Thomas Joubert, José Fernando Molina y Víctor Hernández hacían el paseíllo en la reapertura del coso de Valdemoro, en Madrid, dentro de una nueva corrida de fase de la Copa Chenel. Se lidiaban toros de Ángel Luis Peña y Flor de Jara.
Joubert se justifica con solvencia ante una desclasado primero de Flor de Jara
El primero, de Flor de Jara, no llegó a los 500 kilos, pero tenía una expresión de seriedad que marcó en cada una de sus arracadas, siempre más cortas las últimas. Thomas Joubert anduvo fácil para salirse con él de capote, con más efectividad que brillantez. Medido en varas, humilló poco en el quite por tafalleras del francés. Por estatuarios inició trasteo el galo, con quietud pero con la precaución de quien ve cómo se viene por dentro el toro, que se movió como una avispa, pero nunca bien. Le buscó la vuelta un Joubert muy metido y veterano en la lidia, que supo tocarlo con sutilidad y dejarla para que la siguiera, con más genio que entrega. Faena corta que culminó con un pinchazo y una estocada baja que no le privó de la ovación.
Molina cruje al buen segundo de Ángel Luis Peña y el palco le roba la segunda oreja
El castaño de Ángel Luis Peña que hizo segundo, abrochado de pitones pero un tío por detrás, humilló con codicia y repitió con emoción en el capote que manejó Molina con suavidad, gusto y mucho mando, en un saludo que remató en los medios con una revolera. Se midió mucho y bien el castigo en varas, con un quite de Víctor brillante en dos gaoneras y una revolera, que respondió Molina con tafalleras sin mover las plantas y una cordobina de 360 grados para rematar el quite. Magnífico. Pero más lo fue una faena de muleta donde el torero de Albacete sacó todo el arsenal con un animal de gran clase y humillada entrega en la sarga de Molina. Más ligado a diestras, cuando aún tenía el fuelle intacto el castaño; más relajado y cada vez más despacio al natural, donde surgieron muletazos espléndidos y otros sencillamente monumentales. Hasta montarse encima, porque siempre tragó y soportó los parones y miradas que no dejó de tener el animal, pese a su gran nobleza. La plaza en pie cuando se fue a por la espada, lo que le supuso las dos orejas en cuanto metió el estoque hasta los gavilanes, pero el palco lo dejó en una. Un robo.
La suavidad de Víctor Hernández sirve para pasear la oreja del buen tercero
Con mucha suavidad recogió de capa Víctor Hernández al segundo, también castaño y también de Ángel Luis Peña, al que lanceó genuflexo con gran inteligencia. A más el toro en los dos primeros tercios, se fue decidido Víctor a iniciarlo de rodillas en los medios, pero no tenía este el fuelle del anterior, y hubo de levantarse para construir despacio y un poco más arriba de lo que tenía previsto. Y ahí se tuvo que quedar hasta que se dio cuenta de que no había que ligar, sino dejar muletazos excelsos de uno en uno. Y alguno surgió al natural, pero con un animal ya muy desfondado. La estocada fulminante sirvió para pasear una oreja.
Joubert no se impone al geniudo cuarto, de Peña, y se va en silencio
El cuarto también fue castaño y el último de los herrados por Ángel Luis Peña del festejo. Joubert lo lanceó con soltura y lo remató con solvencia, pero no llegó a brillar. El animal se arrancó cerca en el peto, pero empujó más que le dieron. Un molinete le sirvió al galo por todo inicio, pero al toreo inmediatamente posterior le faltó gobierno porque no había impuesto su ley Thomas. Lo arrastró toda la lidia, pero se fue acusando más porque el toro entendía que podía vencer, y reponía antes incluso de vaciar los muletazos. Terminó extrayendo muletazos por cansancio del animal, que no depuso nunca su actitud porque nunca se le impusieron. Falló, además, con el estoque, y escuchó silencio.
Molina deja una lección de lidia con el quinto, de Flor de Jara, y completa una tarde sobresaliente
Cuando salió el cárdeno quinto, con el hierro de Flor de Jara, lo saludó muy despierto Molina encelándolo en el capote con una rodilla genuflexa y ofreciéndole la salida larga. Pero siguió pegajoso el santacoloma en varas y banderillas, haciendo hilo de forma incómoda. Fantástica la labor de Juan Carlos Rey, con dos pares en la misma cara de gran exposición, por los que se desmonteró. Fue muy bueno el inicio, empujando a un animal que no terminaba de ir ni de entregarse y había que hacérselo fácil. Porque cuando tenía que poner de su parte pegaba bocaos a media altura que terminaban en el palillo de forma sorpresiva. Pero no por encima de un torero que siempre supo conquistarle el terreno, hasta pegarle una tanda de naturales a pies juntos de añejo sabor y profundidad. Gran tarde la del manchego, que esta vez, sin embargo, pinchó en primera instancia, pero la estocada posterior, de libro, le granjeó el respeto del público en forma de oreja.
Hernández muestra su quietud templada con el sexto, al que mata de bajonazo
El cierraplaza, otro cuajado ejemplar de Flor de Jara, humilló poco al embestir en el capote de Bíctor Hernández de salida, aunque manejase bien el percal el matador. Un duro puyazo se le recetó al animal, muy bien lidiado por Jarocho, pese al hilo que nunca dejó de hacer. Saludaron Marcos Prieto y Diego Valladar tras parear al animal con mucha brillantez. La tuvo también el matador al elegirle los terrenos al cárdeno, que arrancaba con emoción y había que mantenérsela en las series. Lo malo fue que, cuando se impuso Víctor, la movilidad se quedó en un pasar tontorrón en el que la quietud y las templadas formas de Hernández decían menos. Pero rayó a gran nivel, y supo encarrilar la embestida, que terminó siendo bobalicona y sin entrega. Lo peor fue el bajonazo del primer intento, que le restó mérito a todo lo hecho con anterioridad. Una oreja fue el botín final.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valdemoro (Madrid). Copa Chenel. Corrida de toros. Lleno de ‘No hay billetes’.
Toros de Ángel Luis Peña (2º-3º-4º) y Flor de Jara (1º-5º-6º). De movilidad geniuda y sin entrega el primero; Enclasado, noble y con entrega el castaño segundo, aplaudido; Noble y con gran clase en tercero, corto de fuelle; Geniudo y venido arriba el reponedor cuarto; De corto viaje y escasa entrega el cárdeno quinto; Repetidor con la transmisión a menos, el noble sexto.
Thomas Joubert, ovación y silencio
José Fernando Molina, oreja y oreja
Víctor Hernández, oreja y oreja
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FOTOGALERÍA: COPA CHENEL