La Real Maestranza de Caballería de Sevilla acogía una nueva novillada con picadores de abono en este día del Corpus, con utreros de Murteira Grave para Diego Bastos, Fuentes Bocanegra y Martín Morilla.
Bastos da una vuelta al ruedo ante el exigente primero
Mostró poca fuerza el primero del festejo tras salir de chiqueros, un animal aplaudido de salida que no llegó a desplazarse en el capote del sevillano. Empujó con bravura en un primer puyazo, donde se empleó mucho en el peto, dejándose pegar en la segunda vara tras entrar al relance, pese a que Bastos intentó colocarlo desde la larga distancia. Marcó cierta querencia a los adentros en banderillas, arrancándose con todo cuando era citado por los de plata. Transmitió el astado portugués en la muleta de un Diego Bastos que buscó pulirle los defectos a un animal al que le faltó clase. Por el pitón izquierdo embistió más y mejor cuando se la dejó muerta en la cara y tiró del exigente utrero. Animal con carácter, que exigió tanto en colocación como en distancias y alturas, ese al que el sevillano dejó muletazos de buen corte en una faena de dientes de sierra. Tras una estocada en dos tiempos, daría la vuelta al ruedo tras una petición no mayoritaria de oreja como premio a una labor donde demostró gran disposición y entrega ante un astado con aristas.
Silenciado Fuentes Bocanegra con un segundo que nunca quiso romper en los trastos
También escuchó palmas de salida un segundo que pareció tener ciertos problemas de vista al venirse con la cara cruzada. Novillo bajo y acapachado de cuerna, que empujó sin demasiado celo al caballo que hacía puerta. Tampoco destacó su pelea en la segunda vara, donde se le midió el castigo a un utrero que seguía embistiendo algo cruzado en el capote. En la muleta del cordobés, el de Murteira embistió a dos velocidades: una en la media distancia y otra bien distinta en la corta, diferencia que advirtieron tanto los tendidos como el propio novillero. El torero aguantó miradas y viajes en línea pese a vérsele aún muy verde ante este segundo. Bocanegra porfió sin lucimiento en una labor insulsa que nunca llegó a romper ante un ejemplar que siempre estuvo detrás de la mata. Tras una estocada perpendicular y algo tendida, fue silenciado.
Manuel Morilla, oreja de un interesante tercero
Alto, con caja y despegado del suelo, fue el jabonero que hizo tercero; otro utrero bien presentado, al que Morilla lanceó con temple a la verónica, pese a no abrir excesivamente los brazos. Al igual que su hermano lidiado en segundo lugar, este Farrielo se dejó pegar en sus dos encuentros con la cabalgadura, antes de llegar a un tercio de banderillas donde se movió con cierto celo. Tuvo gran clase este ejemplar del hierro portugués, novillo al que buscó templar Manuel en un trasteo siempre en línea recta, al que le faltó ajuste. Anduvo sumamente fácil ante un utrero que todo lo hizo con temple y entrega, faltando enfibrarse más con un astado que nunca negó una embestida. Dejó pasajes de su personal corte y concepto por ambos pitones, pero faltó alma y mayor apuesta por parte del novillero. Con el animal bajando la intensidad de sus arrancadas, el de Morón acortó distancias en un final de faena que, como toda la faena, no acabó de llenar a los tendidos. Muy toreros y sevillanos fueron tanto los kikirikis como los pases de la firma que dibujó antes de matar al animal de una estocada baja que tiró al toro sin puntilla. Pese a lo defectuoso de la colocación, hubo mayoría de pañuelos, otorgando la presidencia la primera oreja de la tarde de una. Ovacionado se iría en el arrastre el interesante ejemplar de Murteira.
Bastos porfía con un cuarto que se defendió cuando perdió el celo
Castaño, fino de cabos y con la cara colocada, fue el astado que hizo cuarto; un animal obediente a los toques, que se desplazó con clase y cierto ritmo al capote de Bastos. Estuvo a punto de derribar al caballo tras cogerle de latiguillo. Tras pasar por el jaco, la cuadrilla del sevillano buscó llevarlo siempre a su aire, sin apretarle demasiado por bajo para no quebrantarlo en exceso. Embistió con brío y transmisión el de Murteira en la primera tanda de un Diego Bastos que no acabó de someterlo en los trastos. Utrero de gran exigencia, era un animal que se descomponía si tocaba los trastos, de ahí que fuera fundamental someterlo y no simplemente acompañarlo. Pero todo ese celo y transmisión que mostró al comienzo del trasteo fue desapareciendo poco a poco, evidenciando que el animal tenía más genio que bravura. Faena tesonera, una labor donde Diego buscó pulirle los defectos a un utrero de compleja embestida, ese que, una vez perdida la movilidad, pasó sin celo por la muleta, soltando la cara al final del muletazo. Porfió sin lucimiento un novillero que sería silenciado tras atronar al segundo de su lote.
Silenciado Bocanegra con el insulso quinto
También jabonero fue el quinto, un animal que nunca descolgó y al que se picó algo trasero en el jaco. Brindó Fuentes Bocanegra al respetable un trasteo que comenzó prácticamente en el centro del ruedo, citando al animal desde larga distancia. Aprovechó la inercia de un utrero que embistió de forma anodina a la muleta de un novillero que buscó sacar agua de un pozo carente del líquido elemento. Ya refugiado en el tercio, tomó la zurda, pero el de Murteira embestía siempre con la cabeza por encima del palillo, intentando darle cornadas a la muleta más que deslizarse tras ella. Si bien es cierto que el utrero no valió, tampoco se le vio resolutivo ni fresco de mente a un novillero que no acabó de entenderse con Pavaroti. Tras las protestas de un sector de la plaza, se convenció de que era imposible meterle mano a un novillo tan insulso, decidiendo entonces irse a por la tizona. Volvió a andar mal con la espada, demostrando que no lo ve claro con ella, aspecto que debe corregir con la mayor celeridad posible. Tras atronar al utrero, el tercero de su cuadrilla sería silenciado.
Morilla porfía con un sexto que se apagó pronto
Volvió a quedarse en el sitio para lancear a la verónica al sexto, Martín Morilla, al precioso sexto: un utrero bajo, fino de cabos y de lomo recto. Medido fue su castigo en el caballo, en los dos puyazos que tomó, un ejemplar que exigía suavidad y cadencia en cada lance. Un animal con un galope sostenido, astado que venía entregado en cada capotazo. Decidido comenzó su trasteo el sevillano, andándole con torería al animal, pero pecando de no darle una mayor distancia. La justeza de raza de este Camarero no permitió que Morilla pudiera apretar a un astado que, poco a poco, se fue defendiendo. A base de dejársela en la cara y no permitirle pensar, hilvanó una serie que llegó rápidamente a unos tendidos muy receptivos con el moronense. Pero el toro ya tenía medias embestidas, siendo estas anodinas y sin ninguna entrega. Culminó su labor con una estocada en buen sitio, siendo finalmente silenciado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Novillada con picadores de abono. Corpus 2025. Casi tres cuartos de entrada.
Novillos de Murteira Grave. Con fijeza, prontitud y transmisión, un primero al que le faltó clase en los trastos; sin clase ni entrega, un segundo que embistió a dos velocidades; con ritmo, clase, entrega y humillación, el interesante tercero; de transmisora embestida, un cuarto con genio que acabó parándose y defendiéndose; sin raza ni celo un quinto de embestida anodina; con nobleza y cierto ritmo un sexto que se defendió tras apagarse.
Diego Bastos, vuelta y silencio.
Fuentes Bocanegra, silencio y silencio.
Martín Morilla, oreja y silencio.