Especialmente atractivo para el aficionado era el cartel de este lunes en Pamplona, donde tres toreros de contrastadísima tauromaquia hacían el paseíllo con la emotividad de un encierro de Fuente Ymbro que había firmado por la mañana un ancierro de poco más de dos minutos. Miguel Ángel Perera, Daniel Luque y Ginés Marín componían un cartel muy apetecible con los toros de Ricardo Gallardo.
Un Perera impecable sienta las bases de su toreo para cortarle una oreja al jabonero abreplaza
De gran belleza de hechuras era el jabonero que salió en primer lugar, al que saludó Perera con un ramillete de verónicas templadísimas, ganando siempre el paso hasta la media, donde ya se le vio al toro que la fuerza no la tenía holgada. Por eso le ordenó Perera a Ángel Rivas que le diese muy poquito, pese a lo escandaloso de la sangre en el pelo jabonero. Muy fácil lo hicieron todo en banderillas los hombres de Perera tras el templado quite de tres chicuelinas y larga de Daniel Luque. Pero Miguel se plantó de rodillas en los medios y se lo pasó por la espalda y por delante conm mucha suavidad hasta levantarse para el de pecho con el toro más afianzado. Mucho gobierno hubo siempre en unas tandas que comenzaban en la media distancia y nunca bajaban el ritmo para que no perdiese el toro el objeto y se quisiese violentar en los finales. Pero ya no se cayó. El poder de la muleta de Perera sirvió para estructurar, para trazar despacio y para dibujar muletazos con mucha ligazón, pero resultó escaso enemigo para el poder de Miguel Ángel, impecable, por otra parte, hasta las bernadinas finales. Y un espadazo rotundo, del que salió prendido hasta que salió el capote salvador de Javier Ambel para llevarse al jabonero. Una oreja paseó el extremeño.
El buen hacer de Luque y una estocada de premio lo sacan al tercio de Pamplona
También el segundo tuvo una tremenda presencia cuando salió a la plaza, recibido con la solvencia capotera que caracteriza a Daniel Luque, con mucha serenidad en todas sus acciones. Se le dio poco en el caballo al animal, por el que quería apostar el sevillano, y demostró su calidad el toro en el quite por chicuelinas del quite de Ginés Marín. Pero en la muleta no tuvo el comportamiento esperado. Se salió con él a los medios con gran facilidad, a pesar de lo remiso del animal, con dos trincherazos y un desdén que auguraban faena de peso. Pero lo que resultó pesado fue el comportamiento de un toro que resultó vulgarón, sin finales y sin meterse nunca en los engaños. Hasta le dejó un tremendo pitonazo en un muslo a un sorprendido Daniel Luque, muy dolorido cuando le dejó el tremendo espadazo que precedió a la ovación.
Una estocada al ralentí le pone en la mano una oreja del tercero a Ginés Marín
El tercero, más fino que los dos anteriores, hizo albergar esperanzas en un gran saludo a la verónica de Ginés Marín, que ofreció mucha suavidad al animal, al que tampoco se le apretó en absoluto en el caballo. Pero con la muleta tuvo que tirar de conocimiento, de sitio y de técnica un Ginés Marín que supo administrar las escasas virtudes del animal hasta que terminó parándose. Antes había ofrecido con mucha verdad la muleta en la mano izquierda para que tomase el trapo con la cara natural el castaño y sin una pizca de clase. Tremendamente solvente Ginés, que terminó entre pitones porque no se quedase nada en el tintero. La estocada, ejecutada muy despacio, fue un compendio de cómo se realiza la suerte, lo que le valió una oreja al extremeño.
La rotundidad incontestable de Perera con el cuarto desoreja al noble Fuente Ymbro
El cuarto, otro animal de tremenda seriedad por delante, sacó codicia en el capote de Perera, que ordenó a su picador que lo dejase crudo porque quería redondear su tarde. Por eso también lo brindó al público. Fantástico el de La Puebla del Prior en el toreo de rodillas, suave, templado, siempre metido en gobernar con caricias al de Fuente Ymbro. Le faltaba chispa al animal, y por eso le buscó Miguel la larga distancia y la inercia que permitiese ligar las series. Hubo exigencia muy pronto, porque quiso Perera que llegase a la muleta muy apretado con la mano diestra, siempre asentando la planta y siempre metido en una faena que iba concluyendo las series con unos de pecho que parecían no terminar. Pero aún le quedaba una traca para el final, con una serie de redondos sin mover los pies del sitio y un final que desafiaba a la física por dónde tenía que pasar el toro. Una estocada rotunda y breve le puso en la mano las dos orejas que el presidente sacó de una vez.
Una estocada de libro y una tarde de enorme seriedad de Luque se ve premiada con una oreja
El quinto no dio tanto la sensación de tener fondo como los toros anteriores. Siempre con la cara arriba, siempre poniendo difícil estar delante, ordenó Luque al Patilla que le diese duro. Después de eso, tuvo buen embroque en el capote de brega de Juan Contreras, pero no sacaba la cara entregada, sino muy a su aire. Y no dijo nada el toro en la faena de muleta, donde ni se empleaba, ni tenía celo, ni siquiera tenía interés, a pesar del empeño de Luque de meterse entre pitones e intentar extraer lo poco que hubiese en el escaso fondo del toro de Gallardo. Fundamental fue el manejo de las alturas de Daniel, siempre muy por encima del animal, de la tarde y de las circunstancias. Contundente con la espada, recibió el cariño de Pamplona en forma de una oreja al conjunto de su tarde.
La inteligencia de Ginés Marín y su conocimiento de los terrenos le pone las dos orejas del sexto en la mano
El sexto, no muy voluminoso para ser Pamplona, sí que lucía un trapío espectacular cuando lo saludó con facilidad Ginés Marín con el capote. Desentendido y desconfiado antes del primer puyazo, se agarró con fe Guillermo Marín con la puya. Pero cuando llegó a la muleta, a pesar de su intención de embestir por abajo, le sacó una incómoda informalidad a Ginés que deslució las seies, pese a la gran solvencia de Ginés para soltarle los vuelos. Pero fue en el final de faena, ya en los terrenos del tercio, cuando fue capaz de conectar con el tendido ligando los muletazos con la mano izquierda, al repetir mejor el animal en ese terreno. Cuando llegó el epílogo de las bernadinas ya estaba el público con él, pero cuando ejecutó el espadazo, otra vez de manual, el tendido ya tenía decidido pedirle con fuerza la oreja. El presidente, sin embargo, sacó los dos pañuelos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros Monumental de Pamplona, Navarra. Feria de San Fermín, quinta de abono, corrida de toros. Lleno en los tendidos.
Toros de Fuente Ymbro, de imponente presencia. De gran belleza y embestida humillada y repetidora el buen jabonero primero; incierto y vulgar el deslucido segundo; fogoso de salida y venido muy a menos el desclasado y deslucido tercero; de gran bondad y nobleza el buen cuarto; deslucido y agarrado al piso el castaño quinto; noble pero informal el sexto.
Miguel Ángel Perera (verde hoja seca y azabache): oreja y dos orejas.
Daniel Luque (blanco y plata): ovación y oreja.
Ginés Marín (marino y oro): oreja y dos orejas.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ