LA MÉXICO

Ventura entra en la historia del Embudo indultando a Fantasma


lunes 12 noviembre, 2018

Ponce paseó una oreja del primero, Luis David las perdió con la espada y El Payo cayó herido en el séptimo en una tarde para los anales de la plaza

Ponce paseó una oreja del primero, Luis David las perdió con la espada y El Payo cayó herido en el séptimo en una tarde para los anales de la plaza

TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

El rejoneador Diego Ventura, Enrique Ponce, El Payo y Luis David Adame componían el cartel de apertura de la Temporada Grande en la Plaza México este domingo, 11 de noviembre. Se lidiaban toros de Enrique Fraga para rejones y Barralva para lidia a pie, y el primer éxito fue el casi lleno que registró el tendido numerado para recibir una nueva temporada en el Embudo de Insurgentes. Fue eso lo que se aprovechó para que los toreros diesen una vuelta al ruedo con pancartas reivindicativas de libertad y de defensa de la tauromaquia.

Con Jaguar saludó Ventura al toro de su regreso a La México, un Incansable de gran alzada y cuajo que hizo honor a su nombre a lo largo de la lidia con un punto de violencia en los embroques que también le otorgaba cierta emoción. Dos rejones de castigo dieron paso a las banderillas con el protagonismo de Oro y sus pasadas por los adentros, casi sin espacio y con mucha lentitud. La expresiva forma de Colombo de ganarle la cara al toro llegó mucho al tendido, como la espectacularidad de Toronjo en una faena de mucha concentración y gran nivel artístico que, lamentablemente, marró el sevillano con el acero. 

Mucha más armonía tuvo Enrique Ponce en el suave saludo a la verónica que el grandón segundo en sus hechuras, pero se fue para adelante en el percal del valenciano tanto de salida como después, en el hermoso quite que remató Ponce con una media deletreada. Y tuvo calidad el de Barralva, que careció de emoción, pero derrochó clase y lentitud en una embestida de la que se adueñó Ponce desde el cambio de mano a uno por hora que remató el inicio de faena ante el bramido de La México. Estético, armonioso y sabio Enrique, que supo aplicarle su sello y su personalidad a la voluntad del animal para firmar un trasteo de gran belleza formal. Oreja tras una estocada trasera y en el . 

De sangre Atanasio era el terceo de corrida, serio de expresión y de ademanes, con más voluntad de seguir trapos que ritmo para hacerlo en manos de El Payo en la brega sin brillo. Porque no lo tuvo ningún trance de la lidia hasta que tomó la sarga con la zurda el queretano para trazarle muy despacio, tragando la díscola actitud defensiva del animal. Detalles de conocimiento de la sangre tuvo Oc tavio, por eso le confió al fondo, le dibujó con las yemas a pesar de la aspereza para dejar cuatro o cinco naturales sueltos de gran calado. El sincero arrimón final, asumiendo mucho riesgo, se reconoció también desde el tendido, pero el pinchazo previo a la estocada dejó en palmas el reconocimiento.

El toro de Barralva que hizo cuarto tuvo mucha codicia para perseguir el percal de Luis David tras la larga cambiada, pero careció de ritmo para que intentase el lucimiento el mexicano en el saludo. Medido el castigo en varas, acudió con alegría el animal a las gaoneras emotivas que propuso el menor de los Adame, siempre buscando la vibración en cada trance. Por eso le vino perfecta la movilidad del toro en el inicio de cambiados, muy jaleados por el tendido abarrotado. Pero lo mejor fueron el cambio de mano y las dos trincherillas con las que abrochó ese inicio. Ambición, voluntad y capacidad tuvo el mexicano, con la actitud siempre al ataque ante la cada vez más acusada renuencia del de Barralva. Algo arrebatado en las manoletinas finales, buscando siempre el triunfo, que se esfumó con el defecto en la espada que la pasividad del toro al entrar a matar provocó cuatro veces. Palmas.

Con la garrocha a la rastra y a lomos de Bombón recibió Diego Ventura al jabonero quinto, al que le costó centrarse con la cabalgadura pero terminó sucumbiendo al temple de Ventura. Un único rejón dejó el de La Puebla antes de poner en escena a Sueño, una de las estrellas de su cuadra. Lo cosió al estribo Diego, se le metió por dentro casi sin espacio, le caminó para atrás hasta colocar la banderilla en pleno retroceso, en una suerte a la que no está acostumbrado el público mexicano. Quebró al cambio para clavar violines con la salida en un palmo y concluyó la superobra con Dólar y un par a dos manos sin cabezada que puso la plaza bocabajo. Espectacular Ventura, Sin palabras en el Embudo para transmitir toda la emoción que se vivió en la plaza, cuando ya con Toronjo colocó las cortas al extraordinario Fantasma, de Enrique Fraga, que ya en ese momento estaba indultado.

Al sexto, sin embargo, le costó más entregarse en el capote que le mostró con suavidad Enrique Ponce. En la puerta tomó el castigo en varas ante el disgusto del tendido, pese a que la pelea fue de bravo del toro de Barralva. Pero fue lo único, porque ni siquiera Ponce logró que rompiese para adelante el toro de Barralva. Mucho rato anduvo probándose en la cara Enrique, asumiendo el reto de intentar entretener con ese toro defensivo y sin gracia, pero no hubo manera de que remontase el trasteo. Silencio.

Serio de caja y lleno estaba el séptimo, más corto de perfil pero pelotudo en el morrillo y sin demasiado afán a la hora de acometer el percal de El Payo, que tuvo que emplearse en la brega del toro, de corto cuello. Fue con la muleta cuando logró ponerlo en ritmo, porque acertó con la distancia para meterlo en el canasto. Pero en un muletazo se frenó en seco el animal y le pegó un derrote seco para meterle el pitón en el muslo. Ponce se hizo cargo del toro, al que pasaportó con habilidad.

El octavo, el de menos entidad del encierro, fue y vino sin mucha ambición ni codicia en el capote de Luis David, que tuvo el acierto de tratarlo con mimo para que fuese a más en cada momento. Andando se le vino el toro en el quite por chicuelinas al menor de los Adame, que supo cambiarle el viaje para rematar airosamente con la revolera después de que el picador Daniel Morales saliese a saludar al tercio. Tuvo movilidad el de Barralva, que obedeció las telas, pero llegó dormidito mientras no le azuzaron el final. Faena de oficio y de seriedad de Luis David, que buscó siempre cómo transformar en triunfo las virtudes del animal. Fue preciso en los toques el mexicano para ligar. Terminó desentendido el toro, saliendo con la cara natural y completamente rajado, pero para entonces ya había conquistado el tendido a base de voluntad y corazón. 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Monumental de México. Primera de la Temporada Grande. Corrida de toros mixta. Casi lleno en el numerado.

Dos toros de Enrique Fraga para rejones y seis de Barralva para lidia a pie. De cierta aspereza emotiva el amplio primero; humillado y de gran clase sin emoción el segundo; áspero y defensivo el deslucido tercero; con movilidad y buen aire el manejable cuarto; codicioso y bravo el gran jabonero quinto, Fantasma de nombre, indultado; correoso y sin clase el complicado sexto; dormido y cansio el mansurrón séptimo; noble y obediente el octavo.

El rejoneador Diego Ventura, ovación y dos orejas y rabo simbólicos. No quiso salir en hombros por estar un compañero herido en la enfermería.

Enrique Ponce, oreja y silencio.

El Payo, palmas y herido.

Luis David Adame, palmas y ovación.