena que igual hubiera sido de oreja si la espada llega a atinar.

De que ese fuera el malo a que fuera lo mejor había una tarde entera de la ilusión al bostezo. Y fue pasando, cansina, entre un Manzanares más metido, más centrado, más a gusto sobre la arena que en otras ocasiones y un Pablo Aguado tirando de esa magia que le sale sin querer sin un enemigo a su altura. ¿Alguno estuvo mal? No. ¿Alguno logró conectar? Tampoco. Al menos, el tiempo necesario para que un trasteo interesante se convierta en obra de premio. Porque faltó a la cita la raza, y eso es lo más imperdonable que puede tener un encierro.

Menos aún cuando ya de salida te marcan un andar cansino, una expresión de derrota que maquillan con una arrancada de genio en lugar de ofender a quien salga. Estrechos todos en las sienes, que eso gusta mucho aquí, en Sevilla, pero una cosa es lo que salió estos días -limpio, fino, colocado, largo y hasta pavoroso en algún caso- y otra distinta esos pitones arremangados y sin perfil suficiente que hoy devaluaron el espectáculo en La Maestranza. Y, ojo, que hubieran sido de triunfo si la raza hubiera acudido a la cita. Lo demuestra el toreo de capote elegante, natural, ayuno de crispación y prisa que sacó Pablo Aguado. Lo demuestran dos o tres naturales de durse que le sopló Morante al primero, o el quite por chicuelinas bien toreadas y de mano baja de Manzanares al segundo. Pero nos dio plantón la bravura cuando peor acostumbrados estábamos. Por eso no hubo manera.

Por eso, además, nos consolaremos pensando que sólo será un borrón del mejor escribano, y que lo que salga mañana será mejor. Pero tomemos nota de los errores, por favor, que no conviene olvidar la tarde, por muy taurino que suene, sino aprender de ella.

FICHA DEL FESTEJO

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril, quinta de abono. Corrida de toros. Lleno de No hay billetes.

Toros de Juan Pedro Domecq, escurridos de carnes y preciosos de hechura, pero sin el trapío necesario. Con ritmo y humillación a zurdas el manejable primero; noble, pero desentendido el mansurrón segundo; simplón y sin maldad ni transmisión el vulgar tercero; sin raza ni voluntad de ofender el cuarto; tontorrón y desraszado el esaborío quinto; enclasado sin casta ni fondo el sexto.

Morante de la Puebla, ovación y silencio.

José María Manzanares, silencio y silencio.

Pablo Aguado, silencio y silencio.

CUADRILLAS: Saludaron Curro Javier y Alberto Zayas tras parear al primero.

FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA

Fotogaleria Sevilla 11 4 2024