Cerraba la trapa la Feria de Fallas con una novillada de El Parralejo, con mucha regularidad en el utrero, para el valenciano Jorge Expósito, el extremeño Ginés Marín y el castellonense Varea.
Con más intención y voluntad que confianza lanceó Jorge Expósito las arrancadas del primero, bien hecho, que tomó los vuelos sin gran clase, pero siempre hacia adelante. Derribó con facilidad al caballo de Jaime Soro al cogerlo por los pechos. No perdonó Ginés el tercio de quites, y le ajustó la chicuelina como declaración de intenciones. También lo fue la pedresina con que inició el de Algemesí el trasteo, pasando con aseo la boyante embestida del animal. Al natural se fue decidido y sin probaturas para otorgar firmeza sin dudas al buen utrero, con la muleta siempre puesta y buscando la ligazón para llegar arriba. Tal vez le faltó apretarlo antes de acortar las distancias, pero siempre se mostró solvente el valenciano. Sí se entregó en el final de rodillas, más en novillero, y en el espadazo que le facilitó saludar una ovación.
Con el capote a la espalda se fue a esperar impávido al cuarto Expósito para pegarle gaoneras y resultar arrollado sin consecuencias. Por tafalleras, toreando mucho el trazo, quitó Ginés Marín. Con la muleta se plántó en los medios con decisión para citar la arrancada larga que no terminó de ser boyante, teniendo mucha calidad. Jorge evidencia carencias propias de quien no torea mucho, pero también tiene un sello con la muleta que le hace dejar empaque en los muletazos y tener siempre la intención de acompañar las embestidas, engancharlas y llevarlas cuando es posible. Llegó al tendido en el final, de rodillas ante la cara, buscando el calor. Pinchó, sin embargo, y tuvo que marcharse sin premio.
El segundo se pegó un porrazo tremendo contra las tablas de salida y salió de ahí descoordinado para hacerle un extraño y pegarle un volteretón a Ginés Marín cuando remataba el saludo. Salió el pañuelo verde. Del mismo hierro era el sobrero, que tuvo mucho desliz para resbalarle embestidas en los embroques a Ginés Marín en los encajados y muy mecidos lances del saludo. Y tuvo entrega una vez arrancado, pero le costó echar el primer paso. Por chicuelinas quitó de forma vistosa y ceñida Varea para calentar el duelo. Ya se encargó de que no se enfriase Ginés, que se fue directamente a torear la embestida enclasada cuando le dejaba la muleta muerta a un utrero que quiso irse de la pelea desde el principio. No era fácil cogerle el pulso en cites y toques, y manejó esos recursos el extremeño como un matador de toros. Con mucha paciencia impuso su autoridad en los naturales del final, acompañando con el pecho y dibujando con mucha largura. Con bernadinas ceñidísimas culminó el trasteo, y con una estocada atravesada antes dar una vuelta al ruedo.
Desistió Ginés Marín de estirarse a la verónica con el quinto en favor de la lidia de un animal que no terminaba de definirse. Le asentó talón Varea con el percal en el buen quite a la verónica. Supo imponerse Ginés al animal desde el inicio, pero luego se tropezó con su informalidad a la hora de emplearse. Le ayudó mucho en el inicio, pero le fue incrementando la exigencia hasta que se pegó una costalada y hubo que volver a empezar. Buscó siempre la colocación y el sitio para desmayarse sin quebrantar y sin perder la torería. Pero llegó el toreo de pulso, profundo, dando el pecho y descargando el peso sobre los riñones con parsimoniosa profundidad, en una tremenda actuación. Mucho sabor tuvieron los doblones genuflexos del final, previos a una estocada tendida en la que se tiró con el alma para cortar una oreja.
Tremendamente vibrante, estético y encajado fue el saludo a la verónica de Varea al tercero, un hermoso ejemplar que le rebozó la calidad en los vuelos. A la trágala fue el quite de Expósito con el capote a la espalda. Muy torero anduvo el levantino desde el inicio, componiendo siempre cada pasada, poniendo regusto en el cite de bamba sutil y en el trazo suave y poderoso a la vez, al que le faltó entidad en el enemigo. Tiene mucho gusto este Varea, y la intención de sentirse desde el primer paso. Por eso aprovechó cada embestida para dejar el sello de su personal embroque, aunque fuera sin ligazón. No le ayudó nada el animal a la hora de matar y dejó media estocada para acabar con su opción al premio.
El sexto arruinó con un pisotón en gran saludo a la verónica que estaba instrumentando Varea hasta ese momento. Macizo fue el inicio de Varea con la muleta, enganchando con mucha suavidad, pero con gran gobierno la embestida codiciosa de cara suelta que le sacó el del Parralejo. Muy metido el levantino, acoplando a la templada embestida una tanda tremenda con la mano derecha, ralentizando la embestida con mucho sentimiento y saboreando con ansia cada arrancada. Le puso torería, además, a los tiempos muertos, llenando el escenario con magnificencia. Con las poncinas terminó el trasteo, rematando con un trincherazo de plaza en pie. Se volcó en la estocada para cortarle las orejas al utrero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Feria de Fallas. Décimo y último festejo de abono. Un tercio de entrada en tarde fría.
Novillos de El Parralejo, bien presentados y bien hechos. Con calidad y bondad el buen primero; devuelto el segundo por descoordinado; con calidad en el embroque y rajado ademán el exigente segundo bis; con calidad y ritmo sin transmisión el tercero; con la clase a menos por la falta de fuelle el cuarto; enclasado e informal por la falta de fuelle el quinto; embestidor de cara suelta pero con ritmo el sexto.
Jorge Expósito (marino y oro): ovación tras aviso en ambos.
Ginés Marín (palo de rosa y oro): vuelta tras aviso y oreja tras aviso.
Varea (sangre de toro y oro): ovación tras aviso y dos orejas.