JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Tuvo tal importancia la tarde de Juli que este muletazo a ralentí define un conjunto. Torear en punto muerto. Ni más rápido de lo preciso ni más arrebato del necesario. El toreo que le ha hecho mandar.
Suelto salió el segundo de la tarde, primero del lote de Juli, un animal que mostró la misma condición en los siguientes compases. Fue componiendo de principio a fin una de las mejores obras de lo que va de Feria. Ya en el remate de serie por la mano izquierda en la primera de las tandas se dejó notar la calidad que tendría el trasteo, como efectivamente así fue. Con un animal huidizo como apuntó en los primeros tercios fue construyendo Julián una obra de nota, en la que llevó largo y embebido al de Victoriano del Río, en una versión de toreo relajado, adueñándose en todo momento del escenario y del toro. Ya con el animal al hilo de tablas, intentó aprovechar la inercia del astado para finalizar por luquecinas. La lástima llegó con el acero, puesto que pinchó en primer lugar al animal, matando a la segunda y rematando de descabello al astado. El astado, a pesar de su condición huidiza, tuvo ritmo y clase. “Cóndor”, número 172 era el quinto del festejo, al que le cortó una merecida oreja Juli. Fue poco a poco haciéndose de un oponente nada fácil y al que supo tocar las teclas que exigía en cada momento. Soberbio el final de la faena, con un Juli más arrebatado, llenando de pinturería su labor en todo momento. Estoconazo y oreja.