Seis toros de Miura se lidiaban este domingo en el decimosexto festejo de abono en Sevilla. El cartel lo componían Manuel Escribano, Pepe Moral y Esaú Fernández. Una tarde donde lo mejor vino a cargo de un espada que venía a Sevilla con la firme intención de cambiar el sino de su carrera. Festejo que contó con los nombres propios de Pepe Moral -oreja en cada toro- y Tahonero, astado de reata ilustre en Zahariche toreado con pulcritud y temple por Esaú Fernández. El lote sin opciones se lo llevó un entregado Manuel Escribano, torero que cerraba sin suerte su tercer compromiso en este ciclo continuado.
El oficio de Escribano por encima de un complicado primero que nunca le dejó cuadrarse con el acero
Se fue a la puerta de chiqueros Manuel Escribano a recibir al primero de la tarde, un astado de Miura de nombre Pañolero que esperó una enormidad, animal que nunca rompió a galopar y que obligó a Escribano a levantarse con celeridad. Todo lo hizo el sevillano a media altura ante un toro que tendió a salirse suelto y que nunca se empleó en el percal. Tampoco acabó de entregarse en el jaco que montaba Juan Peña, varilarguero que se fue ovacionado tras dos buenas varas. Mostró el de Gerena poderío y capacidad ante un astado informal que llegó a la muleta sin entregarse. Manuel poco a poco fue convenciendo a un astado al que nunca apretó, animal que por el pitón izquierdo siempre supo aquello que se dejaba atrás. Porfió en una labor de gran firmeza, esa donde jugó con las alturas y las distancias para sacarle aquello que tenía un Pañolero con cierto peligro. Un astado de Miura que esperó una enormidad a la hora de entrar a matar levantando la cara e imposibilitando que Manuel pudiera meter la mano. Tras atascarse con los aceros sonó un aviso, siendo finalmente silenciado.
Pepe Moral pasea la oreja del templado segundo
Embistió con cierto temple un primero al que Pepe Moral cuajó a la verónica tras irse a la puerta de chiqueros. Un astado que saltó al callejón con una enorme facilidad junto al burladero donde se encontraban los picadores. Instantes de peligro que afortunadamente no provocaron ningún percance. Tampoco se entregó Adobero en el caballo montado por Francisco Romero, un ejemplar que pareció dañarse de los pechos tras la caída dentro del callejón. Toro que llegó a la muleta sin definir, ese al que nunca le pudo bajar la mano, no permitiendo tirones y que toreó con suavidad el palaciego. Se sintió Manuel en una faena donde buscó pulsear a un astado al que siempre le perdió un paso entre muletazo y muletazo. Pese a la condición pasadora y algo dormidita del animal este buscó toreando con la cintura e intentando ralentizar el muletazo. Al natural se volvió a colocar dándole el medio pecho a un Miura que fue agradecido ante el buen trato del espada. Labor medida la realizada por un matador de toros al que nunca le pudieron las prisas, torero que entendió aquello que le pedía el animal venido de Zahariche. A todo parado metería la mano para dejar una estocada contraria y perpendicular que le valió la primera oreja de la tarde.
Esaú templa la importante embestida de un Tahonero tercero ovacionado en arrastre
Se fue el camero a recibir a , hermano de madre del astado indultado por Manuel Escribano en Utrera, a la puerta de chiqueros, un ejemplar sardo al que lanceó con suavidad a la verónica tras la larga inicial. Ejemplar que todo lo hizo galopando y con entrega pese a no emplearse en exceso en un tercio de varas donde acometió desde la larga distancia. Lo midió perfectamente Francisco Romero ‘El Pelao’ en un paso por el jaco de menos a más. Lo lidió a la perfección Juan José Domingo antes de tomar la pañosa el diestro de Camas. Se arrancó desde la larga distancia un toro que acometió con temple y buena clase a la muleta de un templado Esaú. Le bajó más la mano en una nueva tanda en redondo que llegó con fuerza a los tendidos. Al natural buscó pulsearlo en series sin apreturas, dibujando este muletazos algo desiguales ante un astado con calidad al que no podía abrir en exceso. Miura de gran importancia que se sintió más cómodo en el sometimiento. Finalizaría su trasteo con una serie por cada pitón de un astado con clase, ese al que Esaú entendió desde el primer momento. Tras una media trasera -en dos tiempos-, perpendicular y algo atravesada, sonaría un aviso, perdiendo este la oreja.
Escribano porfía con un cuarto que siempre vino topando y defendiéndose
Tampoco quiso empujar en los trastos el cuarto del festejo, toro de Miura al que Escribano esperó en la puerta de los sustos. Pañalero tampoco acometió con bravura al jaco antes de verse un interesante tercero de banderillas por parte del espada de Gerena. Toro que siempre vino midiendo y pensándoselo entre muletazo y muletazo. No dio un paso atrás Manuel en un trasteo de gran firmeza y verdad donde no consiguió pulir la embestida a la defensiva del Miura. Acertó en dejar la muleta algo atrasada para que el animal pasara, pero ni por esas, el de Miura no embistió en ninguna de las distancias. Toro que derrotaba y se frenaba, algo que imposibilitó la ligazón de los muletazos al venir siempre topando y nunca embistiendo. Ejemplar que estuvo pendiente de todo y que se hizo el tonto para arrancarse cuando Escribano se perfilaba para entrarlo a matar. Superó Manuel una dura prueba con la espada ante un ejemplar al que tuvo que matarlo con habilidad al no enseñarle nunca la muerte.
Pepe Moral pasa la prueba ante un astado que le exigió una barbaridad en los trastos y le corta una oreja de peso
Inopinado llevaba por nombre el quinto de la tarde, un ejemplar al que esperó en la puerta de chiqueros Pepe Moral. Lanceó con suavidad la larga el de Los Palacios antes de dejar un saludo a la verónica saliéndose con el toro hasta los medios. Toro que la tomó con transmisión y buena clase ante un espada muy mentalizado de la tarde tan importante que tenía delante. Ejemplar al que se le midió en el castigo, animal al que le dio tiempos y distancias Juan Sierra en un tercio de banderillas donde lo lidió con extraordinaria templanza. Toro al que había que convencerlo y empujarlo siempre hacia adelante. Le perdió pasos un espada que buscó pulsear la embestida a media altura aprovechando la inercia del de Miura. Todo fue muy medido, le dio pausas a un toro agradecido al buen trato. Por el lado izquierdo tuvo una embestida más descompuesta, pese a ese defecto Moral lo entendió a la perfección toreándolo siempre con los vuelos. Anduvo dispuesto y muy de verdad ante un burel al que no le dudó una vez, ese al que toreó de forma asentada en tandas de una enorme verdad. Lo empujó hasta el final, enganchó la embestida de un Inopinado con el que sorprendií un inusual oficio pese a venir sin un contrato a sus espaldas. Toro con virtudes, pero con el que nunca podías relajarte, un astado de apuesta al que mató de una gran estocada que puso en su mano una oreja de peso. Se vació un matador de toros que rozó la salida por la Puerta del Príncipe en una tarde donde demostró que merece un mejor trato por parte de las empresas.
Esaú porfía con un cierraplaza que nunca quiso empujar hacia adelante
Aguantó una enormidad Esaú al astado que cerraba festejo, toro que se frenó de salida. Sexta portagayola en una tarde de gran emoción, esa donde el espada de Camas no pudo soltarse de capa por la descompuesta embestida del toro con menor trapío del festejo. Empujó con un único pitón en el primer paso por el jaco, dejándose este pegar en el segundo encuentro. Con el último clarinazo de la Feria comenzó Esaú su labor ante un astado que se movió a media altura y sin excesiva entrega. Toro al que había que torear con asentamiento y limpieza, ayudando a un Miura nada sencillo en los trastos. Le faltó entrega a este Chocero, un animal deslucido que nuca quiso empujar hacia adelante. Porfió el camero en un trasteo al que le faltó mayor ajuste con un ejemplar incierto con el que había que fajarse. Digna actuación del toreo de Camas en un trasteo al que le pondría rúbrica de una estocada corta.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Decimosexto festejo de abono. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.
Toros de Miura. Desiguales de presentación y juego:; sin entrega, un complicado primero que acabó orientándose; agradecido un segundo con nobleza, pero al que le costó desplazarse; con fijeza, ritmo y humillación el bravo y entregado tercero; sin un ápice de entrega, un cuarto que sabía aquello que se dejaba atrás; de exigente embestida un quinto con aristas;
Manuel Escribano, de malva y oro: silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Pepe Moral, de verde esperanza y oro: oreja y oreja.
Esaú Fernández, de tabaco y oro: silencio tras aviso y silencio.
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA
