TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
Jorge Isiegas, João Silva “Juanito” y Adrien Salenc hacían el paseíllo en la tarde de este domingo en la plaza de toros de Las Ventas dentro de la novillada picada previa a la Feria de San Isidro. En el cartel, estaban anunciados los novillos de Castillejo de Huebra y José Manuel Sánchez.
Al primero, de Castillejo, lo protestó con insistencia el tendido por su falta de trapío para esta plaza, y tampoco su comportamiento abanto en el capote de Jorge Isiegas hizo presagiar nada bueno. Humilló, eso sí, en varas, pero blandeó también con los dos puyazo y fue devuelto. Como sobrero salió un castaño de Sánchez Herrero vareado de carnes y estrecho de sienes, feo de morfología y corretón tras los embroques. Barbeó tablas buscando por dónde escapar antes de centrarse con el percal de Isiegas, y luego trató de saltar al callejón por toriles. Repuso y se empleó como un manso en el capote. Hasta los medios tuvo que salir Óscar Bernal a picarlo. En la muleta tuvo más complicaciones de las evidentes, porque al vicio de medir le añadió el de reponer y comportarse con defensivos ademanes constantemente. Isiegas intentó ofrecerle franela, pero no llegó, pese a ligar alguna serie, a sobreponerse a la falta de calidad del animal. Una estocada contundente y fulminante se lo quitó de en medio. Silencio.
El segundo, de Castillejo, se fue con brío y con movilidad y repetición al capote que manejaba Juanito en verónica animosa para saludar a su oponente. Y lo tuvo mucho rato en la tela, porque no se cansó de perseguirá un animal terciado pero astifino al que le faltó empleo en el caballo. Extraordinaria fue la brega de Cándido Ruiz, siempre conduciendo largo y con la cara colocada al animal. Y así se comportó en principio el de Castillejo cuando llegó la muleta, mientras se buscó Juanito entre las probaturas a derechas. Porque cuando encontró la senda del toreo al natural y llegó la exigencia también se acabó el utrero antes de lo que hubiera sido deseable. Entonces se puso muy de frente por bernadinas el portugués, que fue ganando en confianza a medida que transcurrió la faena. Un resbalón dejó la estocada corta tendida y la valoración en silencio tras aviso.
El tercero lucía el hierro de José Manuel Sánchez y se arrancó con cierto desorden en los primeros tercios, con una media reseñable de Adrien Salenc por todo bagaje. Por eso comenzó de rodillas la faena de muleta, buscando despertar al tendido aprovechando la movilidad de media humillación del Murube. Y fue todo oficio, capacidad y entrega, porque no humilló el utrero en los muletazos a media altura que supo endilgarle Salenc pese a su falta de ritmo. Buena actuación la que premió el tendido con una ovación.
El cuarto, con el pelo de invierno pero más hecho, llevaba el hierro de Castillejo y la movilidad justa para mantener un ritmo constante cuando llegó a la muleta. Y allí le costó a Isiegas encontrar el pulso para aprovechar el tremendo son del utrero, su repetición constante y su franqueza al embestir. Primero en la distancia, cuando la inercia le daba recorrido a la embestida; luego al natural y en la distancia corta, por donde llegaron los mejores pasajes de un Isiegas más asentado que seguro, pero valeroso para quedarse cuando le indicaban. Sin embargo, la espada y el descabello dejaron su labor en silencio tras aviso.
El quinto, de José Manuel Sánchez, también se movió en el capote de Juanito, pero le costó más humillar y sacó menos entrega, a pesar de llegar con violencia al penco para derribarlo en un primer encuentro. Y fue bueno para la muleta el utrero, que respondió siempre con lo que le dieran; suavidad cuando lo templaban, brusquedad con los trapos con los que remataba Juanito en ocasiones. Pero en general supo quedarse y proponer el portugués, que sabe que quiere pisar el sitio pero aún busca qué sitio es ese. Es normal, dada su juventud, pero le vuela bien la mano izquierda y tiene cintura para enroscarse las embestidas. Mató de una estocada y hasta se le pidió una oreja que se quedó en vuelta al ruedo.
El cierraplaza, de José Manuel Sánchez, fue el novillo mejor hecho del desigual encierro, y repitió en el saludo a la verónica de Adrien Salenc con más ímpetu que claridad. Metió la cara con franqueza, sin embargo, en la lidia de banderillas. Brindó a su madre y rápidamente comprendió que había que imponerse a la descompuesta acometida en que se fue transformando la conducta del utrero. Tuvo valor y asiento para encontrar la forma de solventar el problema de que no pasase y cuando lo hacía, era con mal estilo. Firme el francés, que sabía que poco más había que hacer con el defensivo murube. Resbaló al entrar a matar y se cortó con el estoque mientras sonaba un aviso y escuchaba silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores. Unas 5000 personas.
Novillos de Castillejo de Huebra y José Manuel Sánchez, devuelto el esmirriado primero por blando; deslucido y desclasado el reponedor y manso primero bis; de muy buen fondo y la raza justa el segundo; de media humillación sin ritmo el tercero; de gran ritmo, son y calidad el buen cuarto; obediente y con entrega el buen quinto; descompuesto y deslucido el remiso sexto.
Jorge Isiegas, silencio y silencio tras aviso.
João Silva “Juanito”, silencio tras aviso y vuelta.
Adrien Salenc, ovación y silencio.