MADRID

Juan Leal resucita el respeto de Madrid con la de Palha


domingo 20 abril, 2025

El francés se llevó un triunfo sin orejas en una tarde de dignidad sin premio para Francisco de Manuel y de un color gris para Rafaelillo

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Foto: Sánchez Olmedo

Rafaelillo, Juan Leal y Francisco de Manuel hacían el paseíllo, este Domingo de Resurrección, en la Plaza de toros de Las Ventas. Se lidiaba un serio encierro de Palha.

Rafaelillo renuncia a pasar apuros con el engañoso y serio primero de Palha

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El primero, castaño oscuro, carifosco y con aroma a Baltasar Ibán por los cuatro costados, era amplio y cornalón para avisar de lo que venía, y le dio Rafaelillo en el caballo en tres varas duras como pedernal. En el inicio muletero se impuso el murciano a un animal que ya se mostraba remiso. Lo dejó venir luego, para aprovechar una transmisión de media altura sin calidad, de las que te pueden enterrar en Madrid si no andas listo. Y eso puso a la plaza de parte del toro, pese a su reposición a la altura del palillo, su recorrido muriendo en el embroque y su negativa a entregarse en ningún momento. Es verdad que no pasó apuros Rafaelillo, porque tampoco los quiso pasar. Una estocada y el descabello bajaron en silencio el telón del primer acto.

Juan Leal se monta encima del segundo, con disparo, y saluda una ovación

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El segundo fue aplaudido de salida pese a la cornada visible que lucía en la solana, su trana escurrida y su descompensada conformación. Lo recibió lidiando un Juan Leal que supo darle trapo por abajo para aplacar su intención de mirar por encima de la esclavina. Peor aún cuando salió del penco, pero aún así le dejó un quite por chicuelinas Francisco de Manuel que anunciaba su intención valerosa y lo ‘pájaro’ que iba a ser el de Palha en la muleta. Pero lo brindó al público el francés y se quedó en los medios para esperar la llegada en la distancia del fino, que no estaba para alardes, pero se los dio el galo, que lo esperó con inteligencia y pasó la línea con fe para soplarle dos series de naturales tan por abajo que hasta el animal pareció sorprendido por Leal. Una radiografía le hacía el toro, que tenía disparo y no era ninguna burra, pero lo fue afligiendo hasta terminar montándose encima en una demostración de poder lidiador con un ‘bicho’. Una estocada comprometida lo tiró sin puntilla antes de saludar una ovación que debió ser vuelta.

De Manuel se estrella con un burraco deslucido y a menos en el tercer acto

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El tercero, un burraco también en hechuras de Ibán, humilló más en el capote De Francisco de Manuel, donde tampoco se entregó, pero tuvo desliz al pasar más largo. Vulgarón en varas, siguió humillando luego, en un tercio de banderillas donde saludó Juan Carlos Rey tras dos pares de perfecta ejecución. Por abajo fue el inicio del madrileño, que se lo fue sacando a los medios para darle distancia, pero el viento lo puso en un apuro que tuvo que salvar exponiendo mucho sobre la mano derecha. Le puso mucho Francisco a cada muletazo, intentando que dijesen más en expresión de lo que decía el toro, que incluso se derrumnó finalmente, impidiendo toda conexión con el tendido. Terminó por desistir con el toro ya venido abajo y dejar media estocada que le valió para descabellar tras el aviso.

Rafaelillo abrevia con un cuarto que se rindió pronto

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El cuarto, serio, con trapío y cuajo, lucía una estampa preciosa que se fue a estrellar contra el pensó de Agustín Collado con suprema violencia, para que se agarrase el picador en un puyazo tan preciso, como excesivo fue el segundo. Fue de escalofrío el quite por saltilleras de Juan Leal, con el toro echando el freno y amenazando hule. Lo brindó al público sin mucha convicción Rafaelillo, y antes de acabar el inicio por bajo, pegado a las tablas, ya había sacado el animal la bandera blanca. Quiso pasarlo por ambos pitones, pero terminó corriendo delante de la cara y macheteando para pasaportarlo con brevedad ante las palmas de tango del tendido. Un sablazo contrario bastó para hacerlo rodar.

Juan Leal se juega la vida con el manso quinto y el palco le niega la oreja

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El aliento de la plaza se contuvo cuando se fue Juan Leal a recibir al quinto a portgayola y el animal, sin pasar, se le quedó delante, obligándolo a levantarse y haciéndole hilo hasta que se lo quitaron en una dramática salida. Luego regateó el feo animal para ir al caballo, donde topó y arreó como los mansos. Pero el tendido interpretó que era bravo y allí estuvieron un buen rato esperando que el animal se quisiera arrancar. Cuando lo hizo, fue sin fijeza, sin empuje y con la cara en la silla de montar. Durmiéndose en el peto, eso sí, pero eso no es de bravo. Ni lo de marcar a Juan Carlos García en banderillas y hacerle hilo sin atender hasta hacerlo tirar al callejón. Pues también ese toro lo brindó Juan al público, y también con él se quedó en los medios para dejar un inicio marca de la casa, pero tuvo que desistir porque el bravo no era tal, y se convirtió en puro regateador en cuanto se fue Leal a buscarlo pegado a tablas. Allí se impuso mientras sufría continua la amenaza del de Palha, que nunca terminó de pasar, de no ser por el poder de Juan. Hasta logró dibujar naturales de bello dibujo y acusado mérito, con un animal que jamás los regaló. Y terminó jugándose la barriga con un animal que nunca lo mereció, pero que fue lo suficientemente malo para que le valiese el arrimón final. Un epílogo de circulares rindió del toro al manso de Palha, que lo prendió de muy fea manera en una dramática cogida al entrar a matar. A la segunda enterró el acero para tirarlo patas arriba y no llevarse trofeo, pero sí el respeto de la plaza y la próxima sustitución. Un vuelta al ruedo quiso mitigar la injusticia del palco.

De Manuel anda con dignidad con un manso de feos arreones

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El sexto, inmenso por donde lo mirases, se aplaudió de salida, pero no tuvo más virtud que una fachada desproporcionada. Ni siquiera peleó con celo ni franqueza en el caballo, y quiso pararse continuamente en el capote de Juan Carlos Rey en un tercio de banderillas muy accidentado. Y quiso echarlo para adelante Francisco en el inicio, pero le costaba al animal desplazarse más allá de los embroques. Muy provocado con los toques y la voz, logró el madrileño que permaneciese viva la llama, hasta que comenzó a defenderse y a tirar navajazos que lo dejaron sin opciones. Tampoco el tendido tuvo comprensión con un torero que se encontró con una guadaña que quería quitarse la muleta de la cara. Una estocada hasta las cintas terminó con el de Palha.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros del Domingo de Resurrección. 9.414 personas en los tendidos.

Toros de Palha. Toro: de media altura sin clase pero con transmisión el amplio primero, aplaudido engañoso el arrastre; medidor y sin entrega el avieso segundo; soso y deslucido el burraco tercero; desrazado y sin vida el hermoso cuarto; manso de arreones el feo quinto; manso y a la defensiva el inmenso sexto.

Rafaelillo, de grana y oro: silencio en ambos.

Juan Leal, de esmeralda y oro: ovación y vuelta al ruedo.

Francisco de Manuel, de burdeos y azabache: silencio tras aviso y silencio.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

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