MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
La primera corrida de abono de la Feria de Otoño madrileña llegaba en la tarde de este sábado a la capital con un festejo de rejones. En el cartel, dos de los toreros a caballo más prodigados entre la afición venteña: Sergio Galán y Leonardo Hernández lidiando un encierro con los hierros de Capea, San Pelayo y Carmen Lorenzo.
En la puerta de chiqueros recibió Sergio Galán al primero, toro abultador pero noble al que supo templar el de Tarancón el feo derrote que dejaba en los finales a lomos de Amuleto, con el que dejó un único rejón. Rápido puso en escena a la armada, y con Ojeda cosió al estribo la doble velocidad del de Capea en pasadas por dentro de mucha exposición y sobre todo en un templado toreo de costado que se dejó llegar al límite la arrancada del animal, siempre de poder a poder. Ya se estaba viniendo a menos el toro cuando apareció Titán para dejarle volteretas de gran ajuste y de gran conexión con el tendido a la salida de las dos banderillas, clavando arriba. Muy cerca se lo dejó llegar en las cortas a lomos de Óleo, con el que también pinchó antes de enterrar el rejón, lo que le privó de la oreja solicitada y no concedida.
Nada fácil fue cogerle la falta de ritmo al segundo, que fue deslucidote pero acudió siempre a las cabalgaduras de Leonardo, que salió a pararlo con Eco. Con Calimocho dejó dos banderillas y aguantó un par de llegadas punteadoras del toro en los posteriores del caballo. Fue con Despacio con el que llegó a mayor cota de calidad, pero falló con el rejón y con el descabello, provocando que la plaza perdiese la paciencia. Silencio.
A lomos de Artista recibió Galán al tercero, al que le paró el ímpetu y le descubrió la calidad reuniéndose muy en corto con el bayo lusitano, con el que dejó dos rejones encelando y poniendo en ritmo al de Capea a la perfección. Y le vino bien en banderillas, porque allí lució con Embroque en tres quiebros de comprometida batida, sobre todo el último, con un tierra a tierra de perfecta reunión, rodando siempre pitón para torear. Enorme Galán, siempre elegante en la monta. Redondo estuvo con Apolo, arrancando de parado en la misma cara, dejando un piaffé con un metro hasta el toro y sobre todo con un tremendo par a dos manos que puso en pie a la plaza. Sólo una rosa cayó de su sitio cuando ya montaba a Óleo de nuevo para matar. Y arriba cayó el rejón, pero tardó en caer el toro, tuvo que descabellar y el premio quedó en oreja.
Al cuarto fue a buscarlo Leonardo montando a Elmo para intentar encelar los seis quintales de mansedumbre de un toro que con las puntas Vivas hubiese sido un tío. Sin romper quedó el primer rejón de castigo de Leonardo, que sólo dejó ese. En banderillas le protestó Verdi en el primer quiebro, en el que se llevó un cate bastante serio en la solana, pero supo embocar se en una segunda batida, mucho más limpia. Y mucho más expuesto fue el toreo con el elástico Sol, que apretó los terrenos y las distancias para preparar el terreno a Xarope, cuyos saltos callaron más que la limpieza y el temple. Eléctrico en las cortas y en los desplantes, un pinchazo y un rejonazo con derrame no bastaron para pasear premio alguno. Silencio.
En el quinto volvió a confiar Galán en Amuleto para la salida y no erró, porque se quiso ir siempre, salió de la suerte y se puso por delante siempre que pudo, así como quien no va nada con él. Por eso tiró de artillería Sergio en banderillas, y fue Ojeda el que inició el tercio, dejando llegar mucho la embestida para afianzar, sin que llegase nunca a tocarle el pelo en dos banderillas de gran exposición. Pero para entonces ya tenía el toro algo más de voluntad, aunque se moviese poco cuando apareció Bambino para quebrar muy en corto. Se reservó dos palos para el par a dos manos a lomos de Apolo, en el que no le ayudó nada el de Capea y todo lo tuvo que hacer él. Arriba quedó el rejonazo, que precisó de descabello y el fallo no bastó para pasear la oreja que le abría la puerta grande. Ovación.
Fue Eco el encargado de parar al cierraplaza, pero tuvo que correr más que él -con Leonardo encima- para que no lograse ponerse por delante como era su intención. Con Despacio fue capaz de templarle el buen tranco al animal en banderillas, pero fue de nuevo el albino Sol el que brilló en Las Ventas, con un toreo embocado y comprometido que llegó al tendido. Mejor en el toreo que clavando palos, Leonardo tiró de Verdi y sus lanzadas para calentar el tendido y cortar una oreja de rejónazo certero a lomos de Estoque.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Primera de la Feria de Otoño. Corrida de rejones.
Toros de El Capea, San Pelayo y Carmen Lorenzo, de gran nobleza pero doble velocidad el primero a menos, deslucido e irregular en el ritmo el segundo, con ritmo y voluntad el manejable tercero, de buen tranco y ritmo el cuarto, manso y sin codicia el aquerenciado quinto, de gran ritmo sin clase el sexto.
Sergio Galán, ovación, oreja y ovación.
Leonardo Hernández, silencio, silencio y oreja.