Pablo López Rioboo / Fotos: Emilio Méndez
Manolo Vázquez, Jaime González-Écija y Manuel Perera trenzaban el paseíllo en la tarde de este 21 de septiembre para la primera novillada picada del abono. Se lidiaba un encierro de El Parralejo, el primero en Sevilla tras la pérdida de su ganadero.
Cuidar el espectáculo, ese tiene que ser el primer objetivo de todo empresario. Nadie conoce su casa mejor que uno, de ahí que los que están obligados a echar la pata palante tengan la sensibilidad suficiente para que se cumpla el primer mandamiento de todo empresario. El bastión en el que sustenta la tauromaquia es el que pasa por taquilla. Hoy vimos que esa sensibilidad, muchas veces olvidada en lo más profundo de un cajón si se tenía en cuenta. Una novillada de plaza de primera pero con buen gusto, es decir, baja, torera, armónica, con sus caras palante, pero nada exagerada. Se buscó el animal de las seis de la tarde y no el de las doce de la mañana, y así todo es más fácil. Tocaba por tanto que esa novillada hecha para embestir rindiera homenaje a aquel que los vio nacer, aquel que los seleccionó y crió con tanto mimo e ilusión. Sus novillos, hoy con divisa negra, le rindieron en su plaza el mejor homenaje que se merecía José, esa ganadero de mirada afable y bondad infinita. A buen seguro que se sentirá orgulloso de ellos, ¡qué categoría de novillada, don José!.
Desde que se enfundó el traje venía desprendiendo el aroma que ya dejó su abuelo el día de su despedida de Sevilla. Mismo terno, mismos andares, hasta su forma de coger los trastos dejaban a las claras de donde venía. Tuvo Manolo Vázquez un primer novillo con clase, ritmo y profundidad, pero al que había que hacerle las cosas muy bien. Un animal sensible a los toque, todo lo quería con suavidad. Acertó Manolo en dejarle la muleta en la cara y tirar del animal, pero pecó de no apretar por bajo ni exprimir al animal en series más largas. Es indudable que tiene gusto, temple y buenas maneras, pero a su labor le faltó mayor apuesta, apostar de verdad por el animal. Aún así gustó en la parroquia sevillana, la cual estuvo en todo momento arropando al sevillano. Buenos fueron los de la firma, dejó también algún trincherazo bastante jaleado y varios de pecho buscando barrer el lomo del humillador animal. Un ejemplar que fue siempre a más. Lástima el molesto viento, el cual condicionó la labor de joven espada. Tras atacarse con los aceros sonó un aviso, siendo finalmente ovacionado.
El segundo de la tarde fue un novillo con genio, un astado que ya desde salida tendió siempre a soltar la cara. Tuvo la virtud de la prontitud y la fijeza, pero sus embestidas fueron cambiantes. Un animal poco agradecido. González-Écija estuvo dispuesto, templado en ocasiones, pero al cual le faltó una mayor estructura de faena, eso se lo dará el oficio y el tiempo. Un novillo al que había que llevar siempre enganchado y muy sometido, no permitía ninguna relajación. Cuando el astigitano acertó a cogerle la velocidad el utero fue otro, eso sí, poco agradecido, ya que su irregular embestida no permitía que el novillero se confiara. También el viento condicionó una faena en la que González-Écija acusó en cierto modo los nervios de su presentación. Se atascó en el último tercio, sonó un aviso, siendo finalmente ovacionado.
Muy dispuesto anduvo Perera en toda su labor ante un novillo con nobleza pero al que la raza le duró lo que tardo el novillero en meterse en sus terrenos. La lidia por parte de Javier Perera fue crucial para acrecentar las virtudes y las ganas de embestir del tercero del Parralejo. Saludaron Álvaro Núñez y Antonio Vázquez en banderillas. Faena de total disposición de un novillero que tiene la hierba en la boca. Su comienzo rodilla en tierra fue un claro gesto de que venía a triunfar o triunfar. Por el lado derecho embistió con más transmisión pese a hacerlo a veces por dentro, mientras que por el izquierdo tuvo mayor temple y calidad pero menor empuje. Cuando acertó a cogerle la velocidad y las alturas consiguió varios derechazos al ralentí, llevándose al animal tras la cadera. Anduvo centrado y toreando para el novillo cuando a este se le encendió la luz de reserva. En un final de faena en los terrenos del toro sacó la carta del arrimón, fase en la que nunca le llegó el agua al cuello, tan fácil lo vio que sufrió una voltereta sin consecuencias. Tras dejar una media en buen sitio cortó la primera oreja de la tarde.
Volvió a dejar detalles, gotitas de su personal toreo Manolo Vázquez ante un cuarto animal con nobleza y cierto son pero de desiguales embestidas. Vázquez consiguió despertar la atención del respetable por su buen gusto a la hora de interpretar el toreo en una faena que no acabó de redondearse. Por ambos pitones dejó pasajes destacables, siempre intentando llevarse el animal tras la cadera y toreando con la cintura. Pero fueron pases de uno en uno o tandas cortas, lo que no ayudó a que su labor tomara vuelo. Dejó una serie a zurdas de gran plasticidad y empaque, llevó embebido a su muleta la nobleza del animal en una serie muy jaleada, pero después de aquello la faena se diluyó. Una labor a la que le faltó mayor ligazón ante un novillo con viveza pese a faltarle mayor entrega. Cuando acertó a vaciar el muletazo y que este fuera de arriba hacia abajo conectó con mayor rapidez e intensidad con los tendidos, pero ya el novillo estaba muy venido a menos. Volvió a atacarse en el último tercio, sonó un aviso, saludando finalmente desde el tercio.
El novillo con más clase y entrega fue el lidiado en quinto lugar. Un castaño con el que González-Écija dejó una faena de más a menos, viéndose sobrepasado de mita de de faena hacia adelante por un animal de gran importancia. Utrero que derribó en el caballo y que fue ganando celo en banderillas para llegar con galope y acometividad a la muleta. Acertó el astigitano en darle la larga distancia, ahí embistió con alegría a derechas. Supo templarlo y llevarlo largo en dos series iniciales de buen metraje. Jugó con las alturas y las distancias para canalizar las embestidas del repetidor animal. A zurdas les costó más entenderse, por ello basó el trasteo a derechas. Un animal que no rehusó ninguna embestida, más y mejor por el lado derecho, el pitón del triunfo. Un tejón este ‘Cantamañana’ el cual por su ansia de embestir no se salía de las telas, por lo que había que perderle siempre un pasito entre pase y pase. Finalizó el trasteo con ayudados por bajo. Saludó una ovación.
Salió nuevamente a por todas Perera en el sexto. Se fue a buscarlo a la puerta de chiqueros en un claro signo de compromiso con la tarde. La exposición fue total. Novillo con movilidad y emotividad, eso si, con un punto de geniecito. Tras el tercio de banderillas saludó montera en mano Javier Perera. Volvió a irse de rodillas Perera, siendo prendido, afortunadamente sin consecuencias. Volvió a la cara del novillo para dejar la serie más rotunda de un trasteo a menos. Se redujo el animal por el lado derecho en una serie de gran temple por parte de ambos. Humilló muchísimo el animal, pero a partir de ahí se fue apagando. Por el izquierdo tuvo menor empuje. Volvió a derechas en otra buena serie en la que ‘Bético’ pese a bajar la intensidad de su embestida siguió derrochando nobleza y humillación. Perera optó por acortar distancias, ahí se más siente cómodo, sin embargo no lo estuvo tanto el animal, bajando enteros su labor. El arrimon final junto a la buena estocada le ayudaron a cortar la oreja que le abría la puerta grande.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Tercera de abono. Novillada picada. En torno a media entrada del aforo permitido.
Novillos de El Parralejo. Muy bien presentados y de juego variado. De buena clase y ritmo sostenido el justo de raza primero. Con transmisión y celo el geniudo segundo. Con la raza medida el noble y manejable tercero. De desiguales embestidas el repetidor cuarto. De gran pitón derecho el bravo quinto. Con emotividad y transmisión el manejable pero apagado sexto.
Manolo Vázquez: Ovación tras aviso en ambos
Jaime González-Écija: Ovación tras aviso y ovación.
Manuel Perera: Oreja en ambos
INCIDENCIAS: Toda la novillada lució divisa negra por el fallecimiento de José Moya, ganadero de El Parralejo. Saludaron los banderilleros Felipe Provenza y Felipe Peña tras parear al primero, Álvaro Núñez y Antonio Vázquez en el tercero y Javier Perera en el cierraplaza.