GIJÓN

Un espectáculo


domingo 16 agosto, 2015

Enrique Ponce, “El Juli” y Miguel Ángel Perera se gustaron ante los garcigrandes que cerraron la Feria de Begoña para salir en volandas

Enrique Ponce, “El Juli” y Miguel Ángel Perera se gustaron ante los garcigrandes que cerraron la Feria de Begoña para salir en volandas

 Enrique Ponce, El Juli y Miguel
Ángel Perera cerraban la Feria de Begoña 2015 en un cartel que volvía a repetir
la historia de un año atrás, donde la misma terna y frente al mismo encierro
brindaba una gran tarde a Gijón.

De Garcigrande era el negro primero,  apretado de carnes y corto de manos, que humilló y repitió con muy buen son en las hermosas verónicas del saludo de Ponce. Fijo se quedó en el caballo, empujando con un solo pitón pero sin rehuir la pelea. Informalón fue el de Garcigrande, que embistió con calidad, clase y largura al natural cuando Ponce lo puso en ritmo, pero se destempló por momentos, haciendo complicado cogerle el pulso. Lo hizo, sin embargo, el valenciano, que supo dejarla muerta en el morro y, sobre todo, tirar del trapo muy despacio para encelarle la arrancada y que viajase larga hasta el final. Faena de maduro maestro para limar defectos y componer asperezas que dieran belleza al conjunto. Pero pinchó Ponce y en ovación tras aviso quedó el premio. 

De preciosa hechura era el colorao segundo de Domingo Hernández, que humilló en el percal de Juli para que lo mimase en un saludo corto, con menos recorrido a zurdas. Muy medido fue en varas el animal. Quiso Julian que tratase el animal en un quite de chicuelinas y cordobinas usando mucho espacio y dejándolo a su aire para preservarlo la condición. Así fue también el inicio, con la muleta suave y a media altura, haciendo que recuperase fuelle el corretón toro. Y fue con la izquierda cuando llegó el magisterio y el muñecazo final para que viajase más largo el buen toro por ese pitón, exigiendo en series de cinco y seis y metiendo a la gente en la faena. Y luego llegó la excelencia de la mano diestra, el pecho disparado para acompañar el trazo, el vuelo largo y el belfo cosido, sin que dejase nunca de ver trapo hasta el remate final. Gusto tuvo Julian para dibujar despacio los derechazos, durmiéndose en el viaje lento en una faena de más mimo que exigencia, de más gusto que poder. Medía estocada tendida en los medios bastó para que se echase el toro y pasear las dos orejas.
 
El vareado tercero tenía distinto tipo que los otros dos. Le faltó entrega, ritmo y mantener la humillación que anunciaba en el percal de Perera y nunca tuvo entrega. Tampoco en el quite del extremeño, variando chicuelinas y toreando mucho las cordobinas, sacando el farol en un palmo y rematando con la revolera. A Carlos Zúñiga brindó un trasteo que inició con cambiados en los nmedios sin enmendar la figura hasta diez muletazos después.  Distancia le dio al animal para embarcarlo con precisión, para acariciarle el belfo sin tocarle el morro, con suavidad y mimo, metido y sincero en cites y trazos. Gran dimensión la de un Sereno Perera que sacó por abajo el natural de vuelo largo, gobernó la tendencia a gazapear y comprometió los terrenos con el exigente animal, un punto bruto en arrancadas y ademanes. Terminó rajado el de Garcigrande, desentendiendo los finales y obligando a Miguel a irse detrás para culminar las tandas. Defectuosa cayó la media estocada, que devino en una oreja.

El cuarto, de Domingo Hernández, fue un tamaño de hechuras y salió con brío antes de llegar al capote de Ponce y reducirse en los embroques con humillada calidad. Empujó en el caballo sin que le dieran en exceso y cortó viajes en banderillas, muy normal en este hierro, porque tuvo calidad su embestida en la brega de Jocho. Imperioso estuvo Ponce en los doblones del inicio, compuesto para dejarle la bamba y repetirse con el toque cuando le pegó un frenazo sorpresivo. Sonó el Concierto de Aranjuez mientras Ponce se sentía hundiéndose la mano derecha al bravo toro. Fueron de esfuerzo terso los naturales, porque no era la misma entrega la del toro por allí. Se sumergió Enrique en las notas, se comunicó con el animal con la mano abajo, con el trazo sentido, con el toreo a flor de piel. Precioso. Lo reventó deben espadazo. No merecía menos para cortarle las orejas. 

El quinto, de Garcigrande, le cruzó la vista a Julián varias veces antes de llegar a la faena de muleta. Noble fácil el animal, que sí tenía fondo para que buscase Juli en la profundidad que dejaba el animal a ramalazos. Metido Julián en estructurar la faena a un toro que colocó la cara, gateó los trazos y se entregó por momentos sin dejar nunca de tener seriedad y exigencia. Imperioso y seguro anduvo Julián con él, pulseando arrancadas, muñequeando finales y buscando toro cuando se quiso ir. Pinchó en el primer intento y en una oreja quedó el premio. 

Con verónicas de rodillas recibió Perera al sexto, de Domingo Hernández, que le humilló genuflexo y también una vez en pie, cadencioso y armónico en un brillante saludo capotero. De rodillas fue el vibrante inicio en los medios, dando distancia para que llegase el brioso toro a comerse la muleta siete veces seguidas. Rotunda fue la primera tanda a diestras, con el temple disparando trapo sin hacerle una arruga, suave pero impositor en los trazos, macizo el extremeño. Acusó el animal la exigencia y ya no fue lo mismo en la humillación, pero si en la voluntad, que aprovechó Miguel para enterrarse en la arena y pasárselo muy cerca alrededor. Un espadazo rotundo rubricó el triunfo. Dos orejas.

Gijón, Corrida del 16 de agosto de 2015 from Circuitos Taurinos on Vimeo.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de El Bibio,
Gijón. Úlitma de la Feria de Begoña. Corrida de toros.

Toros de Garcigrande-Domingo Hernández, de calidad informal y de exigente pulso el primero, de gazapón calidad y gran clase el colorao segundo, ovacionado, de gazapona y humillada movilidad el tercero, exigente y bravo el buen cuarto, exigente pero con clase el profundo quinto, repetidor y emotivo a menos el sexto. 

Enrique Ponce, ovación tras aviso y dos orejas. 

Julián López «El Juli”, dos orejas y oreja. 

Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas. 

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ