SANTIAGO ROMÁN
Perera, Cayetano y Emilio de Justo eran los encargados de
cerrar la feria de San Fernando de Cáceres en la tarde de este domingo en el
coso de la Era de los Mártires. Se lidiaba un encierro de Charro de Llen. Caluroso fue el recibimiento para la terna, especialmente para el local, Emilio de Justo, que regresaba a un cartel en su plaza.
El primero de la tarde, bizco del pitón derecho, no era en absoluto un toro con el trapío para una plaza de segunda. Un quite por chicuelinas con media de remate bastaron para que dejase Perera su sello y Javier Ambel su buena brega en banderillas. A más fue el toro en la condición ante un sobrado Perera que le cortó una oreja a base de poder y oficio. MUletazos largos que del de la Puebla del Prior con un animal que la tomó siempre y con el que terminó Miguel Ángel en cercanías antes de la estocada.
Muy por debajo de lo exigible fue también la presentación del segundo, que pareció evidenciar problemas de visión en el capote de Cayetano. Muy torero el inicio de muleta, pero fue sólo una tanda, porque luego se fue apagando todo y perdiéndose en el escaso compromiso que demostró un Cayetano que terminó con el vestido impoluto. Pitos para el toro y ovación para Cayetano.
Lanceó a la verónica con suavidad Emilio de Justo a un tercero mejor hecho que ofreció síntomas alarmantes de mansedumbre. Brilló Emilio en el quite por gaoneras, pero se rajó el toro en banderillas hasta que apareció De Justo para robarle lo indecible con la muleta en la mano, en una actuación que de no haber sido por la espada hubiera obtenido un premio grande. Pitos para el animal y una ovación para el torero al finalizar la labor.
Poder y control fue el denominador común de la faena de Perera al cuarto. Un toro escurrido y con cara de rata, se le pidió la devolución en el tercio de varas. Tuvo el extremeño muy acusado el sentido de las distancias en una faena larga en la que incluyó una tanda con la muleta invertida. Desplegó y sacó a relucir sus habilidades taurinas, como la quietud, la firmeza, la seguridad, la largura y estoicismo, que mezcladas le pusieron en la mano la oreja que le abría la puerta grande.
El quinto tuvo más cuajo que los lidiados hasta ese momento, más acorde a la categoría de la plaza. No pudo lucir Cayetano con el capote en el saludo, pero se resrció con dos quites, uno por verónicas y otro por gaoneras. Conectó más con el público en este acto Cayetano, pero siempre en el tercio y sin salir del tono liviano en toda la faena, muy en línea recta. Lo mató en el famoso rincón de su abuelo y paseó una oreja después de que aplaudiesen al toro en el arrastre.
A portagayola recibió Emilio de Justo al sexto para luego proseguir con verónicas de bella factura a los sones de la jota extremeña ‘El Candil’, con la correspondiente y cerrada ovación. Ajustadísimas fueron las chicuelinas en el quite. Tras el brindis a Fernando Cepeda tuvo que hacerlo todo él, evidenciando el toreo clásico y puro a la par que un gusto de muchos quilates. Faena que se inventó Emilio a base de lentitud en los trazos por bandera. Pese a todo, los dos pinchazos previos a la estocada dejaron su premio en una oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Era de los Mártires, Cáceres. Segunda
de la feria de San Fernando. Corrida de toros. Más de media plaza.
Seis toros de Charro
de Llen.
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja.
Cayetano: ovación y oreja.
Emilio de Justo: ovación y oreja.