JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOS: ÁNGEL SAÍNOS
La vuelta del hierro de Alberto Bailleres al coso de Insurgentes 22 años después fue todo un fracaso en una tarde en la que el palco dio la nota en el sexto, devolviéndolo en el tercio de muleta. En ese animal, un absurdo total vivió la plaza cuando el toro, remiso a ir al caballo, fue condenado a banderillas negras y luego se le cambiaron por las blancas de nuevo. Un auténtico desorden. Para más inri, se cambió el toro cuando había acabado el último tercio. Un escándalo.
“Prodigioso Amor” se llamaba el primero de la tarde, primero también del lote de Sergio Flores, al que el torero mexicano no pudo lucir de salida debido a ser abanto. También parado estuvo el animal de Begoña en el tercio de banderillas. Muleta en mano, Flores se lo sacó de forma técnica a los medios antes de sellar los mejores instantes por la mano derecha, por donde consiguió Flores conectar de forma aislada con el tendido. Con su enemigo más apagado, se lo pasó cerca por la mano izquierda cruzándose en la recta final del trasteo, aunque sin terminar de rebozarse en el muletazo ni el animal ni el torero. Silencio tras pasaportarlo con el acero.
Ya puso en pie a la plaza Roca Rey en el saludo a la verónica suavísimo a “Amor Guadalupano”, el primero de su lote, al que remató el prólogo con un recorte a una mano. Tras el brindis al tendido, inverosímiles fueron los cambiados por la espalda que le recetó Andrés al animal, que se pasó a milímetros al toro. La auténtica lástima es que el toro se le vino muy pronto abajo, y tuvo que tirar de actitud el peruano para citar de lejos al animal y embeberlo totalmente en los trastos. Ahí fue encontrándole el sitio Andrés como pudo a un tranco desagradecido que tenía el de Begoña. Tras un susto del que salió ileso, tuvo valor también para meterle la mano a la primera y tumbar rápidamente al animal.
Al empresario y ganadero Alberto Bailleres fue el brindis de Luis David Adame del tercero de la tarde, un toro largo y grandón al que le ligó por el lado derecho la primera de las series en redondo. Pero nada pudo sacar en claro el hidrocálido, que se topó ante un animal totalmente nulo al que solamente pudo matar con dignidad antes de ser silenciado.
Garbo tuvo el inicio de faena de Sergio Flores por abajo al segundo de su lote, un prólogo muleteril en el que dejó doblones de mérito y de trazo bello que llegaron con fuerza arriba. De lejos se lo dejó venir Flores al animal por el lado derecho, aprovechando la aún vida de un animal claramente a menos. Iba echando abajo la persiana el toro, pero no la ambición del joven torero. Aprovechando las inercias del toro mansurrón, se lo pasó cerca de tablas a centímetros pero sin lograr que se viniese arriba la faena. A pesar de la defectuosa estocada final, paseó una oreja con protestas.
No tuvo suerte tampoco Roca Rey en el segundo de su lote, un quinto que brindó a Alberto Bailleres y con el que el joven no pudo redondear su tarde por la deslucida condición del ejemplar. Mató además de forma defectuosa. Silencio.
“Río de Amor”, de 507 kilos, se llamaba el sexto de la corrida, segundo del lote de Luis David. Un absurdo total vivió la plaza cuando el toro, remiso a ir al caballo, fue condenado a banderillas negras y luego se le cambiaron por las blancas de nuevo. Un auténtico desorden. Para más inri, se cambió el toro cuando había acabado el último tercio. Un escándalo. El sexto bis fue otro animal que no valió y con el que Luis David no pudo más que justificarse.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros Monumental de México. Tradicional corrida guadalupana.
Toros de Begoña, el sexto como bis.
Sergio Flores, silencio tras aviso y oreja.
Roca Rey, silencio y silencio.
Luis David, silencio y silencio.