Galeón contra la tempestad. Así fue la tarde de Andrés Roca Rey hoy en Huelva, en una tercera de Colombinas en la que se sobrepuso a las circunstancias que hacían que todos los ojos estuvieran en él y a una tremebunda cogida en la parte final de su faena al segundo, al que acabó desorejando antes de ser infiltrado para poder torear al quinto. Tarde de arrestos de figura, de mandón del toreo del peruano. Y, junto a él, se fue en volandas David de Miranda, timón de esta Feria por su doble triunfo consecutivo en el abono onubense. Tarde de dimensión del torero de Trigueros. José María Manzanares, por su parte, fue ovacionado sin que terminase de romper su actuación.
Ovacionado Manzanares con el desclasado primero
No tuvo raza para empujar hacia adelante el primero de Torrealta, un astado que ya desde la salida se frenó, midiendo y sin dejarse lancear de capa por el alicantino. Tras pasar por el jaco, siempre se le llevó a media altura en la brega, llegando el animal a la muleta con cierta movilidad, pero sin la clase necesaria para irse tras los vuelos. Porfió el alicantino en una labor derechista que nunca llegó a tomar vuelo. Bien es cierto que le consiguió robar algún derechazo limpio y templado, pero el animal siempre tendió a soltar la cara al final del muletazo. Al natural, el toro se vino haciendo hilo y protestando, obligando a Manzanares a desistir por ese pitón. Mató de una estocada algo tendida y saludó una ovación tras una sorprendente petición de oreja. Anduvo con criterio la presidencia al no concederla, lo que provocó el enfado del personal.
La versión más profunda y templada de Roca Rey le pasea las dos orejas al interesante segundo de Torrealta
Paseó las dos orejas Roca Rey del jabonero que hizo segundo, un toro que se lo echó a los lomos tras un desplante al final de la serie por el derecho. El de Torrealta no se había desplazado con el capote, dejándose pegar en su posterior paso por el jaco. Lo citó desde larga distancia en un quite por chicuelinas, donde, amén del ajuste, todo lo hizo con sumo temple. Se le vio relajado, buscando torear al toro siempre con cadencia y ritmo. Tras un estoico inicio por estatuarios vimos una versión más asentada del limeño, que buscaba siempre sentirse toreando despacio al animal. Varias fueron las series de limeño, esas donde siempre intentó vaciar la embestida del animal por abajo. El de Torrealta tuvo ritmo y buen embroque, faltándole cierto celo que le quitó transmisión a sus embestidas. Y así lo entendió Andrés, dejando muletazos por ambas manos de zapatillas asentadas y muñecas rotas. Pero cuando más asentado estaba, sobrevino el percance: el toro le levantó los pies del suelo en un desplante tras una serie a zurdas. Afortunadamente lo encunó, pero al caer, el toro sintió un fuerte golpe en la rodilla, saliendo el espada visiblemente dolorido. Sin mirarse, volvió a la cara del toro para dejar dos series más a zurdas, donde buscó siempre el toreo fundamental antes de acortar distancias. Se metió entre los pitones en un alarde de valor, se dejó llegar una enormidad, demostrando que, pese al percance, él buscaba sentirse por la vía de la despaciosidad y el muletazo largo, antes de pisar los terrenos del astado. Con la mirada perdida, salió de la cara del animal antes de poner rúbrica a lo labor con una estocada que le aseguró la salida en hombros.
David de Miranda prosigue con su racha y le pasea dos orejas al tercero
Tras pasar Roca Rey a la enfermería una vez finalizada su vuelta al ruedo, salió el tercero de la tarde, un astado de Torrealta con nobleza, pero de embestida a media altura. Tardó en tomarle el pulso de capa, dejando el onubense varios lances a la verónica presididos por la templanza. Como es ya clásico en su repertorio, citó al astado desde la larga distancia en un quite capote a la espalda ciñéndose al de Torrealta por la faja. Ya con la muleta, exprimió de principio a fin al pasador astado en series donde aprovecho su galope. El triguereño se puso en el sitio para llevar empapado a un toro al que no podía dejar pensar. Le cogió rápidamente la distancia, jugando también este con las alturas para que el astado mantuviera el son de sus inicios. Se quedó quieto como un poste, para que la embestida del animal pivotara sobre su vertical figura. Al natural le costó algo más, a un toro con cierto disparo pero no sobrado de raza. Lo administró perfectamente David para que este no acabara bajando la persiana antes de tiempo. Una vez sometido el toro, se metió en sus terrenos en un alarde de valor. Nunca se le vio con el agua al cuello; sino todo lo contrario: sabía perfectamente dónde estaba. Con la plaza entregada, se fue a por la espada para dejar una estocada en buen sitio, que le aseguró —como a Roca Rey— la salida en hombros.
Manzanares finaliza discreto su paso por Huelva siendo también ovacionado en el cuarto
No dio Manzanares el paso que requería el cuarto de Torrealta, sin duda el ejemplar más ofensivo de lo que llevábamos de festejo. El alicantino buscó soltar muñecas en el recibo capotero, pero el animal embistió con la cara a media altura y sin acabar de soltarse. Anduvo solvente y templada la cuadrilla de un espada que no acabó de someter las embestidas de un ejemplar con el que había que estar firme y decidido debido a su exigencia. Ejemplar de buenas hechuras que embistió con clase, recorrido y humillación, Manzanares entre muletazos inconexos no se acopló con su embestida. Dejó algunos muletazos sueltos de su personal concepto, pero su labor nunca llegó a tomar vuelo por la falta de entendimiento entre toro y torero. Tampoco anduvo fino con la tizona, siendo finalmente ovacionado.
Ovacionado Roca Rey con el desclasado y descompuesto quinto
Tras infiltrarse por una contusión en la rodilla izquierda, salió a recibir Roca Rey al segundo de su lote, otro de los toros serios de la corrida. Salió decidido ya desde los lances de capa, pese a tener delante un astado que nunca quiso irse tras los vuelos. Tras su paso por el jaco, buscó pulsearlo de capa un Antonio Chacón que no había querido saludar montera en mano tras sus dos grandes pares al segundo de la tarde. Volvió a dejar patente el limeño que su tarde en Huelva no iba ser una más. Todo quiso hacerlo con suavidad y templanza, pero delante se encontró un animal que siempre embistió con la cara suelta y sin emplearse, algo que provocó algunos enganchones durante la faena de muleta. Le dio la media distancia, buscó abrirle los caminos jugando con las alturas, pero el toro siempre tendía a frenarse en lugar de ir metido en los trastos. Viendo que su labor no acababa de calar, optó por ese toreo más efectista que tantas veces lleva a cabo. Dejó atrás el intentar muletear con relajo y cadencia para optar por un toreo más artificial, ese que tanto llega a los tendidos. Pero su obra, pese a la intensidad tomada en su segunda parte, no acabó de explotar. Finalizó su labor en la corta distancia antes de rematar con una estocada algo tendida. Pese a la petición de oreja, el presidente se guardó el pañuelo, con el consiguiente cabreo de los tendidos tras existir mayoría. La ovación tributada al peruano fue unánime por parte de una plaza que quiso agradecerle el compromiso durante toda la tarde.
David de Miranda le arranca la oreja al noble pero apagado sexto de Torrealta
Nuevamente sonaron palmas por Huelva antes de la salida del sexto, un jabonero con nobleza, pero sin la raza necesaria para buscar los vuelos de la muleta. Se gustó David lanceando a la verónica, previo a otro quite con el capote a la espalda, ya marca de la casa. El triguereño sabía que el toro iba a durar un suspiro, de ahí que iniciara su labor con muletazos a media altura con la rodilla genuflexa. Tras una serie al natural el toro bajó la persiana, acortando las distancias el onubense. Ahí se siente como pez en el agua, y eso se nota cuando entra en los terrenos del animal. Volvió a evidenciar una absoluta confianza en sí mismo; no le importó que el toro le llegara a la misma taleguilla, y eso lo perciben los tendidos. El de Torrealta, de buena condición pero falto de pujanza, iba y venía imantado a la muleta de un torero en estado de gracia. No pudo ser una labor rotunda, pero ahí quedó la entrega de un espada que sabe que tiene de su lado a una plaza que nunca le va a dar la espalda. Tras una estocada algo tendida, paseó una oreja de un peso exiguo, pero que suma en el cómputo general de su feria.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Merced, Huelva. Cuarta de la Feria de Colombinas. Corrida de toros. No hay billetes.
Toros de Torrealta. Bien presentados, de buenas hechuras -de mayor seriedad los tres últimos-, nobles aunque medidos de raza. Destacaron los lidiados en segundo, tercer y cuarto lugar.
José María Manzanares, ovación en ambos.
Roca Rey, dos orejas tras aviso y ovación
David de Miranda, dos orejas y oreja tras aviso
CUADRILLAS: Se desmonteraron Fernando Sánchez y Cándido Ruiz en el tercero de la tarde y Fernando Pereira y Fernando Sánchez en el sexto