MARCO A. HIERRO
Las peñas de Parla inundaron la plaza de toros de la
localidad madrileña en la tarde de este lunes para la corrida de su Feria
taurina, completada con dos espectáculos populares. Tres toreros de máximo
interés para el aficionado como César Jiménez, Miguel Ángel Perera y Cayetano
Rivera hacían el paseíllo.
Con mucha solvencia lanceó César Jiménez la falta de entrega
y de fuerza del primero, apenas castigado en varas, dada su feble condición.
Templado pero a regañadientes embistió en el quite por chicuelinas del
madrileño, donde se paró mucho el de Carlos Núñez. Manso, aquerenciado y sin
vida, se negó a repetirle las embestidas a un afanoso Jiménez, que le dio
pausa, media altura y suavidad sin que su solvencia con las telas se viese
reflejada con la espada ni premiada por el tendido. Silencio.
El segundo, que volvió al chiqueros antes de dar una vuelta
por el ruedo, le embistió en línea recta y sin franqueza a un seguro Perera,
que se lo sacó con mucha compostura en lances a pies juntos rematados con una
gran media. Extraordinario fue el inicio de faena, con dos estatuarios para
sacarlo al tercio y allí soplarle una arrucinas que le llevó los hilos del
fajín. Sobre la derecha se asentó el extremeño con seguridad, con aplomo y con
gusto para templar las embestidas con mejor principio que final. Entre pitones
concluyó el trasteo, con circulares invertidos y mucho consentimiento a un
animal que siempre se pasó Perera por la barriga. Una estocada trasera pero
fulminante precedió al paseo de las dos orejas.
Más descarado de pitones era el tercero, de arrancada encendida
en el capote de Cayetano, que se llevó una colada a la barriga cuando intentó
estirarse a la verónica, en parte por el viento reinante. Empujó el animal en
el caballo en dura vara. En la muleta no fue bueno; ni tuvo franqueza, ni
entrega ni desliz, mirando siempre por dentro y sin querer emplearse en los
trastos. Hizo un esfuerzo con él Cayetano, que le dio el trapo por abajo a
zurdas, lo trazó en la línea, le consintió en ocasiones y anduvo con dignidad
con él siempre. Una estocada dejó la valoración en una oreja.
El basto cuarto no quiso saber nada del capote de César
Jiménez y blandeó de las manos cuando se lo sacó a los medios para quitarle las
querencias. Muy medido en varas, rehuyó cuando pudo el capote de Iván García en
la brega. Ni una opción tuvo el de Fuenlabrada con el manso de carretas que
huyó de sus telas sin remisión. Porfió con honestidad César, pegado a tablas y
aprovechando los viajes en la huída del animal. El estoconazo, de premio, valió
una oreja al tesón.
Muchísima suavidad tuvieron las verónicas de Perera al
quinto, que siempre se quiso ir de los embroques pero siempre se encontraba el
templado percal del extremeño delante. Apenas un picotazo se llevó en varas. Lo
que vino después fue una demostración de conocimientos y capacidad fuera de lo
común. Estatuarios en el inicio, sacándoselo por detrás de repente, girando en
el pase de pecho para pegarle otro por el otro pitón. Larguísimo fue el toreo a
diestras, enganchando con suprema suavidad y pleno de pulso en el trazo ante el
obediente y repetidor animal. Terso voló el vuelo al natural, aliviando las
exigencias en la media altura para que no desfalleciesen las series. El final
entre pitones, haciendo bailar a su alrededor al de Carlos Núñez, hurtando el
muslo en ocasiones para dejarle espacio físico para pasar al animal. Pleno de
capacidad, de valor y de temple un Perera que despenó al bicho de media
estocada y un descabello, lo que debió de pesar para la no concesión del rabo
que pidió toda la plaza. Dos orejas.
Le costó a Cayetano fijar en el capote la condición abanta
del sexto en los doblones genuflexos con que le enseñó el percal. Flojo el
toro, blandeó y fue protestado a la salida del caballo. Y se fue para atrás
descordado. Al sobrero sexto bis, del mismo hierro, no fue capaz Cayetano de
pararlo en el tercio antes de que salieran lo pencos. Al relanza se fue al
caballo a querer quitarse el palo, manseando siempre. Y así se comportó en la
muleta, saliendo con la cara alta, sin entrega ni transmisión, pero al menos
repitió cuando se puso Cayetano en el sitio, con más raza que brillantez en un
trasteo de trazo liviano, mucha voluntad y poco argumento. Mal con la espada,
escuchó una ovación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Parla, Madrid. Corrida de toros.
Seis toros de Carlos
Núñez, manso, aplomado y sin vida el deslucido primero, de cierta calidad y final protestón el segundo, informal, deslucido y sin entrega el descarado tercero, manso de carretas el huidizo cuarto, obediente y repetidor el noble quinto, devuelto el sexto por descordarse; vulgar y repetidor sin clase el manso sexto bis.
César Jiménez, silencio y oreja.
Miguel Ángel Perera, dos orejas y dos orejas.
Cayetano Rivera, oreja y ovación.
FOTO: @infomaperera