Enrique Ponce, El Juli y Miguel
Ángel Perera cerraban la Feria de Begoña 2015 en un cartel que volvía a repetir
la historia de un año atrás, donde la misma terna y frente al mismo encierro
brindaba una gran tarde a Gijón.
De Garcigrande era el negro primero, apretado de carnes y corto de manos, que humilló y repitió con muy buen son en las hermosas verónicas del saludo de Ponce. Fijo se quedó en el caballo, empujando con un solo pitón pero sin rehuir la pelea. Informalón fue el de Garcigrande, que embistió con calidad, clase y largura al natural cuando Ponce lo puso en ritmo, pero se destempló por momentos, haciendo complicado cogerle el pulso. Lo hizo, sin embargo, el valenciano, que supo dejarla muerta en el morro y, sobre todo, tirar del trapo muy despacio para encelarle la arrancada y que viajase larga hasta el final. Faena de maduro maestro para limar defectos y componer asperezas que dieran belleza al conjunto. Pero pinchó Ponce y en ovación tras aviso quedó el premio.
El cuarto, de Domingo Hernández, fue un tamaño de hechuras y salió con brío antes de llegar al capote de Ponce y reducirse en los embroques con humillada calidad. Empujó en el caballo sin que le dieran en exceso y cortó viajes en banderillas, muy normal en este hierro, porque tuvo calidad su embestida en la brega de Jocho. Imperioso estuvo Ponce en los doblones del inicio, compuesto para dejarle la bamba y repetirse con el toque cuando le pegó un frenazo sorpresivo. Sonó el Concierto de Aranjuez mientras Ponce se sentía hundiéndose la mano derecha al bravo toro. Fueron de esfuerzo terso los naturales, porque no era la misma entrega la del toro por allí. Se sumergió Enrique en las notas, se comunicó con el animal con la mano abajo, con el trazo sentido, con el toreo a flor de piel. Precioso. Lo reventó deben espadazo. No merecía menos para cortarle las orejas.
El quinto, de Garcigrande, le cruzó la vista a Julián varias veces antes de llegar a la faena de muleta. Noble fácil el animal, que sí tenía fondo para que buscase Juli en la profundidad que dejaba el animal a ramalazos. Metido Julián en estructurar la faena a un toro que colocó la cara, gateó los trazos y se entregó por momentos sin dejar nunca de tener seriedad y exigencia. Imperioso y seguro anduvo Julián con él, pulseando arrancadas, muñequeando finales y buscando toro cuando se quiso ir. Pinchó en el primer intento y en una oreja quedó el premio.
Con verónicas de rodillas recibió Perera al sexto, de Domingo Hernández, que le humilló genuflexo y también una vez en pie, cadencioso y armónico en un brillante saludo capotero. De rodillas fue el vibrante inicio en los medios, dando distancia para que llegase el brioso toro a comerse la muleta siete veces seguidas. Rotunda fue la primera tanda a diestras, con el temple disparando trapo sin hacerle una arruga, suave pero impositor en los trazos, macizo el extremeño. Acusó el animal la exigencia y ya no fue lo mismo en la humillación, pero si en la voluntad, que aprovechó Miguel para enterrarse en la arena y pasárselo muy cerca alrededor. Un espadazo rotundo rubricó el triunfo. Dos orejas.
Gijón, Corrida del 16 de agosto de 2015 from Circuitos Taurinos on Vimeo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Bibio,
Gijón. Úlitma de la Feria de Begoña. Corrida de toros.
Toros de Garcigrande-Domingo Hernández, de calidad informal y de exigente pulso el primero, de gazapón calidad y gran clase el colorao segundo, ovacionado, de gazapona y humillada movilidad el tercero, exigente y bravo el buen cuarto, exigente pero con clase el profundo quinto, repetidor y emotivo a menos el sexto.
Enrique Ponce, ovación tras aviso y dos orejas.
Julián López «El Juli”, dos orejas y oreja.
Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ