EMILIO TRIGO
Miguel Ángel
Perera, José Garrido y Ginés Marín hacían el paseíllo esta
tarde en la séptima de abono de la Feria
del Pilar. Un toro de La Palmosilla remendaba el encierro de Daniel Ruiz anunciado para la ocasión.
Lo de hoy en La
Misericordia ha sido una autentica decepción. Una corrida de toros de la que se esperaba mucho y que a la postre resultó
muy pobre en consecuencia. Bien es cierto, que los espadas actuantes pusieron
todo de su parte para desnivelar la balanza a su favor, pero el resultado negativo
del mismo fue por la vacía y desclasada corrida de Daniel Ruiz. Astados de
dispares hechuras y de poco contenido. A su favor, dos toros que se
lastimaron de manos y patas por culpa de la dureza del ruedo. Esos toros
apuntaron muy buenas cosas hasta que se partieron. Un calco de los mismo le
pasó al de La Palmosilla que abrió
plaza pero sin embargo esté aguantó con bravura. Por tanto, corrida accidentada en parte y condicionada
por estos inesperados contratiempos.
Una terna completamente extremeña en la que cada uno
tiró de sus testimonios. Perera, Garrido
y Ginés estuvieron firmes y entregados con sus respectivos lotes, pero tan
sólo Miguel Ángel tocó pelo ante el primero. Todo empezó bien pero no terminó
igual. Festejó que llegó a pesar en el ánimo
de los presentes y que se notó el pulso en la Jota del último. Las palmas
no tenían la intensidad de otros días. Perera
realizó la faena más compacta, Garrido expuso un toreo sincero y Marín ofreció
frescura y arrojó.
Hubo templanza en el recibo de Perera ante el bello primero. Un toro que se riñonó en el lance
inicial pero que después se vino arriba. Lo cuidó Miguel Ángel en varas para dosificar sus fuerzas. Uno de La Palmosilla que presagió cosas buenas
en la lidia, como la movilidad y la entrega. Gran tercio de Ambel y Barbero que saludaron tras buenos pares. Brindis público del
extremeño en los medios y fue justo allí, donde lo recibió con el pase cambiado
por la espalda. Perera se encontró
con un buen toro repetidor y con bastante gasolina. Lástima que al de Javier Nuñez se le partió una uña de la mano
izquierda porque el de La Palmosilla fue muy bravo y aun así, se quería comer
la franela. Astado que todo lo quería por abajo y con amplitud de terrenos,
sin agobios de espacio. Así lo entendió un firme Miguel Ángel Perera que
planteó un traje a medida a su antagonista. Cumplió el guion que pedía el exigente astado y logró una completa
labor donde brilló su ligazón y temple. El torero al natural fue de gran
hondura.
Un manso
desde que salió al ruedo negado a embestir el cuarto. Así se
comportó el segundo de Perera que no
quería nada de nada. Toda su lidia
incluida la faena de principio a fin, resultó ir contra corriente con tan
semejante desecho. Una «burra» imposible que no quiso saber
absolutamente nada. Silencio. Lo mejor los pares de Curro Javier que saludó montera en mano.
Basto el sobrero de La Palmosilla, uno silleto de grandes pechos y pitones delanteros
con el que no hubo ajustes brillantes con el capote. El toro no se rebosó en el
percal apretando en cada momento por el derecho. Se lo hizo a José cuando intentaba la verónica y a
punto estuvo de arrollarlo. También intentó lo mismo a los de plata en la
lidia. Tras cuidarlo en el peto, José Garrido comenzó su trasteo con particular sello, mandando en el viaje del trazo. Garrido
lo sacó para el centro pero cuando todo estaba en ebullición el toro cantó y se
rajó. En su persistente afán de sacar partido de un comportamiento manso, el
toro cambió sus malas intenciones y propinó
una espeluznante voltereta al extremeño por el pitón izquierdo. Se escapó
de puro milagro y visiblemente afectado regreso
con más firmeza y arrojo a la cara de su oponente para plantar talante sin
aspavientos. Ovación a la actitud sincera de Garrido ante un manso.
Protestado el quinto por justa presencia. Otro que se
tapaba por la amplia arboladura. Garridolo recibió con un afarolado en el tercio y buen manejo del capote. Toro deslucido durante su lidia. Un
astado que tiraba una cornadita defendiéndose en la embestida. José nuevamente estuvo firme y muy
dispuesto pero su esfuerzo no tuvo recompensa. Una labor sin calado ante un
animal deslucido y vacío.
El tercero fue un toro que se tapó mucho por la cara
al que Marín lo lanceó de forma
variada y muy bella. Gran recibo capotero de Ginés. A este lo acariciaron en varas. Él extremeño comenzó con la arruzina de rodillas en los medios tras
brindar al respetable. Una tanda inicial de traca con un torero encajado,
estético y un toro embistiendo con clase y gran entrega. Pero otra vez la misma
historia el bueno de Daniel Ruiz se
partió una pezuña y mermó su arrancada pero en nada su nobleza y bravura. Tuvo
mucha humillación pero una pena volver a lo mismo de antes. Ginés Marín cuajó una notable labor donde conjugó sus buenas formas con tremenda
disposición. Faena estética, vertical donde el joven espada se mostró muy
encajado y con variedad. Estocada arriba y petición que desestima el palco.
El cierraplaza fue un toro armónico de hechuras que
dijo poco en lidia y que tan sólo regaló
una buena tanda inicial de cinco claras embestidas. Unas acometidas que
fueron por abajo humilladoras y con recorrido, lo suficiente para Ginés compactará una importante tanda. A partir de ahí, nada más puesto que
eso nos dejó la miel en los labios. Lo demás un torero con ganas y un toro muy
a menos que resultó desrrazado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La
Misericordia, Zaragoza. Séptima de la Feria del Pilar. Corrida de toros. Más de
tres cuartos de plaza.
Un toro deLa Palmosilla (1º) y cinco
de Daniel Ruiz.
Miguel Ángel Perera, oreja y silencio.
José Garrido, ovación y silencio.
Ginés Marín, ovación y palmas.
Cuadrillas: Saludaron Javier Ambel y Guillermo Barbero en
el primero y Curro Javier en el cuarto.
Parte Médico
de Ginés Marín
«Durante la lidia al sexto toro en el festejo
celebrado hoy, ha ingresado en la enfermería el matador de toros Ginés Marín
que presenta las siguientes lesiones: Contusión en tercio inferior, cara
posterior del muslo derecho, de pronóstico reservado”.
FOTOS:
@TOROSZARAGOZA