LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

¿Pero quién os ha engañado con esto?


domingo 9 junio, 2024

Un saldo ganadero con el hierro de Román Sorando pone un desastroso cierre artístico al abono de San Isidro en otro 'No hay billetes'.

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Urdiales, Ortega y Aguado desde las tablas © Luis Sánchez Olmedo

Concluyó el abono de San isidro. Todo acabó. Queda el estrambote de Beneficencia, In Memoriam y hasta la novillada de triunfadores, pero ya se han votado los premios y se ha vendido el pescao. Se había hecho ya antes de la plomiza, aburrida, desagradable y hasta ruinosa tarde que cerró el ciclo, pero sí habría que hacerles una pregunta a los toreros que vistieron el chispeante hoy: a vosotros, ¿quién os ha engañado para anunciaros con esto?

No tiene nada que ver con el prestigio de una ganadería tan buena como cualquier otra, sino con el revoltijo de toros con el que vino Román Sorando a Madrid. Teniendo en cuenta que no es una ganadería larga, alguien tuvo que ver esta colección de toros grandes, chicos, recién cumplidos, viejunos y todos sin el más mínimo celo en las telas que se les presentaban. Una escalera de pesos; abuelos y nietos en los guarismos. Y mal gusto en la armonía -o más bien la ausencia de ella- que mantenían los animales para pasar el reconocimiento sin saber muy bien cómo.

Porque cuando una terna como la de hoy se apunta de manera sorpresiva a un hierro como el de Román Sorando, en Madrid, te imaginas una ganadería en un momento extraordinario a la que se le habrán visto toros grandiosos, aunque sea en el campo, pero el envío de hoy más parecía una selección rebañada de lo más aparente que había en cada uno de los cercados.Mira que había ilusión entre los aficionados por ver a Juan Ortega con el año que va echando, y a Urdiales, uno de los consentidos de esta plaza, y a Aguado, con el recuerdo de aquella vez que paró el reloj con uno de Montalvo. Hoy le salió otro, pero fue la casualidad de un sobrero sexto y nada tuvo que ver su correa y su ímpetu con aquel otro del año 2019.

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Nada, en realidad, salió esta tarde como entonces. Salvo a la hora de contar billetes, porque hoy se colgó el cartel de ‘No hay entradas’ por decimotercera vez en esta feria. Pero fueron muchos más los llenos aparentes. Aunque, a la hora de la verdad, sean pocos, muy pocos los recuerdos que queden de la feria. Y menos de hoy, cuando tres toreros ilusionantes se quedaron sin argumentos para lidiar una corrida pregonada. Y lo paradógico fue que quien reúne las responsabilidades de traer esta corrida fue el que se llevó dos de las ovaciones más grandes de la tarde: al devolver al corral a los dos toros que vieron el pañuelo verde.

De Urdiales, de Ortega y de Aguado es mejor no hablar. Bastante hicieron ellos con pasar el trago de una tarde que se les diseñó al revés. ¿Quién los engañaría para aceptar esta emboscada? No hay mucho más que añadir.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Última de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Lleno de «No hay localidades».

Toros de Román Sorando, José Vázquez (tercero bis) y Montalvo (sexto bis). Una escalera de hechuras y edades para reunir un encierro hecho de retales. De buen aire sin nada de fuelle el feble primero; manso de tirar de un carro el segundo; devuelto por blando el tercero; sin fuelle ni vida el tercero bis, agarrado al suelo; pasador sin raza el apagado cuarto; inválido el jabonero quinto; devuelto por inválido el sexto; con genio y brío el sexto bis.

Diego Urdiales (caña y azabache): Silencio y silencio.

Juan Ortega (verde hoja y oro): Silencio y silencio.

Pablo Aguado (azul noche y plata): Silencio y silencio.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Fotogaleria Madrid 8 6 2024