La localidad madrileña de Las Rozas cerraba, en la tarde de este 6 de octubre, su Feria taurina en honor a San Miguel. Román, José Garrido y Ginés Marín trenzaban el paseíllo ante un encierro de José Vázquez.
Desordenado y sin demasiada intención de acudir a los cites salió el bizco primero, sin ritmo en el capote, pero con fondo para ir cogiéndolo a medias que transcurría la lidia. Y fue noble el animal, y acudió mientras el fondo físico se lo permitió, pero siempre tuvo intención de acometer. Solvente Román, desde los estatuarios encadenados sin mover un pie hasta la estocada, pasando por las series suaves y bien armadas con la mano derecha. Tardó en caer el animal, tuvo que descabellar y todo quedó en ovación.
Bajo y reunido era el segundo de José Vázquez, y no sé lo pensó mucho Garrido para ir a soplarle verónicas, pero en una de ellas, asentado y con el riñón metido, el toro le hizo un extraño y le apretó para adentro, sin herir lo, por fortuna. Se recompuso el extremeño para soltarle media docena de lapas reposada en los medios que tuvieron su eco en el tendido. Muy fácil con la muleta, Garrido se metió pronto con el toro, que se lo dio en forma de humillación franca. Corrió la mano con seguridad y gobernó las arrancadas, pero volvió a ver cómo se le vencía en un natural y lo voltea a sin consecuencias. Una estocada arriba le dio una oreja al extremeño.
Al tercero le aplicó Ginés Marín una lidia de menos a más que terminó convenciendo al tendido cuando se expresó al ataque con el mansurrón, aspero y díscolo, que siempre quiso irse. Fue precisamente en mantenerlo en el trapo y hacerlo repetir donde estuvo el secreto del extremeño, muy metido siempre y siempre preciso para estructurar. Circulares y luquecinas concluyeron un trasteo que fue premiado con las dos orejas tras la gran estocada.
Al cuarto le aprovechó Román la movilidad para intercalar le chicuelinas entre las verónicas en un saludo muy vistoso que remató con una revolera de fácil conexión con la grada. Tardó poco en meterlo en la muleta a base de distancia, inercia y recogida precisa de la arrancada en los medios, pero continuó con su gobierno en los cinco metros para citar y acertó en la apuesta. Porque consiguió que repitiese, que aceptase el palillo por debajo de la pala al vaciar y que aguantarse una faena larga que epilogó el valenciano con manoletinas y una estocada de rápido efecto. Oreja.
Con el quinto lo vio muy claro con el capote Garrido para sonarlo de salida y terminar saludando con un lanceo de cintura y brazos y los pies asentados de mucho sello. Pero fue con la muleta con la que sobresalió la personalidad de Garrido desde los doblones del inicio. Aplicó pausas con corrección y le dio trapo por abajo con brillantez a la repetidora arrancada del de José Vázquez. Seguro el extremeño, dejó una faena larga que concluyó con circulares pegados a tablas y media estocada que no bastó par cortar la oreja que le faltaba para salir en hombros,porque se empeñó el presidente en desoir la petición unánime de la plaza. Vuelta al ruedo.
A Ginés le vino de cara la mansedumbre del sexto, porque tuvo los recursos suficientes para amarrar lo a las telas y el gobierno para imponerse luego a la embestida bravucona. Muy de cara al tendido, sacrificó Ginés el toreo fundamental que no hubiera soportado el toro en favor de los accesorios que comprende todo el mundo. Listo el extremeño para sobreponerse a la fea voltereta y echarle raza a una faena que terminó junto a tablas, con manoletinas y con una estocada soberbia que valió un rabo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Rozas (Madrid). Tercera de abono. Corrida de toros. Dos tercios de entrada.
Toros de José Vázquez, noble y obediente sin más el primero; de humillación noble el segundo; áspero y mansurrón pero manejable el tercero; con movilidad humillada el manejable cuarto; repetidor y con fondo el quinto; manso y huidizo pero obediente el sexto.
Román, ovación y oreja.
José Garrido, oreja y vuelta.
Ginés Marín, dos orejas y dos orejas y rabo.