VALDEMORILLO

Paulita en hombros, Barrio en cuenta y Martín Escudero en el corazón


sábado 6 febrero, 2016

El maño desorejó al cuarto, el madrileño cuajó una maciza tarde sin espada y el segoviano se quedó con ganas de mostrar más con una buena corrida de Monte la Ermita

El maño desorejó al cuarto, el madrileño cuajó una maciza tarde sin espada y el segoviano se quedó con ganas de mostrar más con una buena corrida de Monte la Ermita

Llegaban las corridas a pie a la feria de San Blas y la Candelaria de Valdemorillo, con un encierro de Monte La Ermita serio, cuajado e importante al que hacían frente Paulita, Víctor Barrio y David Martín Escudero.

De rodillas en el tercio recibió Paulita al primero, que le pegó un parón peligrosísimo mientras esperaba el torero para ofrecer la última larga. Muy templado anduvo el aragonés para lancear a pies juntos y con mucho sabor la buena embestida de cara volcada del animal. Tuvo temperamento el animal, que arrancaba tardeando pero con todo cuando acudía, y no era fácil templarle las arrancadas como lo hizo Antonio, dejando el trapo en la cara, encelando con tandas cortas para que no se afligiese y sacando veteranía lidiadora junto al evidente gusto de su compostura. Supo administrarle la fuerza, limarle el genio, darle media altura bien compuesta y aprovechar la transmisión con firmeza y aplomo. Fue lástima que se viniera abajo el animal cuando se sintió podido, porque ya no tuvo la misma calidad al natural, mostrando la misma intención en la arrancada. Alargó tal vez el metraje Paulita, buscando el triunfo mayor, pero la estocada certera sólo dio para una ovación.

En el centro del platillo esperó Víctor Barrio al segundo, que salió distraído y humilló con más intención que ritmo en el recibo de percal. Tuvo calidad en unas arrancadas y desparramó la vista en otras en los primeros tercios, con arreones inesperados que pusieron en apuros a los banderilleros. De rodillas inició el segoviano, en la línea y sin molestar para que desarrollase el geniudo animal, tan hermoso en su hechura como exigente en su comportamiento. Humilló mucho el tapón de Monte la Ermita, y le supo dejar Barrio la tela en la cara con precisión para que alargase los finales, sin perderle pasos, a pesar de que eso le obligaba a tragar en las revueltas con mucho valor. Muerta se la dejó, en son de apuesta, al natural, pero duró poco la intención del toro por ese pitón. Por eso hubo que apretarlo en el enganche y aprovecharle la importancia al principio del muletazo para que no desluciese el final, más desentendido. En cercanías el epílogo, también quizá pasado de metraje, lo que bajó el nivel de una faena muy entonada. No llegó a media la estocada del segoviano, se atascó con el descabello y escuchó una ovación.

Fría fue también la salida del paletón tercero, bajo y reunido, lleno en la caja y serio de presencia, que se desplazó después en el percal de David Escudero, repitiendo más que humillando. Mucho valor sacó el torero para quitar por gaoneras, con mucho ajuste ante la embestida áspera del animal. Por dentro se le vino con motor el toro en el inicio de estatuarios, quedando impávido el valeroso madrileño, antes de cuajarle una serie de plomizo asiento con la mano diestra para arrancar los olés en el tendido y meter al público en la faena. Muy cerca se lo pasó siempre, con inteligencia para quedarse en el sitio o perder un paso cuando lo marcase el cinqueño. Todo con parsimonia, con empaque y con serenidad, con pulso en los enganches y en los viajes, cuando hay que tirar del trapo y se marcan las diferencias. Macizo al natural, con la tela muerta, un giro de talón y puesta para esperar de nuevo la arrancada, para mandarla lejos al vaciar el de pecho. Todo reunido, todo con mucho sentido. Pinchó antes de la estocada delantera, pero no mermó la petición de una oreja que finalmente paseó.

El cuarto se pegó un tremendo topetazo de salida contra un burladero, hecho que acusó al embestir en las verónicas de exquisito trazo con que lo saludó Paulita. Pero el buen trato de Juan Contreras en la lidia hizo que sacase el animal el buen fondo que tenía dentro en la muleta para que aprovechase el maño la transmisión inicial con la mano derecha. Por abajo, siempre buscando el enganche más que la ligazón, hasta que llegó el momento de apretar, de coser el belfo y tirar con suavidad templada de la embestida, siempre seria, siempre importante. Y entonces llegó el acople y la conexión con el tendido. Ya estaba exprimido el animal cuando cogió la espada Antonio y lo partió en dos de un estoconazo para pasear el doble trofeo.

Le faltó celo y entrega al quinto para rebozarse en el capote que manejó con soltura Víctor Barrio, con más intención que brillantez en un recibo aseado. También lo fue el quite por gaoneras, en el que faltó convicción en el animal para estar a la altura de lo que proponía Barrio. Y tuvo posibilidades un animal que sacó transmisión ya desde el inicio de pases cambiados que le firmó Víctor, siempre seguro y exponiendo para que no se le fuera la tarde sin trofeos. Supo asentar las plantas, ofrecer la panza y clavarse en la arena para trazar con firme seguridad y emerger sobre la repetición de media humillación del animal. Poco a poco fue ligando a base de quedarse sin perder pasos, ofrecer los muslos en las revueltas y enganchar con precisión para llegar al tendido. Con bernadinas epilogó el trasteo largo, citando con mucha verdad, casi metido entre los pitones. Pinchó antes de enterrar el acero y cortar una oreja.

Con una ovación saludó el nutrido tendido de Valdemorillo la excelente presencia del hermoso pero serio sexto, al que saludó con liviandad Martín Escudero para preservarle la codicia al animal. Y la tuvo en el inicio, con motor y con entrega, con chispa a la hora de tomar los avíos y con importancia en embroques y finales en la muleta de un segurísimo Martín Escudero, que soportó las vencidas cuando llegaron las protestas. Y éstas llegaron con la cara natural, con el temperamento acusado en el pitón zurdo que supo tragar y soportar el madrileño sin mudar la color ni echar un paso atrás. Le cogió la altura David al toraco para obligarlo a humillar lo que le fuera posible, exponiendo la figura en favor de su concepto vertical y entregado. Tanto que hasta quiso gustarse en trincherazos y firmas cuando ya se rajaba, vencido, el de Monte la Ermita. Importante la tarde del madrileño, que ya tenía encandilado al tendido cuando pinchó la obra. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valdemorillo, Madrid. Feria de San Blas y la Candelaria, segunda de abono. Casi tres cuartos de entrada en los tendidos.

Toros de Monte la Ermita, bien presentados. Con temperamento, transmisión y poder a menos el exigente primero; humillado pero exigente y enrazado el segundo; serio y enrazado pero obediente el importante tercero; enrazado, serio e importante el buen cuarto, que terminó rajado; de media humillación el repetidor quinto; con temperamento de cara natural el áspero sexto.

Paulita (grana y oro): ovación y dos orejas.

Víctor Barrio (marino y oro): ovación tras aviso y oreja.

Martín Escudero (marino y oro): oreja y ovación tras aviso.

Saludaron Javier Rodríguez y Víctor Pérez tras banderillear al sexto.

 

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO