IGNACIO RUBIO
El jovencísimo Emilio Huertas asumía el reto de hacer el
paseíllo en solitario esta tarde en la plaza de toros de La Solana, en pleno
corazón de La Mancha. Lo hacía con retos mayores en agosto por delante y con un
encierro de Ojailén como materia prima de su gesta. Con una gran ovación al romper el paseíllo -minuto de silencio por Víctor Barrio incluido- comenzó la función.
Buen comienzo del torero de Santa Cruz, asentado y sin aspavientos, toreó con lucidez a la verónica y, tras un puyazo al castaño y bien armado, realizó faena pulcra por ambos pitones, destacando al natural. Dos series de trazo muy largo, bien rematadas con los de pecho, los invertidos y por alto a pies juntos, mascándose el peligro. El desprecio precioso, estocada y descabello para pasear oreja.
Nada fácil salió el veleto segundo, distraído. Emilio sólo pudo recogerlo sin más que un puyazo y perdió las manos. Emocionante tercio de banderillas a cargo de José Otero, que tuvo que saludar y muy apurado Esperanza con fea caída al callejón cuando lo prendía el animal. Descastado y sin fuelle, resultó imposible el lucimiento, siendo animado por el público a terminar su labor el torero. Pinchazo echándose el animal rajado y palmas.
Buenos lances de recibo dejó Huertas al sardo de Ojailén que hizo tercero, al que Emilio llevó galleando por chicuelinas al caballo, buena vara y gran par de Jorge Fuentes. Mucho temple necesitó Huertas ante un enemigo noble aunque faltó de fuelle. Dos series por la derecha con ligazón, aunque el animal salía con la cara alta. Lo mejor a zurdas, embarcando muy adelante y rematando atrás. Fueron sólo dos series, pero suficiente para dejar su impronta de torero. Intentó matar recibiendo, aunque sin colaboración. El volapié fue suficiente. Dos orejas.
Para la segunda parte de la corrida cambió el terno el torero, para salir vestido de marino y oro. Falló a espadas Emilio su labor tesonera ante el cuarto, con el que la falta de raza obligó al torero a ponerlo todo de su parte. No hubo grandes excentricidades, pero si mucha disposición y ganas. Tres intentos dejaron su labor en palmas.
Verónicas y delantales de recibo mostró Huertas ante el abanto negro de Ojailén que quiso desentenderse de la suerte. Señaló puyazo el piquero a órdenes del matador. Sonó la música en banderillas para José Otero, que puso tres pares de banderillas sin mucho acierto en la conjunción, pero fue un momento brillante a falta de buena realización. Detalle del matador con el banderillero. El comienzo prometedor, con templanza y mando muy templado a los medios para recibir a diestras, dando mucho de comer al cornúpeta, que arrastró el hocico y siguió con celo las telas. Gran serie con cambio de mano y el de pecho. Al natural brilló a gran altura, rematando muy atrás ante un noble y colaborador toro de Javier Gallego. Emilio marcó los tiempos y las distancias muy de verdad en los embroques, mostrando los pechos. Dio una buena dimensión, exprimiendo al buen toro de Ojailen, en cercanías con la verdad y la entrega. Finalizó rodilla en tierra, intentó matar recibiendo, haciendo hilo en su segundo intento. De nuevo se fue la mano. Lástima; la obra merecía otro final.
Larga en el tercio de recibo y chicuelinas rematados con media con mucho sabor fue la firma del recibo de Huertas al cierraplaza. Buenas hechuras del animal y brindis al público. Pases cambiados por la espalda y series en redondo, tres más el de pecho, celo y codicia de un buen toro de nuevo. Al natural largos muletazos con el temple y el dominio como norma, a los sones de Manolete. Huertas demostró dominio y sitio y sobre todo raza, mucha raza, muy cruzado su final por naturales. Pegado a tablas terminó el paisano, que se fue por la espada con rabia y esta vez sí encontró el sitio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Solana, Ciudad Real. Corrida de toros
de Feria.
Seis toros de Ojailén.
Emilio Huertas,en solitario (ceniza y oro): oreja, palmas, dos orejas, palmas, palmas y dos orejas.