LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Los que no estaban anunciados salen al rescate de la tarde de Ureña


sábado 21 mayo, 2022

El murciano le corta la única oreja de su encerrona al sobrero quinto de Conde de Mayalde en medio del diluvio que despobló a gran parte del tendido, los dos únicos elementos no anunciados en el cartel inicial; el resto del festejo, con algunos toros de baja presencia, pasó entre silencios y con una única ovación

Paco Ureña Oreja Bajo La Lluvia

Si alguien que no vio la corrida de este sábado en Madrid y sabe las circunstancias previas con las que Paco Ureña venía a esta plaza lee la ficha final del festejo se asombrará por lo que se jugaba un torero que venía a Las Ventas a reivindicar su momento y la injusticia que se había cometido contra él en el inicio de temporada y que se va con una sola oreja. Pero es que Paco, hoy, fue el tipo sincero que hizo el paseíllo sin nadie a su lado porque creía que no merecía el trato que estaba teniendo en los despachos y que se fue con la dignidad de haberse entregado a lo que tenía delante. Pudo cruzarse más o menos; pudo estar más o menos limpio de ideas; pudo enseñar más o menos la pureza que profesa, pero lo que estaba en sus manos lo ejecutó.

Otra cosa fue el envoltorio y el desarrollo de la tarde, empezando por la desigual corrida lidiada en Las Ventas. Porque se entiende que la cabeza de camada de los ganaderos vaya para sus corridas del abono, mas no es entendible que salgan animales con la presencia como el primero de La Ventana, como el escurrido toro de José Vázquez, como el de Juan Pedro o como el sexto de Victoriano que remendó una encerrona en la que inicialmente estaba anunciado Luis Algarra. Y más en el gran día de un torero que reivindicaba su temporada y su carrera: ¿De verdad era lo mejor que estos ganaderos podían ofrecerle al hombre que ha llenado de gloria a Madrid base de tragar quina y hule? ¿De verdad que el equipo de Ureña creía digna la presentación de algunos de los animales lidiados?

Y esa previa no era la que merecía un torero que jamás vendió su percance para torear, sino que toreó tras el percance de Albacete para seguir soñando. Y por eso fue grande lo de hoy, con sus luces y sus sombras que ni siquiera el diluvio del quinto se llevó.

Empezó la tarde con un «Barbaclara» de La Ventana del Puerto con el que tuvo, en la primera serie por la diestra, la inteligencia Ureña de medir bien la media altura del animal para evitar que perdiera las manos, y ahí fue encontrando incluso algún momento de desmayo mirando al tendido. Pero la falta de fuerza no le dejó hacer más, acortando viaje el animal. Tampoco el segundo, de Domingo Hernández, hizo romper la tarde. Se plantó en el anillo Paco con ese toro, le sopló tres estatuarios y le dejó muerta la tela para llevar largo y templado el viaje al natural. Se rompió Madrid ante el emotivo viaje del de Domingo y la proposición pura de Ureña; bajó la intensidad de la faena por la zurda en la siguiente serie pero la retomó de nuevo por la diestra, aguantando incluso los parones cuando la calidad del toro fue a menos en su viaje.

Ni el serio tercero de Adolfo, tobillero, ni el escurrido cuarto de José Vázquez, hicieron que aquella función rompiese, y cuando el quinto de Juan Pedro se había devuelto y salió al ruedo un sobrero de Mayalde de seria estampa, llegó la catarsis al tendido: la falta de educación taurina de muchos no aficionados se esfumó del tendido mientras caía un diluvio pero un hombre se jugaba la vida, y entretanto, otros cientos de inconscientes lanzaban al ruedo almohadillas en señal aún no se sabe de qué. Y Paco hacía el toreo. Brotó el concepto enrazado del murciano en una obra que no fue la más pulcra de Paco en este ruedo, pero sí emotiva por la desbandada. Dejó derechazos de muy bella factura y también al natural hundió la mano, amén de un cierre por un estatuario, un broche por abajo y una estocada efectiva antes de pasear el despojo.

Un manso de Victoriano cerró una tarde en la que ni el destino quiso fulminar el futuro de Ureña ni tampoco arregló la injusta situación de la que venía tras ser triunfador del último San Isidro. Tiene bemoles tener que reivindicarse en un «solo» así solamente por ser verdad de la pureza. Y los que no estaban anunciados, el agua y Mayalde, salvaron su gran día.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, decimotercera de abono. Encerrona. Casi lleno.

Toros de La Ventana del Puerto, Domingo Hernández, Adolfo Martín, José Vázquez, Juan Pedro Domecq y Victoriano del Río, bien presentados. Sin fuerza un primero de La Ventana del Puerto que acabó con medio viaje; de emotiva arrancada al principio y humillado viaje el del segundo de Domingo Hernández, luego apagado; de tarda arrancada y luego tobillero el difícil tercero de Adolfo Martín; con cierta clase pero con la fuerza cogida con alfileres el cuarto de José Vázquez, que parecía tener dañada la mano izquierda; con emotividad y duración el buen quinto bis de Conde de Mayalde; manso de libro el sexto de Victoriano del Río.

Paco Ureña en solitario (carmesí y oro): silencio, ovación, silencio, silencio, oreja y silencio.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Pinche en este enlace o en la siguiente imagen para acceder a la fotogalería de la tarde.

Fotogaleria 19