LA CRÓNICA DE SAN FERMÍN

Colombo los tiene ‘calaos’


lunes 14 julio, 2025

El venezolano corta una oreja de cada toro de Miura y se asegura una nueva presencia para el año que viene

Colombo Brinda A Las Peñas
Colombo brinda a las peñas de Pamplona © Emilio Méndez

Después de tres años obligado a entenderse con la corrida de Miura en una plaza como la de Pamplona, Jesús Enrique Colombo ya es todo un experto en este encaste. El del tendido, digo, porque el venezolano conoce tan bien a esta afición y tiene tan estudiadas las teclas que deben tocarse para que les guste la melodía, que lo ha convertido en un arte. Y el cúlmen de su conocimiento llegó hoy, con una corrida de Zahariche tan vareada que algún toro -caso del quinto-, te provocaba la intención de invitarlo a un cocido. Hueco, sin vida, sin maldad siquiera con que jugarse la vida, el encierro hubiera protgonizado un aburrimiento mayúsculo de no ser precisamente por los recursos de los matadores. De unos más que de otros, es verdad.

Porque a Colombo, que no le embistieron ninguno de los dos, ni falta le hizo tener oponente con que jugarse los cuartos. Dos tercios de banderillas compartiendo espectáculo con Manuel Escribano, mucha presencia en la lidia, mucha comunicación con el tendido, mucha demostración de entrega y dos estocadas de ponerlas en las escuelas de tauromaquia bastaron para cortarle una oreja a cada toro. Y, dicho así, parece fácil, pero hay que ponerse a tocar ese piano año tras año y convertirse en el concertista que más simpático cae a este público norteño. Desde los delantales del saludo, toreando mucho con la parte de fuera para enroscarse a un animal que no quería apreturas, hasta los muletazos limpios y ligados al natural, pasando por los molinetes encadenados del epílogo, supo componer sin descomponerse hasta el ‘sopapo’ final para pasear una oreja. Con la forma que tiene de matar a los toros, sólo un milagro evitaba ya la puerta grande.

Pero no apareció hecho insólito alguno por el ruedo pamplonés, porque el sexto, una vergüenza de animal con el hierro de Miura, se llevó verónicas, chicuelinas y hasta una larga que duró hasta que se aburrió el animal de morrar, porque de todo eso no embistió en nada. Y como vio Jesús que aquello pintaba feo para el toreo, decidió apostar por el efectismo de un quite por zapopinas para transmitir mucho al tendido sin apretar al funo, que no andaba para exigencias. Hasta el par de la ‘moviola’ le sopló en banderillas, antes de irse a brindar el trasteo a los miembros de las peñas. También eso es torear, mire usted, porque pases sabía el venezolano que iba a ser complicado pegar. Aún así, cerró pronto la persiana un toro noblón que no sirvió ni para meter miedo, pero sí para andar por allí mientras se empeñaba Colombo en que no se escapase el triunfo. Y, con esos espadazos, es difícil que se marche en Pamplona. Y van tres de tres.

Son más las participaciones de Manuel Escribano con la corrida de Miura en esta plaza, pero la suficiencia del sevillano es tal que cuando enlota un animal tan flojón, tan noblón y tan sosón como el primero cueste mantener la atención en una pelea tan desigual. Pese a que se fue a chiqueros una vez más, lo inició con cambiados en los medios y puso todo de su parte para hacer el toreo, incluso con un toro tan entipado como escurrido al que seguramente le hubiera cortado una oreja si lo llega a matar con rotundidad. Igual que al cuarto, un ‘Choricero’ malencarao que se emplazó pidiendo toreros y anunciando su reserva para no desvelar su escaso fondo. Pero luego ennobleció su carácter en la muleta, le firmó el armisticio al matador y no quiso más ni cuando lo atacaban. Así, es casi imposible la apuesta.

Como lo fue la de Damián Castaño, que debutaba en Pamplona con la hierba en la boca y se fue con dos ovaciones porque la entrega y la voluntad fue lo único que pudo dejar en este ruedo. Un segundo feo, altiricón y escurrido -con el que brilló en la lidia Jarocho- que tardeó, midió constantemente y puso las cosas complicadas a un salmantino que tuvo que ser muy preciso en distancia y en altura para que hubiera un cachito de toro con el que demostrar su decisión. Y un quinto famélico, playero y contrahecho, con el que estuvo impecable en la técnica e irreprochable en el arrojo, pero ninguno de los dos trasteos le dieron para pasear trofeo alguno, tal vez porque aún lo le ha visto las puntillas a la afición pamplonesa.

Pero así concluyó un San Fermín de mucho triunfo y poca historia, donde los que conocen el percal saben dónde tienen que buscar el pañuelo rojo que va a tardar ya un año en volver a agitarse en Pamplona.

FICHA DEL FESTEJO

Lunes, 14 de julio de 2025. Plaza de toros Monumental de Pamplona. Última de la Feria del Toro. Corrida de toros. Lleno.

Toros de Miura, horriblemente presentados y con pinta de saldo. Noble y con temple un primero que pronto acortó el recorrido; muy frenado y sin recorrido el segundo; se defendió sin pasar nunca el tercero; muy complicado en banderillas el cuarto, luego más pacífico en la muleta; dócil y blando el desrazado quinto; se paró pronto un sexto que nunca humilló.

Manuel Escribano, de lila y oro: ovación tras aviso y ovación.

Damián Castaño, de blanco y plata: ovación y ovación.

Jesús Enrique Colombo, de tabaco y oro: oreja y oreja con petición de la segunda

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

Fotogalería Pamplona 14 7 2025