Pablo López Rioboo / Fotogalería: Diego Alais
Concluía la histórica Feria de San Miguel que los aforos han propiciado este año. Y lo hacía con uno de los principales atractivos del ciclo: la presencia de Morante de la Puebla -el torero de la feria, sin duda alguna- en el cartel de la mítica ganadería de Miura. A su lado, y como consumados especialistas en triunfar con los de Zahariche, Manuel Escribano y Pepe Moral.
El run run con el que se despertaba Sevilla en el día de hoy hacía presagiar que la última de abono podía traer consigo algo grande. Morante hacía su primer paseíllo, en corrida de toros, con el hierro de Zahariche, la historia daba un salto para retrotraernos a una época en sepia. Aquella de la edad de oro del toreo en la que un animal asalvajado ponía en jaque a los espadas más afamados. Morante en su temporada más rotunda buscaba cerrar el circulo, ese que tenía a la Maestranza como epicentro de una temporada de marcada apuesta. Una apuesta sin fisuras por darle a la tauromaquia esa grandeza que siempre llevó a gala. José Antonio no es amigo de la monotonía, bucea en la historia, estudia aquello que puede darle un giro de tuerca, tanto a su toreo, como a una tauromaquia huérfana de iconos a los que la sociedad tuviera como referentes. Esos toreros a la que la sociedad siempre tuvo como refrenes, tanto por sus valores como por aquello que eran capaces de hacer en el ruedo
Esa tarde que Sevilla tenía marcada en rojo, ese cierre en el que Morante acabaría de darle fuste a un cartel de sobrados especialistas. Una cita en la que tanto Manuel como Pepe querían erigirse en protagonistas y no en simples combinados de piedra. Ellos son mucho más que eso, son dos hombres que forjaron su destino a base de bailar con la más fea. Esa con la que pocas veces te reconocen el mérito. Hoy cada uno corrió diferente suerte, Moral pechó con dos toros vulgares, mientras que Escribano cuajaba a base de temple y despaciosidad a un Miura con denominación de origen, tanto por su calidad como por su bravura. Muchas veces las cosas cambian según el prisma por donde lo mires. Hoy Escribano rozó la del Príncipe en un día en que Morante se llevó los focos. Las cosas del toreo.
Morante cuaja de capa al primer Miura de su carrera con el que deja gotas de su personal toreo
Tuvo cierto ritmo y nobleza el primero de la tarde, un toro de Miura alto y agalgado pero de tranco pastueño. Poquita fuerza tuvo un astado que todo lo hizo a media altura. Esa media altura que aprovechó Morante para llevarlo al jaco con un galleo por chicuelinas de mucha suavidad rematada con una media tras la cadera. Volvería a crujir la Maestranza en un sensacional quite a la verónica. Lances a compás, verónicas dormidas meciendo la embestida. Compuso a media altura un quite de zapatillas asentadas y muñecas rotas. Aprovechó la buena condición del animal para torearlo al ralentí. Anduvo muy bien Trujillo con los palos antes de dejar Morante un torero y variado inicio. Ayudaos por alto, pases de la firma, trincherilla, pase de pecho al ralentí, todo lo hizo con gran expresión y sin molestar al abreplaza. Aprovechó siempre el principio del muletazo de un toro que no tuvo finales. Muleta siempre retrasada para torearlo en línea. Muy inteligente, perdiendo siempre pasos y toreándolo a su altura. Por el derecho siempre se vino por dentro. Muy dispuesto el de la Puebla en una faena de chispazos a la que le faltó continuidad debido a la justeza de fuerzas del salinero de Miura. Tras dejar una casi entera saludó desde el tercio.
Escribano pasea las dos orejas de un Miura de nota a derechas dejando entre abierta la Puerta del Príncipe
Le cortó las dos orejas Escribano a un gran toro de Miura tras una faena de gran temple y cadencia. Mostró sus intenciones cuando se fue a recibir a portagayola al primero de su lote. Un toro al que aprovecharía las inercias para dejar un buen recibo a la verónica. Un astado con movilidad que tranqueó en banderillas y al que lo citó en el centro del anillo el de Gerena para dejar ajustadísimos cambiados por la espalda. Un toro de Miura que solo quería muleta. Lo llevó siempre largo y templado Escribano, desenmuñecando en el momento preciso para templar y pulsear su embestida. Le dosificó en los primeros muletazos, siempre a media alturita y en línea. Toro con fijeza, galope, ritmo y humillación. Astado que se ralentizó a derechas. Por el izquierdo embistió siempre con la cara altita y por dentro. Le dejó siempre la pañosa puesta, acertando en alturas y distancias. El pulso fue clave para que el Miura agarrara temple. Vimos una de las versiones más importantes de Escribano en Sevilla. Encajado y muy torero anduvo un espada que le consiguió dar una vuelta de tuerca más a su toreo. Por el izquierdo vino el percance, se metió el toro por dentro y se lo echó a los lomos. Dos derrotes fortísimos que dejaron aturdido a Escribano. La épica se hizo presente. No se miró Manuel y volvió a la cara del animal. La plaza estaba sobrecogida. Tras una gran estocada le fueron concedidas las dos orejas por una plaza entregada a su actuación. La cerrada ovación con la que se despidió a ‘Cuajadito’ fue el justo premio para un toro con grandes virtudes.
Ovación con saludos para un firme Moral con el noble pero deslucido tercero
Más deslucido que sus hermanos fue el lidiado por Pepe Moral en tercer lugar, un toro con nobleza pero muy sosito y falto de raza. Le dio siempre sitio a la verónica, sacando la mano de fuera para abrirle el capotazao. Posteriormente dejaría un buen quite llevándolo muy toreado. Toro de poca fuerza y cortito de recorrido. Un ejemplar de Miura de anodina embestida, Moral siempre tuvo que llevarlo en línea para no quebrantarlo. Muy pulcro el de los Palacios, siempre templando al toro. Le fue puliendo los defectos para conseguir en las postrimerías de su labor la tanda más jaleada. Le encontró bien el sitio y las distancias. Por el izquierdo se volvía en las manos. Tras pinchazo y estocada saludó una ovación desde el tercio.
Morante aprovecha las virtudes del sobrero de Virgen María y un bajonazo lo deja en saludos
Fue devuelto el cuarto de la tarde -un toro liviano y de escasa presencia para Sevilla- por su falta de fuerza. En su lugar salió un sobrero de Virgen María de mansita condición pero con nobleza a derechas. Un ejemplar que en los capotes se quedaba en la mitad de la suerte, no pasaba. Ya en la muleta dejó Morante un inicio torerísimo sometiendo al animal en el cual mostró sus grandes recursos. Ayudaos, pases de la firma…, el de pecho duró un mundo. Se lo llevó siempre tras la cadera a un astado que cuando enganchaba se violentaba. Todo lo hizo muy ligado. Le presenta muy bien los chismes. Torero que hizo mejor a un toro al que le faltaron muchas cosas. Aprovechó sus virtudes en muletazos muy personales. Toro que tenía que venir siempre enganchado, sino tendía a arrollar. Se inventó una faena llena de pulso, tacto y templanza, pero también de poder y mando. Por el izquierdo aguantó la embestida pasadora del astado, siempre soltando una miradita y picando por dentro. Toro que pese a no ser completo si humilló y tuvo recorrido a derechas. Finalizó de nuevo por ayudaos por alto, hubo un molinete muy abelmontao que puso en pie a la plaza. Iba todo camino de la oreja pero una estocada baja le privó de premio. El propio Morante consciente de su fallo pidió que cesara la petición. Un gesto que le honra. Saludó una fuerte ovación desde el tercio. No quiso dar tampoco la vuelta al ruedo.
El quinto le cierra la posibilidad de abrir la Puerta del Príncipe a un entregado Escribano
No le dio opciones el quinto a Manuel Escribano para abrir la Puerta del Príncipe. Un toro muy deslucido, el cual siempre estuvo detrás de la mata. Expuso una enormidad en el saludo a portagayola con el toro soltando la cara por encima de la hombrera. Muy meritorio fue el posterior toreo a la verónica, siempre perdiendo pasos para acrecentar su movilidad. Peleó desigualmente en el jaco, desarrollando sentido conforme avanzaba su lidia. Siempre midiendo un animal que iba con el freno de mano puesto. Toro siempre dormidito en los trastos, por alto se defendía. Un Miura al que Escribano toreó siempre a media altura, templado en muletazos desiguales la sosería del astado. Toro muy mal andao, caminador y falto de entrega. Un animal sin armonía en sus embestidas, se hacía siempre el tonto intentando darle coba a Escribano. Por el derecho se tragaba los dos primeros, pero a partir del tercero se quedaba a mitad de la suerte. Muy centrado un Escribano que acertó en llevarlo siempre a media altura, siempre con la muleta retrasada, pero ni por esas. Se atascó en la suerte suprema, saludando desde el tercio.
Silencio tras aviso para Moral con un insulso sexto
Se llevó Moral el lote más deslucido del encierro. Soso y con la cara a su altura resultó el sexto. Ya de salida lo cantó con embestidas desclasadas, de marcada informalidad y con las manos por delante. Toro que siempre embistió con los pechos. Se la jugó Domingo Siro en un último par de gran exposición, la cual cerró su interesante actuación. Le dio siempre sitio el de los Palacios, abriendo al animal hacia fuerita, siempre con el temple como premisa. Le ganó un paso, citando al pitón contrario a un toro sosote, sin finales y que no decía nada. Porfió sin suerte Moral ante un toro que desarrolló sentido. Macheteó en la cara antes de atascarse con los aceros. Su labor fue silenciada tras sonar un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de San Miguel, décimo cuarta de abono. Corrida de toros. Lleno de no hay billetes dentro del aforo permitido.
Toros de Herederos de Eduardo Miura, desiguales de presentación, alguno con escaso trapío para Sevilla, y un sobrero (4º bis) de Virgen María, alto y un punto bastito. De temple aboyancao el noble pero justo de fuerzas primero; fijo y con ritmo a derechas el repetidor y bravo segundo; de deslucido comportamiento el soso tercero; devuelto el feble tercero; con movilidad y cierto genio el repetidor a derechas cuarto bis; desclasado y muy agarrado al piso el deslucido quinto; de cara a media altura el incierto y agrio sexto.
Morante de la Puebla: Ovación con saludos y ovación con saludos tras petición.
Manuel Escribano: Dos orejas y ovación.
Pepe Moral: Ovación y silencio tras aviso.