MARCO A. HIERRO /FOTOS: MURIEL HAAZ
Llegaba la tradicional corrida goyesca al escenario romano de Arles en la tarde de este sábado en un festejo en el que eran los protagonistas El Juli, Juan Bautista, y Cayetano. Un encierro de Domingo Hernández era la materia prima ganadera para una tarde tan señalada.
Sobresalieron las chicuelinas de compás abierto y mano muy baja de El Juli al basto castaño que hizo primero, que resultó espeso y vulgarón hasta que llegó a la muleta y comenzó a romper. Tuvo paciencia Julián para medirle las arrancadas, afianzarlas y alargarlas después para ir sacando el fondo del animal. Y no fue bravo el de Domingo, pero sí embestidor, repetidor y humillador para que el concepto de El Juli le reventase por abajo la calidad. Largo el toreo del madrileño, pleno de dominio y de temple hasta que le conquistó los terrenos y le dibujó un circular de tremenda cadencia que se convirtió en un cambio de mano monumental. Ya era el dueño el madrileño, que selló la actuación con una oreja después de un espadazo.
Más fino de cabos pero también más abierto de cara era el segundo, que tuvo más fondo de calidad también y que embistió con fijeza en el quite con el percal de Juan Bautista al salir del caballo, lleno de fantasía para recortar la embestida. No le vino demasiado bien al toro, pero tampoco lo acusó, y llegó a la muleta con buena clase pero con margen para ir metido. Porque fue siempre a más la faena para terminar rompiendo por el pitón izquierdo, por el que siempre tuvo el vicio de vencerse y a penas le dio la opción Juan de que se notase. Incluso aprovechó el animal una ventana que le abrió el francés para dejarle un recado en el muslo con el pitón al pasar en una imagen de valerosa indiferencia de Bautista. Aún quedó poso para tirarse a matar en la suerte de recibir, con el toro arrancando con la cara entre las manos y lo complicado que eso es. El estoconazo fue el preludio de la oreja paseada.
Cayetano se fue con decisión a saludar, rodilla en tierra, al negro tercero, de cuello largo y zanca aguda, que humilló en el percal con el que remató con una serpentina espontánea el torero madrileño. Una cordobina arrebujada y enroscada le sirvió a El Juli para quitar en su turno. Con la muleta también lo inició Cayetano con doblones genuflexos, pero pronto hubo que ayudarlo y echarlo para adelante porque fue cerrando la persiana por momentos. Sin transmisión ni chispa alguna, Cayetano anduvo profesional y sin aburrirse con él, pero sin romper nunca en faena importante. No le ayudó nada el de Domingo, que no tuvo más que cara suelta e irregular comportamiento. Pinchó en el primer encuentro y fue a la tercera cuando enterró el acero para escuchar silencio.
Con mucho compás le hizo el toreo El Juli al cuarto de salida, con cordobinas genuflexas, ganando el paso hasta pegarle verónicas ya en los medios y rematar con un recorte a una mano de gran belleza y torería. Con lopecinas levantó al tendido Julián -zapopinas con los pies asentados, el compás abierto, la mano baja y sin hurtar el cuerpo- y decidió banderillear, invitando además a Juan Bautista a cumplimentar con él el tercio. Pero tras el par de Bautista se partió la mano el animal y hubo que devolverlo. De Domingo Hernández era el sobrero, un castaño basto y paletón que no lució las mejores hechuras ni tampoco la mejor entrega en la tela, donde le faltó ritmo y empleo. Media altura le dio el madrileño, siempre sin exigencias en los inicios para que ganase en viaje y convenciéndose de embestir. Hasta que decidió que llegaba la exigencia y le disparó la mano abajo para que se la tomase con intención, pero desentendido. Siempre toreando para el animal, para que le sirviese el castaño, que no dejó de moverse nunca, pero que lo notó cuando viajó el trapo con más exigencia. Larguísima la faena, que concluyó con alardes en los terrenos del toro ya cuando lo tenía completamente entregado y con la embestida enroscada a la cadera. Marró en el primer encuentro, pero enterró la espada hasta los gavilanes en el segundo, cortándole una oreja tras el aviso.
Con la máxima entrega salió Juan Bautista a saludar al quinto con una larga cambiada de rodillas en el tercio a un toro que fue rompiendo hacia adelante a medida que transcurría la lidia. Por crinolinas firmó Juan el vistoso quite que remató con una revolera invertida. Y repitió la invitación de El Juli para compartir banderillas con el madrileño en un vibrante tercio que cerró con un violín. De rodillas inició su faena de muleta, sometiendo por ambos pitones una embestida que siempre fue franca. Le perdió pasos al principio para poner en ritmo la embestida, que tuvo humillación y recorrido, pero había que orquestar. Sin embargo, cuando se había echado la muleta a la zurda Juan y le soplaba naturales al buen toro, éste decidió que cerraba la persiana. No se aburrió el galo, y continuó metido en la labor, pero la respuesta del Garcigrande ya no era la misma, y la faena, por tanto, tampoco. Muy por encima Juan Bautista del toro a menos, al que pinchó en el primer encuentro, lo que dejó su premio en una ovación.
Tan suave y con tanto mimo estaba toreando Cayetano al amplio sexto que el animal lo desarmó por torear con las yemas. Volvió a lancear a la verónica el madrileño, ganando siempre el paso hasta los medios. Y fue, con la muleta, una faena de detalles, de chispazos de torería y belleza, pero sobre todo de estrcutura compuesta desde las muñecas y comprometida siempre en el momento de la bragueta, a pesar de la frialdad. A dos manos comenzó Cayetano, con firmas de cartel, pero fue en el toreo fundamental donde ganó enteros, en los muletazos con la mano derecha. Sobesalieron los molinetes atrincherazdos de mano zurda que surgieron en el final del trasteo de un Cayetano muy serio en todo lo que hizo. Pinchó, sin embargo, y tuvo que irse de vacío en su primera goyesca fuera de Ronda.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Arles. Primera de la Feria del Arroz. Corrida de toros goyesca. Casi lleno.
Cuatro toros de Domingo Hernández (primero, segundo, tercero y cuarto bis) y tres de Garcigrande (cuarto, quinto y sexto). Repetidor y con cierta calidad el primero a más; bravo y con calidad a más pero con el vicio de vencerse a zurdas el segundo; sin transmisión ni entrega el vulgarón tercero de cara suelta; de gran movilidad sin gran clase el manejable cuarto; de gran nobleza y escasa duración el quinto; docilón sin transmisión el manejable sexto.
El Juli, oreja y dos orejas tras aviso.
Juan Bautista, oreja y ovación tras aviso.
Cayetano, silencio y silencio.
Saludaron pontera en mano Iván García y Alberto Zayas tras banderillear al tercero.