Domingo, 6 de octubre de 2024. El día en que Las Ventas se cansó de que la mangoneen, la increpen de forma ofensiva, la maleen y hasta le perviertan el sentido a su espectáculo los miembros de una minoría que se considera en posesión de la verdad absoluta. Esa caterva fundamentalista, que hoy logró que un animal le pegase una cornada al torero que no soporta, vio cómo se le revolvía el resto del anillo y le otorgaba una oreja a un Roca Rey que, por los méritos adquiridos, se hubiera ido en silencio del primer acto. Y, a tenor de cómo fue el segundo de su lote, que salió en sexto lugar y lo sufrió Paco Ureña, tampoco hubiese tenido opción de arreglar la tarde con él. Fue una demostración de que el resto de la plaza, que también ha pagado, tiene el mismo derecho que ellos a disfrutar del espectáculo, mucha más educación y mucho más respeto por el que está ahí abajo, delante de la cara de un toro.
A nadie se le ocurre pensar que en el teatro, en el cine, en el circo o en el ballet, por poner algunos ejemplos, cuatro enaltecidos iracundos viertan su bilis sobre los artistas en forma de improperios. Eso en los espectáculos nombrados, donde los actuantes pueden molestarse o salirse de su papel; en la tauromaquia, donde se mata y se muere de verdad y la sangre no tiene truco, uno puede insultar, molestar, descentrar y hasta encabronar al que le pone los muslos al toro. Hoy hemos visto el resultado, se llame destino o casualidad. Porque te puede gustar más o menos el peruano Andrés, pero no sólo es el que más gente atrae -gente que piensa distinto de los exaltados-, también es un tipo que se asienta en el piso y no se le ve apurado jamás, méritos suficientes para tener el respeto ganado.
Aparte de eso, no fue hoy la mejor tarde de Roca Rey en Madrid. Pero, aún así, tuvo la enorme facilidad de pasarse por delante y por detrás, de rodillas y en pie, la embestida de un animal que, siendo profundo cuando lo daba, no perdonaba ni un error. Exigente, a la espera del error y certero cuando hirió, porque estaba Andrés, además, enterrado en la arena para tapar las bocazas. No le hubiera cortado nada a ese toro en Las Ventas, pero los gritos a destiempo que se habían desatado contra él puede que provocasen la cornada, pero seguro que detonaron el efecto rebote. Y le pusieron una oreja en la mano a Andrés. Aunque a qué precio…
Otra paseó Víctor Hernández como premio a su quietud con un manso sin humillación pese a su metro y medio de cuello. Antes había quitado por saltilleras en medio de la marabunta que los antes aludidos tenían formada con picador y monosabios. Ni siquiera le echaron cuentas, porque aquello no estaba incluido en su libro, pero era el toro de Andrés y aún no se había producido el suceso. Con el suyo, en el que quiso jugar al abandono, moverse despacio, ceremonioso, con parsimonia, tuvo más mérito en lograr que se quedase en el trapo que en ligar las tandas, en las que llegaba el toro vuelto al revés. Con el sexto, que salió quinto por mor del percance de Roca Rey, quiso torear sin imponerse, pero no es lo mismo tocar con precisión y adelantarse a la acción del toro para taparle la cara que ordenarle la trayectoria con el ritmo impuesto y el asunto controlado. Por eso a la menor ocasión que tuvo el bicho le pegó un derrote y le marcó la cara. De ahí en adelante, siempre sin gobierno, ganó el toro.
Al que no le ganó el correoso cuarto fue a un Paco Ureña que sacó hoy en Madrid su antigua versión de pureza y verdad. No para inmolarse a toda costa, no para atropellar la razón, sino para colocarse muy sincero y envolver de verdad ese torrente de brío que era el toro de Fuente Ymbro, pasando de bravura a genio en ocasiones. Pero colocando la cara con calidad en la embestida cuando se le daba entrega, porque sacaba el fondo y se marchaba hasta atrás, dando sentido al esfuerzo de Paco por no guardarse nada. Tanto que siempre quiso renunciar el de Gallardo en la muleta, pero no logró dejar de caminar por la forma de proponer de Ureña. Fue una lección no ya de torear, sino de cómo se pisan las brasas, se soportan tarascadas y parones y se le gobierna la intención a un toro con disparo. Se tiró con todo a la hora de matar, pero quedó desprendida y todos lo vieron, por lo que no se premió lo más rotundo de la tarde. Pero a Madrid se viene así.
Aunque lo cierto es que algunos es mejor que no vengan, dado que parece no haber nada en este ruedo que les cause sensación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de Otoño, sexta de abono. Corrida de toros. Lleno de ‘No hay localidades’.
Toros de Fuente Ymbro, de gran presencia y tipo variado. De templada intención y nulo fondo el zambombo primero; profundo cuando se entregaba y exigente siempre el segundo; desentendido y reservón el tercero; díscolo y con muchas aristas el enfondado cuarto; bravo y con mucha correa el quinto; orientado y a la caza el geniudo sexto.
Paco Ureña (rosa y oro): ovación tras aviso, ovación y silencio.
Roca Rey (caldero y oro): oreja tras dos avisos (herido).
Víctor Hernández (blanco y oro): oreja tras aviso y ovación.
PARTE MÉDICO ROCA REY. Herida por asta de toro en cara posterior 1/3 proximal muslo derecho, con dos trayectorias una hacia delante de 15cm que produce destrozos en músculos isquiotibiales y contusiona nervio ciatico y otra hacia dentro de 15 cm que produce destrozos en músculo glúteo mayor.
Es intervenido quirúrgicamente bajo anestesia general en la Enfermería de la plaza de toros y siendo posteriormente trasladado a la Clínica la Fraternidad Muprespa Habana con pronóstico Pronóstico grave que le impide continuar la lidia.
PARTE MÉDICO VÍCTOR HERNÁNDEZ. Herida inciso contusa por asta de toro en región malar, que se sutura en la enfermería. Pronóstico leve.
FDO. Dr. García Padrós / García Leirado
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO